Semblanza | Semblanza Mons. José Francisco Arnaíz | 1. El Personaje.

1. El Personaje.

Pocas veces ha sido literariamente tan veraz el adagio "el estilo es el hombre".

Toda su producción editorialista no fue otra cosa que un fiel reflejo de su ciclópea, rica y fascinante personalidad.

Tenía alzada, testa y pelo hirsuto y crespo del Moisés de Miguel Ángel, pero en el interior de esa arquitectura hercúlea latía un corazón inundado de inagotable bondad, basada en la perspicacia. Sabía que en nadie se da la maldad o la bondad absoluta ni la verdad o el error absoluto. El ser humano en todas sus manifestaciones del corazón o de la mente es siempre una mezcla curiosa de bondad y maldad, de verdad y error, de heroísmo y delincuencia.

Por eso a nadie que acudió a su despacho o persona, negó el su receptividad, su calor humano y su apoyo.

Por eso su cordialidad y que las páginas del Listín estuvieran siempre abiertas a todos: los de arriba, a los de abajo y a los del medio: a los de la derecha, a los de la izquierda y a los del centro, a los consumados y a los balbucientes, a las glorias del saber y a las promesas.

Por eso su comprensivo y dilatado corazón y en su Listín cupieron siempre todos los colores el colorado y el rojo, el blanco y el verde, el azul y el amarillo.

Coincidí en cierta ocasión, en su despacho, con Jiménez Grullón, asiduo contertulio suyo y tenaz en sus temas Cuando se fue le dije irónicamente que Jimenes Grullón era una debilidad suya. Me contestó rápido: "Es para compensar con ella la debilidad que tengo por Monseñor Polanco".

Cuando el Listín le tributó un homenaje en el Sheraton por sus muchos años en su dirección comentó: "Muchos se admiran que en el Listín los Ricart soporten a los Pelleranos y los Pelleranos a los Ricart, pero admirable soy yo que soporto a los Pelleranos y a los Ricart".

Su bondad sagaz, basada en el principio antimaniqueo del relativismo de toda bondad y maldad le llevó a ser un reconciliador nato y un mediador ideal. Fueron innumerables las veces en las que se requirió su presencia en variados conflictos políticos y laborables. Lo interesante, sin embargo, ha sido su espíritu de reconciliador nacional continuo desde las páginas del Listín.

Desde ellas, durante todos estos años turbulentos, ha sido el gran recomponedor del tejido nacional, desgarrado o roto innumerables veces por pasiones políticas, ideologías fanáticas o estallidos violentos.

Cuando la obscuridad se cernió sobre la patria y la nación buscó resquicios de luz. Don Rafael no se escurrió sino que se creció y avivó más la llama de su antorcha.

En los convulsos días de agosto de 1963 editorializa Don Rafael: "El Listín Diario trata de ser una voz de razón y persuasión en la vida dominicana. Quiere ser a modo de hogar espiritual para todos nuestros compatriotas. Casa de la reconciliación y del respeto que se forje la hermandad espontánea y viril de los hombres unidos en un común y arduo esfuerzo. "Sin malicia para nadie, con caridad para todos, con firmeza en el derecho". Con ánimo de verdad y claridad que le duele llegue a ser áspera. Con este ánimo se escriben las siguientes líneas, con esperanza de que sean de bien para la conturbada familia dominicana de hoy.

El Listín es opuesto vigorosamente a todo intento de atropello y arbitrariedad por parte del Gobierno.

El Listín es vigorosamente contrario a todo intento de subversión de un régimen de vida pública que la conciencia jurídica de la nación ha reconocido como imperativo.

Por eso rechazamos la subversión comunista, aunque esta pretenda que tiende a la justicia social.

El Listín respalda la justicia social y cree que el orden de derecho dominicano sigue vigente la hace completamente factible.

El Listín rechaza la subversión, aunque ésta pretenda hacerse en nombre de la preservación de un sistema de derecho. Porque esa subversión en esta hora sería la negación de toda razón, de toda cordura, de todo derecho y de todo orden, que no sea pura coacción".

Esculpido en bondad, agudeza y comprensión. Don Rafael fue en todo momento un empedernido optimista nacional. Jamás el desaliento ni el desmayo tuvieron cabida en su espíritu. Consciente de que el ser humano es una extraña mezcla de contrarios, de coraje y miedo, de locura y sensatez, de inteligencia y necedad, de virtud y perversidad, de veracidad y mentira. De verdades luminosas y errores crasos. Don Rafael fue un genio de la provocación y la sorpresa. En los desánimos nacionales su salida fue siempre de optimismo y de esperanza, de serenidad y sosiego. Y a la hora de las perspectivas halagüeñas y de los horizontes promisorios su consejo fue de cautela y temor, de realismo y crudeza.

Era la revolución del 65. Después de varios días de enfrentamientos y muertes hubo una tregua. Don Rafael escribió un editorial optimista y esperanzador: Aquel día fue dantesco. El editorial de Don Rafael, al día siguiente fue este: "Dominicano: seas de "aquellos de quienes depende la suerte del país", como ha dicho angustiado el Papa, o sea que otros tomen decisiones por ti.

Escribe tú el Editorial en esta mañana.
Tu esperanza o tu angustia.
Tu amor o tu odio.
Tu guerra, tu tregua o tu paz.
Ahora que sube la marea de la sangre derramada.
Escríbelo tú, frente a tu mujer y tus hijos, si los tienes.
Da tú el consejo, haz la advertencia o lanza la incitación.
Ahí tienes el espacio en blanco, y tu responsabilidad.
Tenemos una inmensa fatiga
"

Concluido el proceso electoral del 66, escribe: "El futuro es promisorio si todos los dominicanos nos esforzamos en hacer realidad una vida mejor para todos.

Pero esto no se logrará sin el determinado propósito aunado de todos. Los esfuerzos del Gobierno se estrellarían contra escollos insalvables sin sacrificios colectivos.

Sin que los ganadores no vean en su triunfo más que una oportunidad de servir desinteresadamente al país.

Sin que los perdedores vean en el gobierno al gobierno dominicano, no a una facción política contraria.

Sin que los empleados públicos se dediquen asiduamente a su trabajo.

Sin que las Fuerzas Armadas se limiten a ser mantenedoras del orden y abandonen las actividades políticas.

Sin que los estudiantes estudien.

Sin que los patronos se esfuercen en mejorar las condiciones de vida de los obreros.

Sin que los obreros rindan la labor que les corresponde.

Sin que las amas de casa consuman menos productos importados.

Sin que todos los dominicanos dejemos de comprar artículos de contrabando.

En fin ada se logrará si todos juntos no nos empeñamos en poner nuestro esfuerzo y sacrificio al servicio de todos.

Es tiempo de que usando las palabras del malogrado Presidente Kennedy. "No nos preguntemos qué puede hacer mi patria por mí, sino que puedo hacer yo por mi patria".

Visceralmente independiente y atento solo al bien de la nación, nadie con razón pudo alinearlo a ninguna facción ni partido, a ningún estamento social o institución. De modo insobornable se apego siempre a lo que él creía era la verdad y la justicia, lo mejor para la patria. En su defensa no dudó sin miedo quebrar lanzas y plantarse frecuentemente como palmera solitaria en el desierto.

Por eso todos sus editoriales fueron desenfadadamente propios. Varias veces en su vida de editorialista agradeció profundamente a los dueños del Listín el respeto sostenido a su autonomía e independencia. Y en diversas situaciones conflictivas asumió siempre personalmente la responsabilidad total de loa firmado y de la causa asumida.

El Doctor Severo Cabral atacó ardorosamente un día al Listín, acusándole de gobiernista. Eran los tiempos del mandado del Profesor Juan Bosch. Don Rafael escribió al día siguiente: "La tesis del Dr. Severo Cabral es que hay una marcha hacia el comunismo, promovida desde el Gobierno o con la alianza del Gobierno y que ésta debe ser contenida con la guerra civil.

El Listín Diario ha dicho que disiente profundamente de esas conclusiones.

El Doctor Severo Cabral dice en su respuesta que el Listín no toma en cuenta todos sus argumentos y que esto invalida las observaciones de este periódico.
El Listín cree todo lo contrario pero hará nuevos comentarios sucesivos sobre este discurso. (...)

El Listín Diario no considera útil refutar epítetos. Si hay personas, periódicos o programas radiales que encuentran placer y felicidad en intentar desacreditar este periódico, pues nosotros nos sentimos muy felices

El Listín Diario no es alicates de nadie. Si eso despierta ira lo sentimos, pero no lo evitaremos.

El Doctor Severo Cabral dice que pedimos conciliación o colaboración con el Gobierno y habla de servilismo.

El Listín Diario proclama sencillamente que los dominicanos aprendan a vivir e común y acometan en común las empresas que requieren un esfuerzo unido y solidario.

El Listín Diario ha proclamado reiteradamente la necesidad de una oposición vigorosa, activa, y competente. Ha apoyado editorialmente demandas del Doctor Juan Isidro Jimenes Grullón y ha señalado su conducta en el caso de las Overseas como ejemplo de una oposición responsable.

Todo el mundo dice que apoyar y encomiar a Jimenes Grullón no es la manera indicada de ser gobernista ahora en este país.

Lo que el Listín Diario sostiene, sin ninguna clase de equívocos, es que debe preservarse, como deber ciudadano, el ámbito de libertad política y de respeto a los fundamentales derechos humanos que ahora existen en nuestro país. No nos importa que el Presidente se llame Juan Bosch o lo fuera Juancito Trucupei.

La defensa del orden democrático, la haremos contra el gobierno o contra la oposición, es decir de donde venga la amenaza.

Eso lo defenderá el Listín Diario contra toda embestida, contra todo interés, contra todo pretexto.

El Listín Diario no tiene otras obligaciones ni otros mandatos que lo de una conciencia libre, muy dominicana, de un ánimo sereno empeñado en ser leal y justiciero hasta con sus adversarios.

Y con una sola vanidad, la de que l injuria que se le dirige le alegra la faena.

El Listín Diario está desasido de todo servicio a intereses políticos, económicos o ideológicos, en la propia medida en que una obra humana pueda colocarse por encima de interés y pasión.

Cada sector humano puede contar con este periódico para la defensa de sus intereses legítimos, pero éste no será instrumento parcial, ciego y dócil de nadie.

Este periódico es un tesoro espiritual de la nación dominicana y sus dueños y directivos sienten que tienen una responsabilidad nacional como fideicomisarios de un servicio público.

En este servicio están poniendo todo el valor, todo el desinterés, toda la decisión, toda la pureza de que es capaz el espíritu humano, cuando se sirve a una causa noble.

El Listín Diario no es alicates de nadie.

El Listín Diario no insulta, no difama, no intenta desacreditar a nadie, pero el Listín Diario es un gran periódico y tiene toda la fuerza de un gran periódico, la de una conciencia pública con una creciente decisión de respaldar a este periódico, como expresión de un sentido de civilidad en la vida dominicana.

Fue una de las pocas veces que Don Rafael salió si desmesuras por sus fueros. Llama la atención su altura y dominio de sí mismo en medio de su ardor. Lo normal, sin embargo, en él fue no aceptar la polémica. No era amigo de estériles debates. Prefirió siempre el intercambio de ideas y el diálogo limpio al altercado y alboroto. Por respeto a sí mismo y a la dignidad y opinión del otro, al derecho a disentir.

Tuvo, sin embargo, como todo ser humano influyente, adversarios y detractores. Jamás obtuvieron de él la réplica destemplada o la defensa iracunda. Los perdonó a todos en su corazón, relativizó la ofensa y devolvió el bien por el mal.

A lo más que llegó fue a una comedida y cortés defensa de su sentir o algún comentario juguetón, cálidamente irónico.


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