Editorial Listín Diario
2/11/2009
Monseñor
Roque Adames fue un verdadero pastor de la sierra.
En las aldeas de las montañas de su diócesis
están las huellas de su misión, tanto en
la siembra de la fe como de la educación de los
más pobres.
De largo ejercicio como obispo de Santiago quedan,
entre sus obras sobresalientes, los grupos organizados
de campesinos,
la formación intensiva de los laicos y su fructífero
rectorado en la Universidad Católica Madre
y Maestra.
Dirigió el Plan Sierra desde el cual fomentó no
sólo la reforestación de amplias zonas que
en el pasado habían sido los principales centros
madereros del país, sino la educación ambiental
y la técnica para que los campesinos sacaran
mejor provecho a sus recursos.
Retirado hace varios años a consecuencia de problemas
de salud, la Iglesia le rindió un homenaje de reconocimiento
a sus años de pastor, oportunidad en la cual se
pusieron de relieve sus extraordinarias cualidades como
servidor de Cristo, como auténtico dominicano y
como un sólido intelectual y pensador.
Sin perder nunca su gracia “cibaeña”,
monseñor Adames fue siempre un obispo de pueblo,
un amigo de los humildes, un consejero amable, un animador
de obreros, un gran maestro y comunicador, en pocas palabras,
un pastor de la sierra admirado por todo el país.
Su muerte ha sido una gran pérdida para los que
lo respetaron y aprendieron sus enseñanzas
cristianas, pero una gran ganancia para el Reino
de los Cielos.
Tomado de: http://www.listindiario.com.do/app/article.aspx?id=120140