Semblanza | Semblanza Mons. José Francisco Arnaíz | 2. El Periodista.

2. El Periodista.

Como todos los de su generación Don Rafael Herrera fue, en el arte de escribir y editorializar, autodidacta. Ni siquiera para otros saberes pisó él la Universidad.

Su "Alma Mater", su Universidad fue la vida, su genio e ingenio, su innato deseo de saber y su curiosidad.

En su leer selectivo era increíblemente perceptivo, rápido en la lectura, agudo en la comprensión y pausado en la reflexión de lo leído. Le gustaba remansar lo comprendido. Es el modo indefectible de convertir el saber en sabiduría. Y él terminó siendo un pozo insondable de ella.

A ráfagas, aun hablando, entornaba los párpados y se abstraía. Era el momento precioso de convertir en zumo y pozo propio lo leído o escuchado y de ir haciéndose rico en su interior y sabio. La hora de la interioridad y fruición profunda.

Todos los grandes temas le encandilaban. De este modo con el correr del tiempo fue dilatando grandemente su cultura. Atento a lo último era fiel también al indeclinable adagio: "Leña vieja para quemar, vinos viejos para beber, libros viejos para leer".

Allá en la 19 de marzo, cuando el jesuita Carlos Rahner era una figura para los iniciados o consagrados en la Teología, me sorprendió una noche preguntándome dónde podría el adquirir algunos volúmenes de su obra "Escritos de la Teología". Le conseguí los tres primeros volúmenes y al entregárselo le advertí que a Rahner había que leerlo con un pote de aspirinas al lado. "Le prometo - me contestó - que tomaré primero las aspirinas y luego los leeré".

Instruyó tempranamente que gobernar hoy es en buena parte manejar con destreza el mundo económico y se sumergió con osadía en ese océano. Seleccionó bien sus lecturas, afiló su inteligencia y se impuso autodidácticamente en ese saber y arte. Los editoriales sobre este tema fueron innúmeros y sutilmente perspicaces, provocativos y urticantes. Su opción perenne no fue montar cátedra, hacer planteamientos científicos u ofrecer soluciones técnicas. Fue cuestionar, matizar, precisar, indignarse, pasmarse o dudar.

A propósito del eterno problema del Consejo Estatal de l Azúcar, hace ya treinta y tantos años, cuando iniciaba Don Rafael sus incursiones en el campo económico, escribía: "Nuestro país afronta lo que en el lenguaje semiarcano los especialistas llaman graves presiones inflacionarias.

Los políticos también suelen emplear la expresión, pero, por lo regular, para ofrecer los remedios contraindicados.

En nuestro país existen graves presiones inflacionarias porque está creciendo el medio circulante: los billetes de banco en circulación y los depósitos bancarios.

En cambio la producción de cosas de producción nacional no aumenta parejamente.

También están disminuyendo las reservas de divisas del Banco Central. (...) Esto quiere decir que tenemos menor capacidad de importar cosas para el consumo o para el desarrollo industrial.

También tenemos menor capacidad de hacer viajes al extranjero para negocios o entretenimiento.

Por lo visto, ante esta situación, ya un funcionario del Gobierno anunció que se impondría restricciones a la importación de artículos de lujo.

Las bonificaciones de la Azucarera Haina han sido factor agravante de la situación, lamentablemente en perjuicio de los obreros beneficiados, porque la inflación es el gran explotador.

Las demandas de bonificaciones de otros sectores obreros agravarán estas presiones inflacionarias.

Ahora bien, esta situación puede mejorar si el país entra inmediatamente en un vigoroso esfuerzo productivo.

Los precios de los productos básicos dominicanos están en alza en los mercados mundiales.

Azúcar, café y cacao tienen los mejores precios de muchos años.

Pero he aquí que el mayor sector de la economía dominicana, la Azucarera de Haina, está ahora contribuyendo al auge inflacionario, aumentando esa tremenda y paralizadora carga impositiva, que es la inflación...

Don Rafael resultó un superdotado para el periodismo y dentro del periodismo para el género editorialista.

Fino y agudo para captar el momento y su importancia, y sagaz para percibir las implicaciones, sabía después comunicarlo de modo incisivo con chispa y gracia.

Su estilo de tranco corto y firme, tan peculiar suyo, no fue en él mera técnica formal sino algo más hondo: pensamiento denso y formulación precisa. Lo genial no es escribir corto sino pensar denso y formular con incisión, para lo cual es necesario talento e ingenio.

Sobre el pensar y formular conciso escribió ya Don Miguel de Unamuno:

Mira amigo, cuando libres
al mundo tu pensamiento,
cuida que sea ante todo
denso, denso.

Y cuando sueltes la espita
que cierra tu sentimiento,
que en tus cantos éste mane
denso, denso.

Y el vaso en que nos escancies
de tu sentir los anhelos
de tu pensar los cuidados,
denso, denso.

Mira que es largo el camino
y corto, muy corto el tiempo,
parar en cada posada
no podemos.

Dinos en pocas palabras
y sin dejar el sendero,
lo más que decir se pueda,
denso, denso.

Con la hebra recia del ritmo
hebrosos queden tus versos,
sin grasa, con carne prieta,
densos, densos
.


En esto Don Rafael fue un fiel discípulo de don Miguel de Unamuno.

Un sutil humorismo penetra, y palpita en toda la producción de Don Rafael. El humorismo no es otra cosa que una visión comprensiva, indulgente y benévola de las mezquindades y prevaricaciones del ser humano en vez de una reacción virulenta, ácida y recriminatoria. Por eso solamente los espíritus superiores son capaces de auténtico humorismo y lo son por su amor sin límites al ser humano. Por eso son exquisitos "humoristas" don Miguel de Cervantes en su Don Quijote de la Mancha, Quevedo y Santa Teresa de Jesús y lo fue Don Rafael Herrera.

Basta una muestra entre mil de su afinada ironía en clave irónica: "El país y los políticos tienen la superstición de la Planificación, palabra mágica.

Y se crean organismos planificadores, pero los expertos descubren que no tienen estadísticas, que no tienen personal en los niveles medios, y no hay nada que planificar, porque la comunidad no está haciendo nada sobre lo cual los planificadores puedan aplicar su "talento" regulador.

Y también ocurre que los planificadores no pueden orientar las inversiones públicas porque no hay recursos públicos disponibles, pues todo se va en sueldos de un personal, que ha tenido la listeza de darle un tinte muy técnico a sus puestos, o bien estos son frutos de la "justicia social".

Así tenemos la proliferación de las corporaciones públicas con su enorme personal.

Pero como la vida dominicana se va a reformar desde el gobierno, todo el mundo se está preparando para la toma del Gobierno, para poner a marchar bien las cosas (...)

En los países, donde la convicción general es que la reforma o transformación de la vida nacional es asunto exclusivo del Estado, ocurren dos cosas:

Uno, los gobernantes se encuentra, cuando llegan al poder, sin los recursos humanos para efectuar la reforma porque todo el mundo le atribuye facultades mágicas al Estado y nadie se ha preparado para realizar completamente las funciones públicas.

Segundo, como el Estado es el poder de transformación nadie se prepara para desempeñar funciones en la comunidad, que requieren una capacitación bien sea mediana o rigurosa.

Nadie tiene interés en aprender, porque el Estado, esa máquina mágica, lo hará todo y ellos estarán en el timonel del Estado.

Pero como todos piensan lo mismo, no queda ni siquiera a quien gobernar.

Desde la edad de siete años todos los dominicanos somos revolucionarios, es decir, aprendices de Gobernantes del Estado nuevo.

Lo único necesario es aprender el lenguaje político, y para ello, basta sintonizar la radio."

Lo sorprendente y encandilador de su quehacer periodístico estuvo también en otra dimensión.

Don Rafael era muy consciente de que toda realidad, sobre todo humana, es siempre muy compleja, poliédrica, es decir de muchos lados. Y que por lo tanto, puede ser considerada y analizada desde diversos puntos de vista. Un punto de vista no es más que la vista de un punto. En este multifacetismo es claro que unos lados son mucho más interesantes, fecundos y reveladores que otros.

Lo talentoso y genial de Don Rafael, a lo largo de su labor editorialista, fue saber siempre elegir bien el lado de la realidad, el punto de vista de lo que quería transmitir. Lados y puntos de vista perceptibles frecuentemente por pocos. En ello estribó, sin duda, su originalidad sostenida.

Por esto Don Rafael, como periodista, tuvo y tiene muchos plagiadores, imitadores en lo formal, pero ningún sucesor verdadero. Y por esto también Don Rafael era lento y premioso en concebir su editorial pero, una vez concebido, fácil y rápido en formularlo.

Muchísimas veces en su vida a las 12 de la noche aún no había escrito la primera línea de su editorial y sabía perfectamente de lo que iba a escribir. El tema era claro pero él continuaba dándole vueltas en su mente, buscando el lado fecundo e incisivo que él intuía lo tenía.

Jamás su estilo fue perfeccionista y bruñido, torneado o repujado, de difícil comprensión. Era terso y cantarino, escueto y transparente, lineal y sobrio como una columna dórica, y límpido como el pensamiento de un Ángel, pero vivaz al mismo tiempo. Vivaz con "Pazos" siempre contenido y remansado, señorial y distinguido.

Cuando un día la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra le propuso publicar una selección de sus editoriales, la respuesta fue: "No hay una cosa más perecedera que un escrito periodístico y, fuera de su contexto de la actualidad, su publicación en forma de libro resulta insensata y sin sentido. Una sola cosa la justifica: servir de referencia. ¿Cómo pensó determinado periódico en determinado momento de la historia? ¿Cómo reaccionó ante determinado acontecimiento?". La Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra publicó dos volúmenes. La respuesta de Don Rafael reveló nítidamente su percepción clara y su concepción inobjetable del buen quehacer periodístico; reaccionar ágil y sabiamente, de inmediato, al acontecer de cada día. Y ahí precisamente está el mérito y la dificultad. El tiempo es implacable enemigo. Y no es suficiente espíritu de alerta y sensibilidad a flor de piel. Es necesaria agudeza de mente para desentrañar con rapidez el momento, preparación uniforme y cultural para poderlo enjuiciar correctamente y facilidad y soltura de expresión para formular con fuerza lo que se quiere comunicar.

Desde el día en que asumió la Dirección del Listín hasta su muerte Don Rafael fue un luchador sin desmayos de la verdad, de la justicia, de la libertad y de la dignidad de todos los dominicano. Y un adalid de toda causa buena. Ni halagos ni amenazas quebraron su fe ni su esperanza.

Por eso, cuando definitivamente nos dejó, se fue admirado, respetado y querido. Entre elogios sin reticencias y con dolor compartido de todos.

Su ausencia nos punza pero nos ha quedado indeleble entre nosotros su recuerdo y su ejemplaridad, su genio y gracia. Y esto nos compensa aquieta.

Gracias Don Rafael!

He dicho.

Fco. José Arnaiz S.J.
23 de marzo de 1995.


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