LAS RAICES DOMINICANAS DE LA DOCTRINA DE MONROE


automóvil, tanto en las ciudades como en los campos, lo que resulta sumamente costoso y representa una sangría incalculable e innecesaria de divisas extranjeras. Solo ahora parece que una líneas aérea para el servicio interior esto por inaugurarse después de anteriores fracasos. En algunas regiones del país, et burro conserva .todavía su antiguo prestigio y su rancia nobleza cervantina, por lo que no resulta sorprendente para el nativo, aunque si para el turista, encontrado a veces en las avenidas de la capital, tirándole una discreta mordida a los jardines y proclamando al mismo tiempo la humildad de su amo y la de su país.
Esto ocurre en el mas antiguo pais del Continente, donde como es sabido, se fundaron 17 ciudades de origen europeo -concretamente castellano- antes que en cualquier otra región del Hemisferio. Su Capital, su Catedral, su Universidad, son "Primadas de América". Santo Domingo es la madre de la Encomienda, de la Esclavitud de Negros, de la Real Audiencia de Indias. En ella tuvo lugar la primera, la segunda, la tercera revolución del Continente. Y es también la madre del primer mesticito Colorado y casi sin ninguna duda del primer mulato, aunque seguramente no fue allí donde se le calificó y denomino peyorativamente de manera tan deplorable a índigos. Allí, como en el Edén, se cometió el primer crimen americano. Y dicen también que el primer aborto. . .
Pero tal vez mas importante que todo eso es que allí se invento el ingenio de azúcar y con el se puso en marcha, la primera industria del Continente, la industria azucarera. O séase, que era ya un país industrial capaz de erigir los mas hermosos palacios de España, cuando la nación mas altamente industrializada de este Continente en la actualidad, los Estados Unidos, distaba mucho todavía de llevar a cabo su primera operación comercial de importancia, si. retroactivamente podemos calificar así la compra de la Isla de Manhattan.
Sin embargo, la Republica Dominicana es tan desconocida en la actualidad que mocha correspondencia se desvía y llega a una antilla mas pequeñita de nombre parecido, DOMINICA, cuya capital Roseau tenia 10 mil habitantes en 1960. Nuestros comerciantes se quejan inútilmente de los trastornos que le ocasiona el desconocimiento de la una y de la otra antilla en mochas de las más importantes oficinas de correos del mundo.
Por estas y otras razones resulta paradójico asignarle a esta

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pequeña República algún papel, por modesto que sea, en la instrumentación de una Doctrina de estatura planetaria como la Doctrina de Monroe. Pero parece que es así. Es a propósito de Santo Domingo que la Doctrina de Monroe alcanza por primera vez en reconocimiento internacional, que es como su bautismo de sangre, por parte de una nación europea. Es también allí donde asume por primera vez y para no abandonarlo sino a la hora del postre suspiro, una posición activa, y no solo doctrinal, ante una potencia europea. También es en el marco de circunstancias dominicanas que adopta oficialmente el nombre de doctrina y que mas tarde adoptara el ademán agresivo frente a los mismos pueblos americanos. Y es también a propósito de Santo Domingo que, al cumplir un siglo de notable existencia, tuerce la cerviz cansada y se retira del mundo de las Buenos. . . y de los malos.
El curso de ese proceso trae de lleno en las lindes del tema asignado: "los orígenes de la dependencia dominicana".


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Como se lee en todos los manuales, la Doctrina de Monroe fue formulada en 1823, en un mensaje que el Presidente de los Estados Unidos presentaba habitualmente a fin de año. Su propósito inicial era oponerse a las supuestas o reales amenazas de la Santa Alianza en el sentido de restablecer el sistema colonial en aquellas republican recién proclamadas en el Continente. Hubo otras razones: las actitudes rusas en Alaska y las inglesas en Oregón. La idea original procedía de Inglaterra que se la sugirió a Estados Unidos país que adoptara una forma conjunta frente a la Santa Alianza. Esta idea fue recogida por los estadistas norteamericanos, John Quincy Adams principalmente, pero como idea exclusivamente norteamericana, tal como fue finalmente presentada por el Presidente Monroe.
Sin embargo, el Mensaje de 1823 aparentemente no pasó del pronunciamiento inicial y durante varios años permaneció adormecida en los archivos del Departamento de Estado. "No fue recibida con entusiasmo por el publico en general. Se la comento raras veces en los diarios. No dio ocasión a una palabra favorable en e! Congreso". Aunque "causó una irritación muy extendida, ninguna

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potencia continental protesto por ella", dice Perkins. Y agrega: ".'No se debe considerar que ese silencio sea halagador para los Estados Unidos. Siguiendo una costumbre que los ministros europeos parecen haber adquirido muy pronto al valorizar la político exterior norteamericana, existía una clara disposición a atribuir el mensaje a las exigencias de la política nacional. . . Y por todas partes, en la correspondencia diplomática de la época, uno advierte penosamente la poca estimación que se tema por el poderío físico de los Estados Unidos.. ."(5)
El Mensaje de Monroe estaba prácticamente muerto cuando el Presidente James K. Polk lo resucito en su mensaje anual, el 2 de diciembre de 1845. a propósito de Tejas. Pero tampoco en esta ocasión obtuvo sanción del Congreso, ni produjo efecto en el exterior ni determino acción alguna en el Congreso. "EI Mensaje de Polk, afirma Perkins, no fue recibido con entusiasmo o con respeto en ninguna parte, ni en el país, ni fuera de el y la sinceridad nos obliga a declarar que no influyo decisivamente en ninguna negociación inmediata de los Estados Unidos". Su valor real consisto, añade, en que "realizaba, por lo menos, una tarea de educación. Recordaba a la opinión norteamericana un gran principio. Se puede alegar muy bien que las palabras de Monroe necesitaban ser recordadas, que el pueblo estadounidense necesitaba que se le educase así. En este sentido, la acción de Polk era justificable y útil. Fue el, hasta cierto punto, quien revigorizo el Mensaje de 1833 a inició la costumbre de citarlo en la controversia diplomática y lo puso en camino de que llegara a ser no dogma generalmente aceptado..."(6)
Pues, la importancia de la mención del Presidente Polk en 1845, cuando ya había sido llevada a cabo la anexión de Tejas, radicaba mas en un problema de conciencia que en la actividad practica. No dio origen a ninguna acción material qua pudiera ser consignada como tal. Lo que si dio fue un paso de avance en la dirección de ser reconocida por el propio pueblo norteamericano. Mas, para encontrar su primer gesto objetivo, su primera hazaña mundana y aventura. tenemos que retornar a Santo Domingo.


(5) Dexter Perkins: HISTORIA DE LA DOCTRINA DE.MONROE, Buenos Aires, 1961.
(6). Idem

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El hecho de que la independencia oficialmente reconocida en la Republica Dominicana, puesto que ha habido otras, fuese proclamada en 1844, y que la revitalización de la Doctrine de Monroe haya tenido lugar en 1845, revela que no estamos en presencie de una coincidencia ni de artificio. Es que ambas estaban sumergidas en un mismo proceso histórico mundial y a cada una le corresponda un papel en ese proceso que forzosamente tenia que establecer una relación de intimidad y de secreto entre las dos.
Es posible quo la raíz de estas relaciones haya que buscarlas en el desarrollo de la industria como base del desarrollo social en un momento dado. Porque el fenómeno de la dependencia, tal como, nosotros lo contemplamos aquí, parte de un punto determinado del desarrollo industrial. En su forma estrictamente etimológica todo país depende de otro. Los países altamente industrializados dependen de las materias primes de los países no industrializados. Estos a su vez dependen de los productos manufacturados de aquellos. Pero esta no es sino una forma del intercambio natural do bienes entre los hombres. La dependencia propiamente dicha es aquella quo esta constituida por un. factor de coacción ejercido sobre países nominalmente independientes en función del intercambio de productos. La eficacia de la Doctrina de Monroe aumenta en relación con el potencial industrial de los Estados Unidos y en la misma proporción aumenta la sensibilidad del Mar Caribe pare su aplicación y su eficiencia. Es un proceso de contradicciones en cuya virtud, la Doctrina de Monroe que comienza por ser el fundamento doctrinal del aislacionismo, come expresión del espíritu de la independencia respecto de Europa, acaba por serlo del expansionismo, como expresion de la necesidad de mercados de la industria altamente desarrollada.
Por su parte, Santo Domingo que inaugura en este continente la producción industrial, muy pronto cayo en el marasmo económico mas dramático del Continente y en particular del Caribe, lo que hizo a esta antilla particularmente sensible al despliegue de la acción de las potencies industriales en el área.
Sin duda han operado otros factores en el caso particular de Santo Domingo. El más importante es el factor geográfico en cuya razón isla, que comanda las entradas naturales del Mar Caribe

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y especialmente la prodigiosa Bahía de Samaná en la parte antes española, se convierte en una joya inapreciable pare las naciones marineras con intereses en la zona. Esta valoración estratégica de la isla aumenta en forma incalculable con la apertura del Canal de Panamá y crea un foco de irritación que estimula la revalorización creciente de la Doctrina de Monroe, en una verdadera escalinata de variantes que vamos a reseñar esquemáticamente en este ensayo.
Hay además un factor psicológico que opera en estas circunstancias con extreme eficiencia. No somos inclinados a destacar el papel de las facturas psicológicas en la creación histórica. Ponemos preferiblemente nuestra confianza en los factures materiales, en ultima instancia económicos, como motor de estos procesos. Pero hay momentos en la Historia en que los acontecimientos parecen desatarse de un rumbo material conducidos per elementos afectivos y prejuicios de toda laya. Así por ejemplo cuando en 1843 se hizo notoria la vialidad del proceso independentista de la parte de formación española de la isla con respecto a Haití, de formación francesa, que tenia el dominio de toda la isla, nadie, con la noble excepción del padre de la patria, Juan Pablo Duarte, pudo creer en la capacidad del pueblo dominicano pare forjar y sostener su independencia. Esta incredulidad se basaba en consideraciones materiales, pero constituye un prejuicio.
En efecto, Santo Domingo no tenia una economía capaz de sostener la guerra frente a poderosos enemigos, y antes del siglo XIX, el pueblo carecía de tradición guerrera. El proceso de la independencia se presentaba, más como el resultado do una contradicción interna de Haití, que de la acción de una clase social capaz de llevar a cabo ese proceso en la parte antes española.
Esta incredulidad alcanzo el privilegio de la universalidad. No solo en la isla sino en el mundo mas o menos enterado de las hazañas que los esclavos haitianos habían llevado a cabo contra los Ejércitos mas ilustres de la humanidad, los Ejércitos metropolitanos de Austerlitz y de Marengo, parecía inverosímil que los habitantes de la parte Este antes española, pudieran resistir la acción de los Ejércitos de Haití. Todavía en 1844, unos cuarenta años después de la independencia haitiana frente a Francis, las potencies coloniales no se atrevían a embarcarse en una aventura militar contra Haití. Y, naturalmente, pocas posibilidades le acordaban a Santo Domingo cuando en 1843, las acciones

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conspirativas de los dominicanos explotaron con oportunidad la situación interno de Haití y proclamaron mas con la pluma que con la espada la independencia del nuevo estado.
Esta incredulidad universal fue el motor que aglutin6 frente a 1a independencia dominicana en fuerzas que debían manifestarse hostiles a ellas. Tres grandes complejos de fuerza debemos esquematizar a continuaci6n:
La primera en rango a importancia es, naturalmente, In grandes potencias marítimas de la época: Inglaterra, Francis, Esparta y los Estados Unidos.
La segunda, la propia Haití que entro en campada desde el mismo momento de la proclamación.
Y la tercera, y no la menos poderosa, las propias clases dirigentes de la nueva República Dominicana, las clases feudales, los "hateros", en la primera fase de las grandes luchas civiles, y los sectores de la burguesía comercial en la segunda fase.
Estas tres grandes aglutinaciones de fuerzas hostiles, entraron en contradicción al brotar la independencia, con el desvalido pueblo dominicano, cuya única fuerza era el pensamiento de Duarte, un vago esquema teórico y en todo caso simple, pero correcto, que impregno al pueblo y le dio una orientación en la luchas por la defensa de sus propios intereses.
Debemos dedicar nuestra atención al examen de estos tres conjuntos porque, lejos de ser una situación episódica, constituyen las fuerzas que siguieron a todo lo largo el torso historio nacional Asís nuestros días.


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A las potencias marítimas, que constituyen obviamente el núcleo mas imponente y terrible, las movía la común incredulidad respecto a la viabilidad de la Independencia y a la capacidad del pueblo dominicano para sostenerla y para ejercerla. En esto había un consenso universal. Esta incapacidad se manifestaba en dos direcciones. Una, como incapacidad dominicana para rechazar las eventuales acciones militantes de los haitianos. La otra, para impedir que una potencia extranjera se apoderara fácilmente de ella.

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