Ramón Benito de la Rosa y Carpio , nació en la comunidad de Los Ríos, en Higüey, República Dominicana, el 19 de septiembre del 1939, año en que ocurren trascendentes sucesos como el inicio de la segunda guerra mundial y la elección del Papa Pío XII.
Fueron sus padres don Benito De la Rosa y Rosa De la Rosa y doña Aura Dionisia del Carpio de De la Rosa. Realizó sus estudios primarios en la Escuela “Hermanos Trejo”, Higüey, de 1945-1953 y continuando sus estudios secundarios en el Liceo “Gerardo Jansen” de Higüey, 1953-1954, pero estos no los terminó aquí porque decidió en 1954 dedicar su vida a Cristo y al sacerdocio trasladándose al Seminario Menor “Santo Tomás de Aquino”, Santo Domingo, en donde los finalizó en el 1958. Estudio Filosofía y Teología en el Seminario Mayor “Santo Tomás de Aquino”, de 1958-1965, donde se graduó de Licenciado en Ciencias Religiosas. Después se trasladó a Roma donde estudió Teología Dogmática, en el Instituto Pontificio San Anselmo, 1965-1966; luego a París, al Instituto Católico, 1966-1968, donde se graduó en Pastoral Catequística. En 1984 se trasladó a Colombia donde redactó su tesis para el Doctorado en la Universidad Pontificia Javeriana, sobre Teología de la Imagen de Nuestra Señora de la Altagracia.
Sus parientes mayores lo llamaban Ramoncito, Carapiú sus amiguitos de la escuela y Carapito sus compañeros del seminario. Cada mote marca un momento de su vida. Esos son los diferentes apodos que recibió monseñor Ramón Benito De la Rosa y Carpio, obispo de la Diócesis de La Altagracia desde 1995.
Su entusiasmo es contagiante, su alegría, creciente, y su rostro transmite una gran dulzura. A sus 63 años, 38 de ellos en el sacerdocio, cada día tiene más energías y se plantea nuevos retos para cumplir con su ministerio, una misión que –está completamente convencido- es un designio divino.
Su vocación la descubre a los 14 años, ya había tenido su primer acercamiento con la vida cristiana desde el seno familiar, en lo que él llama ‘su primera comunidad eclesial'.
Nos cuenta: "Yo tenía 14 años cuando un día fui a casa de mi abuela a leer muñequitos. En vez de muñequitos lo que encuentro en la caja es un libro sobre la vida de Jesucristo… empiezo a leerlo y me lo llevé a casa. Leyendo la vida de Jesús Dios me llamó", recuerda. Esa vocación fue alentada y apoyada por su madre, Dionisia Carpio de De la Rosa (Mamá Nena), y por su padre, Benito De la Rosa y De la Rosa.
Estuvo 11 años en el seminario Santo Tomás de Aquino y se ordenó sacerdote en 1965. Ese año partió a Roma a estudiar catequesis. También estuvo dos años en París. Regresó en 1968.
Durante sus días finales en el seminario, monseñor De la Rosa y Carpio vivió los dramáticos momentos de la intervención de Estados Unidos en el país. Recibía su última clase cuando penetraron las tropas norteamericanas. "Estábamos nosotros dando una clase de liturgia el 28 de abril. Fue una cosa que nosotros lo sentimos. Mi profesor de entonces me cuenta que yo me quedé sentado como con el peso de ver las tropas que avanzaban frente al seminario. Yo pedí en esa época ir a asistir a los enfermos en Santo Domingo, pero en el seminario eran responsables de nosotros. Son escenas que uno nunca puede olvidar y yo recuerdo muy bien las alambradas. Yo salí para Europa el 30 de septiembre pero todavía no se habían firmado los acuerdos y nunca olvidaré las escenas camino al aeropuerto, las alambradas todavía, el país dividido".
Al retornar al país, De la Rosa y Carpio es asignado a la parroquia de La Romana, en la que permanece dos años y cuatro meses. Allí trabaja con los jóvenes en los colegios y escuelas, dando clases y acompañándolos en una época de mucho ambiente revolucionario, y con los matrimonios. En 1971 lo nombran Rector de la Basílica Nuestra Señora de La Altagracia, en Higüey. Al año siguiente lo designan Rector del Seminario Menor, donde pasa 11 años formando seminaristas. En 1983 llega a Bogotá, Colombia, como Secretario Ejecutivo de los Departamentos de Catequesis y de Educación del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Al volver al país lo responsabilizan del Seminario Mayor, donde permanece por 6 años. Monseñor De la Rosa y Carpio destaca que ha dedicado 17 años de su vida a la formación sacerdotal. También fue Obispo Auxiliar en la Arquidiócesis de Santo Domingo y desde 1995 Obispo de Higüey.
Monseñor De la Rosa y Carpio llega a Higüey con un gran sueño, por el que viene trabajando arduamente: organizar la diócesis en pequeñas comunidades, que cada barrio tenga su propio templo y que mejore la situación de su gente.
En los afanes por alcanzar esas metas realiza contactos frecuentes con las comunidades, pues como obispo tiene que participar en bendiciones, charlas, conferencias, reuniones, estar abierto a escuchar a las personas y sus problemas y realizar trabajos de mediación. En esta última tarea sus esfuerzos más recientes se dieron en el conflicto jurídico social que amenazaba con desalojar a más de 400 familias en la comunidad de Verón, en Punta Cana, Higüey. Revela que hace esfuerzos por lograr que las partes enfrentadas se sienten en la mesa del diálogo. "Estábamos dando unos pasos muy positivos de diálogo. Había anunciado un desalojo y eso logramos que no se diera, por lo menos por el momento, para que la gente dialogara… nuestra posición es que hay que buscarle una solución, pues más tarde que temprano las partes envueltas tendrán que sentarse. Nosotros ahí ayudaremos a que se sienten, si aceptan nuestro papel de intermediar".
En esos acercamientos con su pueblo es frecuente que encuentre serios problemas de desarrollo económico, tales como falta de agua, energía eléctrica y caminos y conflictos por la tierra, entre otros.
Sobre este ritmo de trabajo dice: "Es un reto interesante poder aprovechar el tiempo y hacer lo más posible". Y lo que más lo anima es la respuesta de la gente a esa ardua tarea pastoral. "Yo me siento muy contento. Los sacerdotes están muy comprometidos y trabajan mucho, lo mismo que los laicos, y la participación de los jóvenes es con entusiasmo y alegría. Realmente me siento muy contento con toda la labor pastoral que se está haciendo en la Diócesis de La Altagracia", una demarcación con una particularidad: la movilidad. Esta movilidad está marcada por los peregrinos, los turistas, los inmigrantes dominicanos que participan del mundo del turismo, los haitianos que trabajan en las construcciones y los higüeyanos que salen de la provincia. "Me gusta repetir que esta diócesis está marcada por la movilidad humana, mucha gente que entra y sale", refiere, lo que se constituye en un nuevo reto como pastor. Su labor como pastor la hace cada día con un mayor entusiasmo, pues ve como crece el fervor por la Virgen de La Altagracia, lo que se evidencia en la cantidad de peregrinos que se da cita frecuentemente en la Basílica. De la Rosa y Carpio se encuentra entre los más devotos de la Virgen.
Su devoción, en sus inicios, fue heredada de su padre, quien siempre lo llevaba a las procesiones de la Virgen de La Altagracia. "Recuerdo que, yo pequeño, en una ocasión estaba lloviendo y papá me tomó de la mano y me colocó debajo del cuadro de la Virgen, que llevaban cargado en los hombros cuatro hombres, para que no me mojara. Esa escena nunca la he podido olvidar porque creo que para mí fue una bendición el que papá me colocara ahí. La Virgen desde entonces -yo le doy esa interpretación- me protege".
Ese fervor lo sigue cultivando en el seminario y estando en París haciendo su doctorado propone presentar una tesis sobre la religiosidad del pueblo dominicano en torno a la Virgen de La Altagracia. Inscribe el tema, hace los cursos preparativos y retorna al país para recopilar el material, desde el punto de vista sociológico. En esa época le piden que haga un estudio de las enseñanzas que tiene el cuadro de la Altagracia. "Estaba en La Romana todavía en esa época y recuerdo que en el patio mis ojos se abrieron cuando me encuentro con el cuadro de La Altagracia y veo todas las enseñanzas que tiene. Entonces decidí en ese momento hacer mi tesis doctoral sobre el cuadro de la Altagracia. El cambio de tema de la tesis lo aceptaron en París y empiezo a investigar por todas partes". Aunque monseñor De la Rosa no la pudo presentar en París, sí lo hizo en Bogotá, estando en el CELAM. "Todavía la sigo estudiando y profundizando y me parece que es apasionante", testifica.
Los medios de comunicación son fundamentales en el ministerio de monseñor De la Rosa y Carpio, los que forman parte de su vida y de su vocación humana. Desde niño sintió gran atracción por la comunicación. A los nueve años escribió su primer artículo, por lo que su profesor, Héctor Bienvenido Durán, lo llevó ante el director de la escuela y le dijo: "Mire como está escribiendo este muchachito". Al año siguiente fue seleccionado como el ‘periodista' de su curso para una publicación de la escuela. Siendo seminarista escribió para una revista, ejerciendo el sacerdocio en Higüey utiliza la radio, posteriormente escribe para los periódicos, estando en Bogotá hizo algunos programas breves para la televisión y sigue utilizando los diversos medios en su labor pastoral. Sus mensajes, inspirados en la Biblia, que es la base de la comunicación de los valores humanos y cristianos, están aplicados a nuestra cotidianidad. Este libro, inspirado por Dios, también sirve de texto en una materia del pensum de Educación que se llama Formación Humano-Religiosa, por lo que es usado en las escuelas desde la aprobación de la ley de Educación. Es el desconocimiento de la existencia de esa disposición lo que ha llevado al Congreso un proyecto de ley para que la Biblia se lea en las escuelas, a juicio de monseñor De la Rosa y Carpio. "Es una ley que está olvidando a otra ley. Hay una ley dominicana que dice que hay que utilizar la Biblia, entonces, lo que hay es que leer esa ley de Educación, precisamente dictada por nuestras cámaras. Ya se les ha dado una información al respecto", expresa.
Ya siendo Obispo de la Altagracia en Higüey lamentaba que en el país se estuviera perdiendo el sentido del valor de la vida humana. Es en este momento cuando se refiere a la muerte reciente de seis haitianos y un dominicano en manos de una patrulla del Ejército. "Es una pena que en este pueblo que repitió tantas veces: ‘yo no robo ni mato' exista gente que haya perdido el sentido del valor de la vida humana. Nosotros, que respetábamos la vida humana como parte de nuestra cultura, recibida del cristianismo, hoy vemos morir personas así, enterrarlas de cualquier manera, en cualquier fosa común y que pensemos como que no ha pasado nada. Como decía el Cardenal, uniéndome así a su voz, esperamos que se cumplan y se realicen las palabras del Presidente, en el sentido de que se tomen las medidas adecuadas para que sirva de ejemplo a toda la comunidad, y que también abramos nuestros ojos al respeto, a la veneración, a la dignidad de la vida humana y del ser humano".
En monseñor Ramón Benito De la Rosa y Carpio no existe la menor duda de que escogió el camino correcto, el que le estaba señalado. Es por ello su entusiasmo, al haber podido llevar a cabo su vocación sacerdotal. "Si volviera a tener 14 años y si a esa edad tuviera que tomar una decisión, volvería a ser sacerdote. Me siento plenamente realizado. En todos los lugares en los que he estado siento que he ido a realizar una misión, una tarea que Dios me ha confiado, y en cada sitio la he ido realizando. Cuando miro hacia atrás me siento bien".
Ministerios:
Vicario Cooperador Parroquia Hato Mayor, junio – septiembre 1965.
Vicario Cooperador Parroquia Santa Rosa, La Romana, 1968-1971.
Profesor de Religión de La Romana e Higüey, 1968-1983.
Asesor Diocesano de la Juventud, 1969-1971.
Asesor Diocesano M. F. C., 1969-1971.
Vicario Económico Parroquia Guaymate, 1970-1971.
Pro-Vicario General Diócesis de Higüey, 1971-1975.
Rector Basílica Nuestra Señora de la Altagracia, Higüey, 1971-1983.
Rector Seminario Menor “San Pablo” de Higüey, 1971-1983.
Asesor Teológico Catequesis Diocesana, 1971-1983.
Coordinador Concurso Literario de Navidad, 1971-1983.
Asesor Diocesano Renovación Carismática, 1974-1983.
Asesor Movimiento de la Visita Domiciliaria, 1974-1983.
Administrador Diocesano, Mayo 1975.
Vicario General 1975-1983.
Asesor Diocesano Cursillos de Cristiandad, 1976-1983.
Presidente del Comité “Alianza Francesa” de Higüey, 1976-1983.
Director Escuela de Presidentes de Asamblea, 1977-1983.
Asesor Grupo Acción Social, 1978-1983.
Asesor Patronato Higüeyano (para la niñez), 1978-1983.
Miembro Fundador del Grupo Cultural Higüeyano, 1978-1983.
Presbítero dominicano Delegado a Puebla, 1979.
Delegado a varios eventos eclesiales Internacionales.
Conferencista y predicador de retiros.
Secretario Ejecutivo del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Bogotá, de los Departamentos de Catequesis (DECAT) y el Departamento de Educación, (DEC) 1983-1987.
Experto DECAT-CELAM, 1987-1991.
Director Espiritual Pontificio Seminario Mayor “Santo Tomás de Aquino”, Santo Domingo, enero – junio 1988.
Rector Pontificio Seminario Mayor “Santo Tomás de Aquino”, Santo Domingo, 1988-1995.
Miembro Directiva Organización de Seminarios de América Latina (OSLAM), 1988-1995.
Obispo Auxiliar de Santo Domingo, 1989-1995.
Vicario General del Arzobispado de Santo Domingo, 1989-1995.
Obispo Encargado Zona Pastoral Monte Plata, 1989-1995.
Obispo Encargado Vicaría San Pedro de Macorís, 1989-1995.
Observador ante la Junta Central Electoral, 1990.
Miembro Comisión Episcopal DECAT-CELAM, 1991-1995.
Presidente Comisión Nacional de Pastoral Vocacional, 1993-1995.
Presidente Comisión Seminarios, 1993-1996.
Presidente del DECAT-CELAM, 1995-1999.
Obispo de la Altagracia, 1995-2003.
Miembro de la Secretaría de Catequistas de América Latina, 1995.
Observador ante la Junta Municipal Electora, Higüey, 1996, 1998 y 2000.
Presidente Comisión Nacional de Catequesis, desde 1996.
Miembro del Movimiento Literario Ateneo Insular, desde 1997.
Asesor Espiritual General de la Comunidad de Siervos de Cristo Vivo, 1999.
Presidente Comisión Nacional de Formación Integral Humana Religiosa (F.I.H.R.), 1999-2002.
Miembro de la Comisión Episcopal DEC-CELAM, 1999-2003.
Presidente Fundación Universidad Católica del Este (UCADE), 2001-2003.
Miembro Comisión Nacional Remozamiento y Mantenimiento de la Basílica, desde 2001.
Miembro del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, 2001-2006.
Presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano, 2002-2005.
Presidente Academia Altagraciana, desde 2003.
Secretario General del CELAM, 2003.
Arzobispo de Santiago de los Caballeros, desde 2003.
Reconocimientos:
La Sandalia de la Buena Prensa, Edición El Peregrino, 1992.
Hijo Distinguido de Higüey, 1995.
Sociedad Cultural Oriental, 1995.
Pergamino del Club de Leones de Higüey, 1999.
Secretaria de Estado de Educación de Higüey, 2000.
Hijo distinguido de Guaymate, 2003.
Producciones CATEMAR, 2003.
Asociación de Empresas de la Provincia de la Altagracia, 2003.
Secretaria de Estado de Turismo, Oficina Provincial de La Romana, 2003.
Caballeros de la Legión de Honor, Embajada de Francia, 2003.
Fuente:
Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio. Basílica de la Altagracia, Higüey. Recuperado el 28 de julio de 2012, de http://basilicahiguey.com/historia/obispos/delarosa.html
De La Rosa y Carpio, R. B., Monseñor (2010, 17 de junio). Biografía Mons. De La Rosa y Carpio. Recuperado el 28 de julio de 2012, de http://delarosaycarpio.blogspot.com/2010/06/biografia-mons-de-la-rosa-y-carpio.html