Apuntes sobre su trayectoria Literaria


Agradezco al Dr. Bruno Candelier y al Movimiento interiorista del Ateneo insular la petición de unas notas autográficas sobre mi trayectoria literaria, espiritual y estética. Si no me lo hubieran solicitado, tal vez nunca lo hubiera hecho. Ví, cuando me lo dijeron, que era bueno y útil. El primer beneficiado de esta mirada y reflexión sobre mi historia personal, desde el ángulo de lo literario-espiritual- estético, he sido yo mismo. Me ha hecho bien. Ha sido como un reencontrarme conmigo mismo, con mis aspiraciones más profundas, un retomar parte de mi identidad y -permítanme decirlo así- volver a identificarme con ella.

He redactado, pues, con mucho gusto estas notas y las comparto, igualmente, con gusto y gratitud. Además debo agregar que desde muy joven renuncié a hablar de mí mismo y opté por escuchar a los demás, porque muy temprano en mi vida descubrí que las personas prefieren ser escuchadas que escuchar. Ustedes son un grupo que han venido a escucharme a mí a hablar de mí. Este no sucede con frecuencia en mi trato con los demás.

Normalmente o escucho los otros hablar sobre sí y sus cosas de interés o hablo para ellos las cosas que les interesan, los orientan o les son convenientes.

En mi exposición seguiré un orden cronológico, porque, a mi modo de ver, podré ser más claro y ustedes podrán seguirme mejor.

1. Mi infancia y mi adolescencia:

•  En mi hogar: A mi familia debo el amor a la lectura. Papá y mamá leían mucho. Es verdad que papá sólo leía "novelitas de vaqueros" a montones, a parte del periódico, y mantuvo esa práctica hasta que murió de 87 años. Mamá leía de todo: obras literarias de valor universal, revistas, novelas rosa. A ella le debo el primer consejo en materia de lecturas. Me dijo: "Nunca leas a Vargas Vila, porque sus libros hacen daño". Nunca los he leído, aunque conozco sus contenidos por referencia. Un consejo parecido me dió uno de mis profesores de literatura, el sabio jesuita P. Antonio Valle Llano, cuando quise leer los libros del escritor ruso Fedor Dostoievski en mis años de estudiante de filosofía: "No leas todavía Dostoievski, me dijo. Leélo cuando termines la filosofía, entonces, estarás preparado para criticarlo, y sacarle provecho, sin que te dañe". Lo obedecí.

•  En mi niñez devoré toda la literatura infantil que pude, muñequitos y cuentos. Creo que esa literatura desarrolló en mi la fantasía y la imaginación. Me preparó para la poesía. Todavía la disfruto; y cuando me siento a hablar con los niños nos entendemos perfectamente bien. Nos podemos mover en el mismo mundo. La pena es que los adultos no siempre me permiten conversar con los niños y caminar con ellos en el hermoso universo de la fantasía y la poesía.

•  El ambiente de mi casa, pequeña y humilde, en las noches o tardes de domingo o en cualquier otro momento, era ambiente de abstracción y silencio: toda la familia sumida en la lectura.

•  A los nueve años, cuarto de primaria, mi profesor Don Bienvenido Durán me lleva con algún escrito ante el Director de la Escuela, entonces llamada Servando Morel, en Higüey y le dice: "Mire lo que ha escrito este muchacho. Vale la pena. Ahí hay futuro". No recuerdo más ni la respuesta del Director, en ese momento, el señor Monte de Oca. Pero la escena está grabada en mi memoria como una fotografía: el Director sentado en su escritorio, Don Bienvenido detrás de mí con las manos sobre mis hombros. Ese hecho -siempre lo he pensado en mí- ha debido estimularme muchísimo a lo largo de mi vida y lo uno a la influencia que ejercen los maestros en la vida de sus alumnos.

•  A los diez años, quinto de primaria: recuerdo la escena de muchos alumnos a mi alrededor y algún profesor no identificado, eligiéndome entre otros compañeros director de un periódico del curso y comprometiéndose todos a colaborar conmigo. No tengo memoria de que el periódico funcionara ni que aparecieran colaboradores.

Años más tarde, en el Seminario Mayor, dirigí un periódico mural interno y fuí el impulsor de la Revista Orientación, que los Padres Jesuítas, directores del Seminario, hicieron suya y se publicó durante un tiempo.

•  A los trece años, octavo curso: la profesora, Doña Catalina de Monte de Oca pide a sus alumnos que escriban su autobiografía y que indicaran qué querían ser en el futuro. Escribí que yo quería "ser escritor, orador e historiador". Un año más tarde Dios me llamaría al sacerdocio, pero en esa vocación me he realizado ampliamente como escritor de muchas maneras; como orador en la predicación, en retiros, charlas y conferencias; y como historiador, a veces.

•  A los catorce años, primero de bachillerato: para el acto de Duarte en el Liceo de Higüey, Gerardo Jansen, 26 de Enero de 1954 (en este 26 de 2004 se acaban de cumplir 50 años), tengo mi primer discurso escrito sobre Duarte. Recuerdo la escena y en mi imaginación me veo rodeado de mis compañeros, vestidos con nuestro uniforme pantalón kaki y camisa azul claro. En esa exposición debí comparar a Duarte con Trujillo, porque en la época de la dictadura había que hacerlo así. Pero en el momento mismo de terminar mi breve discurso me cuestioné sobre ello y sobre Trujillo. Desde entonces la figura de Duarte y sus ideales han influido en mi vida y mi pensamiento y me han servido para iluminar y criticar todas las situaciones políticas y sociales de mi Patria.

2. Seminario Menor (1954-1958):

Entro en el Seminario Menor en Santo Domingo para formarme como sacerdote. Este período, cuatro años, es muy importante para mi formación literaria, por la educación misma que nos daban los jesuítas, más allá de un bachillerato normal. De esta época recuerdo:

•  Las traducciones que debíamos hacer de los escritores latinos y griegos. Los poetas Ovidio y Horacio. Me marcan. Aun conservo algunas traducciones hechas por mí.

•  Los ejercicios literarios, incluso de versificación, que también debíamos hacer en español y en latín.

•  Las llamadas academias literarias, que consistían en actos artísticos, en los que se exponían trabajos literarios, se declamaba y otras cosas del género.

•  En una materia, llamada preceptiva literaria para ejercitarnos en el arte de escribir y hacer poesías, se nos pedía ante todo, aprender las diversas métricas, acentos y modos de versificación antes que soltar la imaginación poética y luego educarla según las leyes clásicas de la literatura. Estos ejercicios me traumatizaron para la poesía de tal manera que yo pensaba que no podía escribir poesías, porque me parecía muy duro un número determinado de sílabas en cada verso y con rimas consonantes y asonantes.

•  Así a mis quince añitos opté decididamente por la prosa, aunque, a lo largo de mi juventud, aquí y allí, aparecía algún brote poético. De todas maneras, de estos ejercicios -de los que conservo todavía borradores- me quedó un poema en versos sáficos, porque en este tipo de estrofas, aunque sometidas a leyes de versificación, encontré mayor libertad de expresión. Se llama "tiempo". Tenía aun diez y seis años. Comenzado en marzo de 1956 y terminando en mayo.


TIEMPO

De golondrina azul mágicas alas,

alas que llevan cantares de rosas,

alas que llevan consigo de liras

Tristes gemidos

 

Tiempo, ¿por qué la vida no es eterno

jardín con nardo y embriagadoras fuentes?

¿por qué hoy me traes sonrisas y mañana

dardos y espinas?

 

¿Por qué tu vuelo de misterio en sombras

sin ley se lanza a saltar las rosas

que ayer perfume a mi existencia dieron,

néctar de vida?

 

¡Cuántas veces te he dicho vete, vete!

No hieras más mi pecho, no troques mi sonrisa,

deja que cante con mi lira nueva

cantos de gloria

 

Con tu bajel cargado siempre vuelves

con sombras tristes de melancolía:

la pálida inocencia de mi hada

llora tus engaños

 

Los pasos callados de mi adversa suerte

siguen buscando eterno amanecer

¡Ah! quién pudiera, fugaz golondrina

tus alas romper!

 

¡Señor, Señor!, cuando las sombras tristes

de la noche sombría tiendan el manto,

sin el tiempo, brillante, siempre eterna,

torna mi vida.

 

Ramón de la Rosa
Mayo - 1956
Pasado a limpio por 1ª vez
Junio 1986

 

•  Otros ejercicio singular, de esta época de joven vino dado por el hecho de que nuestro director espiritual nos exigía que escribiéramos "apuntes espirituales" sobre pláticas que él nos daba y los sentimientos y pensamientos propios que ellos suscitaban en nuestro interior. Estos apuntes los conservé hasta entrados los años 80. Se perdieron cuando debí salir a Misión al Celam a Colombia. De esta época conservo la disciplina de escribir mis "cosas espirituales". Perdí los apuntes que van del año 1955 a 1961. Conservo aún lo que van de esta fecha última hasta nuestros días.

  1. Al final del año segundo del Seminario Menor se organizó, dirigido por el P. Bedoya, S. J., un concurso literario interno para redactar un trabajo en el tiempo de vacaciones. Participé. Escribí sobre el P. Tomás Núñez, sacerdote higüeyano ejemplo de caridad y desprendimiento. Obtuve el primer lugar. Acaba de cumplir 17 años.

3. Estudiante de filosofía , 1958-1961.

Tres años: "Filosofía" una de la dos carreras universitarias obligatorias para un sacerdote. Es un tiempo muy intenso desde el punto de vista intelectual y de formación del pensamiento.

En este período sigue mi formación literaria por una parte, en los cursos de oratoria y de estilo literario; y, por otra parte, participando en un círculo artístico optativo organizado por el P. Oscar Magnan, S.J. para los seminaristas que lo desearan. De ese grupo recuerdo al P. Vinicio Disla. Este circulo me marca positivamente. También me marca la frase del P. Oscar dicha en esta época: "Si tú no escribes, cometes pecado mortal"; y esta otra: "Tú tienes facilidad para escribir pero debes trabajar más tu estilo".

Conservo de esta época algún guión elaborado por mí para representaciones artísticas tenidas en el Seminario Mayor.

Rastreando mi existencia descubro que, aunque mi formación era aristotélica-tomista, sin embargo los filósofos que más influyeron en mí para mi formación estético-espiritual y con los que más identificados me sentía fueron Platón, Platino, y con ellos dos, San Agustín, que es de su escuela.

También de estos años permanece viva en mí aquella insistencia en las tres características esenciales del ser, recogidas en esta afirmación: "Todo ser es verdadero, bueno y bello", y el ansia de todo ser humano de buscar y encontrar la verdad, la bondad, la belleza, lo verdadero, lo bueno y lo bello. Acompañadas estas afirmaciones: El ser es reflejo de ser de Dios, el cual es verdad, bondad y belleza; y de esta otra complementaria: Dios es la suma verdad, la suma bondad, la suma belleza; en el Él se da la plenitud del Ser y se halla la respuesta plena de nuestra búsqueda.

Estas afirmaciones claves de la filosofía marcan decididamente mi vocación literaria, espiritual y estética. Ya de 1962 o 1963 encontré escrito en uno de mis cuadernos de apuntes estos dos, digamos poemas, bajo el título de "Inspiración".

 

 

I

 

Dicen que no sé cantar

Pero, ¿quiéres que te cante?

Bulle en mí

-casi lo puedo tocar -

una canción de belleza

quiero cantar la flor

la noche y la mar.

He gustado lo hermoso.

he descubierto el misterio,

todo lo bello, lo bueno, lo cierto

entra dentro de mí

y salta y siento

que quiere salir hecho canción.

Déjame que te cante

porque Dios me enseñó a cantar:"

 

 

II

 

También de ese mismo año, 1962-1963 es la siguiente piecesita en prosa, bajo el título "Te poseo".

 

Te poseo, Señor, cuando encuentro en mí la belleza,

cuando en mi corazón está el sentimiento estético,

porque toda belleza es belleza salida de ti.

 

Cuando poseo la verdad a ti te poseo. Cuando doy

una limosna o cuando el padre o la madre hacen

bien a su hijo, hablando de ti, sólo te cantamos a ti,

sólo hablamos de ti.

 

y ¿quién es el objeto de nuestra poesía? Tú, Señor,

y sólo tú. Porque estás en las montañas hecho

grandeza y en el mar inmensidad y en la luna

y las estrellas majestad, misterio y luz.

 

Te veo dondequiera, te poseo hecho sentimiento

y pensamiento. Eres tú a quien veo.

III

En el año 1993, treinta años después, no recordaba ni remotamente, esos escritos de 1962 o 1963 (los he repasado ahora para redactar estos apuntes) y, ciertamente no los tenía en cuenta; y en ese año 1993, impactado por la belleza combinada del mar intensamente azul, la brisa invisible, metida entre los cocoteros y el espléndido sol, escribí la siguiente página, que sin yo reflexionarlo de manera consciente, reflejaba aún la marcada influencia de mis años de filosofía (1958-1961) en mi quehacer literario y espiritual.

 

Jesucristo y mi pluma

Como escritor he puesto mi pluma al servicio de la Palabra. Ella ha sido fuente, medio y meta de mis trabajos literarios.

En éstos buscaba prestar un servicio a la verdad y proclamarla. Quería construir el bien y anunciarlo. Traté de escribir con belleza sobre la verdad y el bien.

Porque la verdad, el bien y la belleza son tres características de las personas, las cosas y los hechos y pueden ser recogidas por la pluma separadamente o juntas. Si van unidas las tres, mucho mejor. Y aunque no se las una explícitamente siempre se descubrirán semillas de una u otra en el discurso de una obra: lo verdadero hace bien; el bien es verdad y embellece a las gentes; lo bello es parte de la verdad de los entes y hace bien.

Como escritor he puesto mi pluma al servicio de la Palabra, es decir, de Cristo. Él es la fuente, el medio y la meta de todos mi trabajos, serán literarios o de otro tipo.

Cristo, la Palabra, es verdadero, bueno y bello. Cuando yo hablo o escribo (porque no tengo otro objetivo sino lo verdadero, lo bueno y lo bello), siempre hablo y escribo a Cristo, aunque no cite su nombre, porque mi objetivo es Él.

Donde quiera que haya semillas de verdad, de bondad y de belleza correré tras ella, es decir, correré hacia Cristo, correré hacia la Palabra y trataré de pronunciarla y ponerla por escrito.

Buscaré prestar un servicio a la verdad y proclamarla; me empeñaré en construir el bien y anunciarlo; estaré atento para captar la belleza cuando pase y escribirla, si es que puedo. Si logro expresar la verdad y el bien Escritor, bellamente, tanto mejor. Entonces mis escritos recogerán mejor a Cristo, se parecerán más a Él y la Palabra será más completa y eficaz, porque será verdad, belleza y bien.

4. Estudiante de Teología, 1961-1965 :

Cuatro años: "Teología", la segunda carrera universitaria obligada para sacerdote. Es un tiempo en el que el centro del estudio es Dios y las cosas de Dios, que dicho sea de paso, son todas las cosas, según definía San Francisco de Asís: "Dios mío y todas las cosas". El tiempo de los estudios teológicos, es, en realidad, un tiempo de apertura e interés por todo cuanto existe desde la óptica de Dios. Estos largos años de estudio te entrenan para conocer y amar a Dios como tal, y a ese mismo presente y activo en el ser humano, en la naturaleza, en la historia, en el universo entero.

Desde el punto de vista literario, conservo de esta época una serie de cuadernos que recogen reflexiones, especie de meditaciones, de tipo teológico-doctrinal y otra serie que recoge mis experiencias espirituales más personales, una especie de Diario espiritual, que llamé "Cotidiano", porque quería recoger allí "lo cotidiano", lo corriente, de mis días vividos a la luz de Dios. Lo debería llamar más bien "Ocasionario", porque no es un Diario sistemático sino que escribo allí aquella vivencia espiritual que, en un día determinado, se destaca más. Comencé "cotidiano" justo en el primero de teología, año 1961-1962, y lo he mantenido a lo largo de estos más de cuarenta años, con sus altas y sus bajas, con unos períodos más fecundos que otros.

Sin lugar a dudas, que los estudios bíblicos, en este período y en los años siguientes, influyeron en mí, no sólo en los contenidos doctrinales, sino también en el estilo literario.

El lenguaje de la Biblia es eminentemente simbólico y concreto; no es abstracto o discursivo, como el de la filosofía u otras ciencias. Incluso dentro de la misma Biblia hay unos libros más poéticos que otros. Me voy a referir concretamente al Cantar de los Cantares, los Salmos y el profeta Isaías. Estos escritos bíblicos, debo decirlo, han influido poderosamente en mi manera de escribir. El modo de hacer poesía de la Biblia me encanta. El Cantar de los Cantares lo he leído y gustado desde mi juventud. Cuando rezo diariamente los samos, los disfruto como oración y como poesía y estilo literario. Isaías es, al mismo tiempo, profeta y poeta.

También en esta época me inicié en la lectura y en el amor a Santa Teresa de Jesús y a San Juan de la Cruz. Ambos han influido y siguen influyendo en mí no solamente desde el punto de vista místico-espiritual, sino también poético y literario. De San Juan de la Cruz, para citar un caso muy sencillo y concreto, aprendí a darle a las canciones románticas comunes y normales un sentido espiritual. Las letras de esos poemas de amor humano él los traducía a la relación de amor entre el alma y Dios. Los grandes e inigualables poemas místicos de San Juan de la Cruz, exquisita poesía, tienen sabor a poesías románticas de corte humano. Incluso esta práctica me sirve de criterio para discernir las canciones, los poemas o cualquier pieza romántica: si no se puede traducir o aplicar a la relación mística de Dios, considero que no permanecerá en el tiempo y que quedará en el olvido.

Ya terminando los estudios teológicos, conocí los libros de P. Taillard de Chardin, S. J., científico evolucionista, teólogo, filósofo y poeta y bebí abundantemente en sus escritos su visión del mundo, su cristocentrismo, su amor a la creación y su estilo de prosa poética. Influyó y sigue influyendo en mí.

La caída del régimen de Trujillo y la difusión de la enseñanza laical de la Iglesia nos trajo aires nuevos y frescos y nos abrió el campo a la literatura de corte social. Desde esta época incursioné en ella y lo sigo haciendo aún.

Así en 1962, tenía 23 años, publiqué mi primer folleto, edición de 10,000 ejemplares, titulado "La Reforma Social", que recogía las inquietudes, sueños e ideales de los jóvenes de esa época. Formaba parte, en ese momento, de un grupo de seminaristas que nos propusimos lanzar una colección de folletos llamada "DPL", Dios, Patria y Libertad". Sólo salieron a la luz pública dos: "PAPILIN" un héroe compañero seminarista, víctima de la dictadura de Trujillo, escrito por el hoy P. Vinicio Disla; y el mío, que, debo decirlo y hacerle un merecido homenaje, se editó gracias a los esfuerzos del compañero y más tarde sacerdote, P. Santiago Hirujo, muerto a destiempo.

 

5. Sacerdote, 1965-1988 :

Fui ordenado sacerdote por Mons. Pepén el 23 de enero de 1965; La Revolución de Abril cortó abruptamente mi último año de estudios; salí del Seminario en los primeros días de mayo; en Junio fuí enviado como Vicario Parroquial a Hato Mayor; y el 14 de septiembre, en el Seybo, me dijo Mons. Pepén que el 1º de octubre debía estar en Roma, para continuar estudios de post-grado. Pude hacer una Licenciatura en Teología en un año, con los monjes benedictinos viviendo en una residencia sacerdotal dirigido por jesuítas. De Roma pasé a París, donde pasé dos años, estudiando catequesis y espiritualidad.

Mis tres años en Europa fueron dedicados intensamente al estudio y de amplios contactos con la cultura europea. Ciertamente me marcan y todavía vivo de ellas.

Desde el punto de vista literario, los años de Europa, fueron, tal vez, menos productivos que los del Seminario Mayor. Quedarán de esta época, pienso, las muchas cartas que escribí.

Cuando regreso al país en 1968, concretamente a La Romana, donde estuve hasta febrero de 1971, reinicio mi actividad literaria, publicando pequeños artículos en "La Voz del Santuario", periódico de la Diócesis de la Altagracia dirigido por Mons. Pepén. Los formaba, entonces, bajo el nombre de " R. de la R." Recuerdo que Luisa Pepén, hermana de Mons. Pepén, me escribió felicitándome y animándome a seguir escribiendo. Hago mención de este hecho con sentimiento de gratitud hacia ella y con gratitud, porque, realmente, me confirmó en mi vocación y me estimuló.

Estando aún en La Romana, envié mis primeros artículos al "Listín Diario", que fueron acogidos por Don Rafael Herrera. Debo, igualmente, rindo un cálido homenaje a Don Rafael, que siempre publicó todo lo que le envié desde que era joven sacerdote. Esta acogida, sobre todo en esos comienzos, fue, sin lugar a dudas, un gran espaldarazo.

Fue en La Romana, también, 1970, cuando me atreví a publicar por primera vez para un periódico interno de Movimiento de Cursillos de Cristiandad, llamado "Palanca", un pequeño escrito de corte político titulado "El abuelo y el nieto". Su directora, Lic. Elizabeth Rodríguez, crecida en un ambiente literario y poético en La Romana, me dijo entusiasmada. "Tú eres un poeta". Esta afirmación entusiasta me puso a pensar. Más tarde, con idénticas palabras, me la dijo Mons. Francisco José Arnáiz, S. J., usando mi apodo de estudiante: "Carapito, tú eres poeta". Esta aseveración de Mons. Arnáiz, en verdad, me confirmó en mi vocación literaria poética y me impulsó a superar mi trauma del Seminario Menor.

Pero la explosión poética se dio, en verdad, una tarde de domingo en 1973, estando ya en Higüey, donde ejercí mi ministerio sacerdotal de 1971 al 1983, en la sencilla pieza que ocupaba como Rector del Seminario Menor. Mientras rezaba los salmos de vísperas, mandados por la Iglesia. Acababan de asesinar al periodista Gregorio García. Los salmos 78 y 79, de aquellas vísperas, reflejaban perfectamente, con un lenguaje poético, la situación del país y los sentimientos que golpeaban mi alma.

Una vez terminada la oración, enseguida me puse a parafrasearlos, y los envié al periódico "Ultima Hora" bajo el título de "Salmos en la muerte de un periodista", que los publicó en su edición del 31 de Marzo de 1973.

Animado, sin duda, por este dato, continué una serie de poemas del mismo corte que envié a la Revista "Amigo del Hogar" y que los fue publicando con el seudónimo de "Beno Carpio" ("Beno", de Benito, nombre de mi padre y mi segundo nombre, y "Carpio" apellido de mi madre. Este grupo de poemas, escritos entre 1973 y 1980, fueron recogidos en una publicación hecha en 1991, con el título "QUIEN LIBRARÁ ESTE PUEBLO", poemas, meditaciones y salmos. "Susaeta Ediciones", de República Dominicana, sacó la edición dominicana; y "Ediciones Paulinas", de Colombia, sacó otra para América Latina.

Pero más allá de esta incursión en el género poético, considero, sin embargo, que mis años de sacerdote (hablo del período 1965-1989) están, más bien marcados, por el género didáctico y sapiencial, expresado en decenas de artículos, publicados aquí y allá, y en charlas y conferencias, algunos de ellos publicados.

Así publiqué artículos, como deje, en "la Voz del Santuario", periódico del Obispado de Higüey; en los periódicos locales higüeyanos "El Planeta" y "El Cometa". La Revista "Alabanza" de la Renovación Carismática, ha recogido muchos de mis trabajos de corte netamente teológico-espiritual. En el periódico "El Sol", dirigido, en ese entonces, por mis amigos Juan Bolívar Díaz y Manuel Quiterio Cedeño, mantuve, viernes tras viernes, la columna "DECADA 80", desde 1980 a 1983, interrumpida cuando debí partir al Celam, Colombia, en junio de 1983. De las Conferencias y charlas de este período han sido publicadas: "La Niñez en la República Dominicana", PUCMM, 1976, "Razones para vivir", 1977; y en "Navidades Nuestras", 1982, recojo una serie de artículos y trabajos sobre las fiestas navideñas, encarnados en la cultura dominicana.

Mis años 1983-1987, antes de ser nombrado obispo, los paso en el Celam, Colombia, como Secretario Ejecutivo de los Departamentos de Catequesis y Educación y de las áreas de Pastoral Bíblica y Pastoral Catequesis. En esta época he de escribir muchos informes y cartas, que conservo.

Pero también me dedico a continuar mi investigación sobre la Altagracia y a escribir sobre ella. De estos años conservo un amplio estudio teológico-iconográfico, no publicado todavía en su totalidad, y del que sólo han sido algunos artículos y un compendio en 1997, con el título "Nuestra Señora de la Altagracia", Edición Pastoral. Se han hecho, hasta ahora, cinco ediciones de esta publicación.

 

6. Obispo, 1989-2004 :

Debo reconocer que en mis quince años de episcopado, junto a la gran actividad pastoral desplegada y las múltiples responsabilidades adquiridas, he disfrutado igualmente de una grande y múltiple actividad literaria, expresada en una diversidad de géneros literarios.

  1. " Listín Diario ": Desde el año 1990 mantengo el espacio televisivo "Un momento". Con el mismo título mantuve durante, poco más de un año (1990-1991), una columna diaria en el "Listín Diario". Recuerdo con gratitud que Don Rafael Herrera colocó siempre ese breve escrito que se leía en un minuto, debajo de su Editorial. Debí interrumpir esa publicación y ese ejercicio literario diario por razones de tiempo. Pero Don Rafael no perdía ocasión para insistirme en que retomara esa columna. Lo mismo hacía Mons. Robles Toledano. Justo la víspera de su muerte, este me dijo: "Nunca dejes de rescribir y publicar".

 

•  " El Siglo ": Durante casi dos años, 1999-2001, mantuve en el periódico "El Siglo" una columna semanal sobre "Valores y Virtudes". Agradezco mucho a otro amigo, al Lic. Fausto Rosario, el haberme invitado a mantener esta columna. Fue una bonita experiencia. La dejé cuando "El Siglo" cerró sus puertas.

 

  1. " El Caribe ": Durante casi dos años, 2000-2002, también mantuve una columna semanal de "El Caribe", con uno de los temas de "Un momento", no la pude continuar por las exigencias de mis trabajos a nivel internacional y como Presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano.

 

  1. PUCMM : Con frecuencia la PUCMM, me invitó a dar Conferencias a sus estudiantes y profesores en jornadas sobre materia de Ética y Moral. Fruto de esas jornadas son las publicaciones hechas por la misma PUCMM: "Etica y Política", 1990 y "Fundamentos de la Ética y la Moral", 2002.

 

  1. Otras Conferencias : En este período han sido publicadas también las siguientes conferencias: "Todas las cosas las hace el mismo y único Espíritu", 1993; "Dios, familia, comunidad e Iglesia", 1994; "Evangelización y Catequesis, Catequistas", 1999 y "La Universidad por un nuevo humanismo".

 

  1. Las homilías : Conservo, también, por escrito homilías, particularmente las pronunciadas en la fiesta de la Virgen de la Altagracia, con la presencia de los Presidentes Joaquín Balaguer, Leonel Fernández e Hipólito Mejía. Varias de ellas fueron publicadas íntegramente en algunos periódicos.

 

  1. Algo Nuevo : como se puede notar, en todo cuanto he dicho sobre escritos y publicaciones en estos últimos quince años, predomina la prosa y el género ensayo y el didáctico. He buscado, ante todo, enseñar: comunicar verdades e invitar al bien. Sin embargo, en cuanto al género poético, en el que predomina lo bello, algo absolutamente nuevo ha acontecido en mi vida y coincide con mi entrada al Movimiento interiorista Ateneo Insular. Voy a definir este momento, con palabras del Dr. Bruno Candelier, fundador y animador de dicho movimiento, al introducir la publicación de unos poemas míos incluidos en su publicación "El Interiorismo. Doctrina estética y creación literaria" (2001):

 

En su lírica explora el sentido del "desposorio místico" del hombre con la Iglesia en una visión interiorizada y poética, simbólica y mística".

A parte de poemas que se orientan al trato con Dios, mi alma se ha abierto a cultivar el amor a la Iglesia, como el de un esposo a su esposa. Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz cultivaron "los desposorios místicos" del alma con Dios. El Señor, por su parte, me ha llamado como Sacerdote y Obispo, a profundizar y a proclamar "los desposorios místicos" con la Iglesia.

Una muestra de estas dos nuevas vertientes se ven reflejadas en los siguientes poemas ya publicados por el Ateneo Insular:

 

 

TERNURA

 

Recógeme,

entre tus brazos,

en silencio,

largo tiempo,

dame solamente

el calor de tu ternura

como a tu niño, Padre,

tú solo para mí

y yo para ti

y déjame estar ahí.

Santo domingo
9 - enero -2000
Bautismo del Señor

 

CABALGATA

 

Pisas el mar con tus caballos

revolviendo las aguas del océano:

móntame, Señor, en tu carroza

cuando pases por el Mar Caribe,

y llévame contigo,

salpiquemos todas las Islas

con lluvia de gotas de aguas azules

cabalgando junto a tí, mi cara al viento,

a lo largo de los siete mares.

18 - febrero - 1999

 

 

 

IGLESIA

 

Morena eres,

Mestiza toda tú,

mezcla de razas y culturas

¡Me gusta tanto el color de tu piel

y el brillo multicolor de tus ojos!

Me he enamorado de ti,

te amo, te quiero

te abrazo, te beso

y al abrazarte y besarte

beso y abrazo todas

las etnias de la tierra

 

 

 

CIGÜITA MIA

 

 

Cigüïta mía,

Iglesia Santa,

en la palma de mi mano

te cobijo;

en la palmera real

te abrigo;

y en todos mis altares

te anido.

 

 

27 de Enero de 1998

 

 

 

Del período episcopal de mi vida, quedan, inéditas, miles de cartas, centenares de circulares, decenas de informes, incontables esquemas de charlas e innumerables apuntes, dispersos aquí y allá.

El Concurso Literario de Navidad del Obispado de la Altagracia: a este Concurso literario, dirigido a jóvenes de menos de 25 años, le dediqué muchos años con entusiasmo y con gusto, ya desde seminarista en mis vacaciones de Navidad: unos cinco años en ese período (1960-1964), doce como sacerdote, siendo su Director (1971-1983), y como Obispo, siendo su propulsor (1995-2002).

Ese servicio a promover los dotes literarios de los jóvenes me ha dejado los dotes literarios de los jóvenes me ha dejado grandes satisfacciones y alegrías. Decenas de jóvenes de la región oriental y de todo el país han participado en él. Muchos periodistas y escritores activos y laureados dieron sus primeros pasos literarios en dicho concurso. Círculos Literarios de jóvenes, motivados por este concurso, surgieron en la región oriental.

Como recuerdo de esta hermosa actividad, cuelgan de la pared de mi habitación sendos diplomas de reconocimiento, uno del circulo literario José Audilio Santana, de Higüey y otro de la Junta Cultural Romanence, de La Romana. Lo traigo a colación, porque, a veces, los miro con nostalgia, como vestigios de una bella época, que ya quedó atrás. ¡Se ve que ya me estoy poniendo viejo! Pero el concurso literario de Navidad del Obispado de Higüey sigue en pie: es el único concurso de este tipo en el país que se ha mantenido vigente de manera ininterrumpida por más de 40 años.



7. A modo de conclusión
:

Como parte de mi trayectoria literaria, quiero destacar, como especie de testimonio, los siguientes siete puntos:

 

  1. Para mí escribir es una vocación y un compromiso con Dios, con mis padres y con los maestros y hombres y mujeres, que me estimularon.

 

  1. Puedo decir que, como hombre, escribir y comunicarme es mi trabajo. Soy obrero de la pluma. Como cristiano, soy sacerdote. Si Dios no me hubiera llamado al sacerdocio, sólo hubiera escrito, dado conferencias y estudiado historia.

 

  1. Mi intenso ministerio sacerdotal no ha disminuido, sin embargo, mi quehacer literario, al contrario lo ha fortalecido. Más aún para mí, escribir es parte de mi ministerio pastoral; y debo decir, además, que mi condición de pastor marca, indudablemente, mi estilo, comunicar la verdad, el bien y la belleza de Dios a todos los seres humanos y descubrirlos, proclamarlos y fomentarlos dondequiera se encuentren.

 

  1. Oí con frecuencia que el escritor debe escribir cada día para mantenerse activo y en forma. Yo creo que he escrito cada día de mi vida, desde pequeño, aunque sea unas notas de clase, una ficha, una carta, una pequeña reflexión o un esquema para charla o una homilía. Tengo un callo en el dedo medio, en el que apoyo la pluma o el bolígrafo para escribir.

 

  1. Escribo o hablo cuando estoy inspirado. Hasta que no "veo" y "siento" claramente no me siento a la mesa. Cuando llega la inspiración, después de rumiar un tema, contemplarlo y meditarlo en la presencia de Dios, veo de un golpe todo lo que tengo que decir y, entonces, sin necesidad de detenerme a pensar más, lo pongo por escrito. Siempre he creído que el escritor o el orador debe tener algo que decir, un mensaje que comunicar. Si no lo tiene, debe callar. Cuando he de dar una conferencia o un curso, investigo, recojo datos, rumio las ideas; o cuando "veo" el mensaje a comunicar, me siento a escribir. A veces me ha sucedido que hasta el último momento en la víspera misma, no he visto, pero, gracias a Dios, siempre termino viendo ¡Cuántas noches o madrugadas las he pasado en vela escribiendo! Pero con gusto y deleite, lo he hecho, porque la pluma corre ágil, sin parar, porque se está inspirado.

 

  1. En poesía oigo la música, el ritmo de las frases, de los versos. Me gusta la poesía, si hay melodía interna en ella. Creo que éste me viene de las poesías hebrea y latina, que se basaban más en el ritmo interno y en la cadencia de las frases. Luego contemplo la belleza, siguiendo aquel dicho latino: "Bello es aquello que place a la vista". Después, echo una mirada a las "verdades" y "al bien" que encierran, porque para mí, un poema no es la concatenación de palabras y frases huecas, sin sentido, por hermosas que parezcan, como tampoco lo es el conjunto de unas afirmaciones colocadas en forma de versos sin belleza alguna, por muy verdaderas o buenas que parezcan.

 

  1. Me considero, por otra parte, un poeta simbolista y romántico, en el sentido pleno de esta palabra: hombre con grandes sueños, ideales, utopías y profundamente enamorado de mi esposa la Iglesia y de cuanto hago.

 

  1. Si me preguntan sobre mis autores preferidos y que pienso más han influido en mí de alguna manera, a parte de los que ya he citado, permítanme hacer la siguiente selección:

 

•  De la literatura Dominicana: Salomé Ureña de Henríquez y Manuel de Jesús Galván

•  De la literatura Latinoamericana: Rubén Darío y Juan Zorrilla de San Martín

•  De la literatura española: Miguel de Cervantes y, en general, los poetas clásicos

•  De la literatura inglesa: William Shakespeare y charles Dickens

•  e) De la literatura francesa: Julio Verne y Antoine de Saint-Exupery

•  f) De los libretos de Opera: Las obras de Giuseppe Verdi y Richard Wagner

g) Mis dos poetas preferidos: Rabindranath Tagore y Juan Ramón Jiménez

 

  1. Se ha dicho que "el estilo es el hombre": mi estilo literario y oratorio quiere ser sencillo, claro, diáfano, inteligible, transparente y limpio, como el agua fresca, no contaminada, de una fuente. Creo que también yo soy así, o al menos, quiero serlo.