C.T.M.- ¿Entiende Usted, como entienden muchas personas, o a qué atribuye Usted el que específicamente a los poetas, según dicen algunos, el poeta es un romántico, porque si no le escribe a una bella mujer, no es poeta?

P.M.- "Primero lo de "romántico". El "Romanticismo" es una escuela del siglo XIX, creadora de la idea de la inspiración. Eso es una escuela, es una escuela literaria de la cual surgió después una escuela pictórica, ¡y hasta jurídica! Porque con el arte moderno ocurrió al revés: de la pintura surgió la literatura abstracta. Bueno, el asunto es. creo que el problema que Usted está planteando es lo de la poesía erótica, que lo que se entiende por poesía es sólo la poesía amorosa, o si la poesía amorosa es inseparable de la poesía, de manera que no se concebiría un poeta que no escribiera poesías de amor. Bueno, mire qué casualidad: yo soy uno de esos poetas que no escribe poesías de amor: yo solamente escribí 1111 libro que originalmente denomine "Ahora el amor abre 1111 paréntesis". Posteriormente decidí darle más cuerpo y escribí otro poema en la misma proyección que llamo "Poemas de buen amor y a veces de fantasía". Es la única obra que tengo de ese tiempo. ¿A que podría deberse eso?... Bueno, por cierto no se hasta que punto esta es una indiscreción: yo soy un hombre que tuve muchos requerimientos amorosos, y la mujer constituye un verdadero eje en mi vida emocional e íntima; yo perdí a mi madre cuando tenía tres años de edad. y siempre he dicho que he andado por el mundo siempre buscando a mi madre, y veía en toda mujer una evocación de mi madre, quizas un mensaje de ella misma, una especie de... como si ella volviera a vivir. Así es que yo anduve siempre detrás de las mujeres y yo me lo explicaba diciéndome que buscaba a mi madre, sin embargo no constituí ese tema en tema de mi poesía porque yo consideraba que eso era mi vida privada, y que mi vida privada no tenía por que interesarle a nadie. Si yo tenía necesidad de expresarle el amor a una mujer, cogía mi papel - usé siempre papel lino para escribirle a la mujer- y le escribía una carta a esa mujer que me gustaba y le decía las cosas que yo quería que ella supiera, pero no que las supiese el alcalde de París, porque si le hubiese interesado, pues yo se la hubiera vendido".

C.T.M.- ¿A don Pedro Mir le gusta, por casualidad, la publicidad, o no le gusta?, ¿rehuye Usted esas cosas?

P.M.- "Comprendo. Yo lo que creo es que el destino de la obra no se lo impone su autor, el autor entrega la obra a su tiempo, y la suerte de la obra es su propia suerte. Si es una obra autentica, si es una obra que refleja verdaderamente los anhelos de comunicación humana a que aspira el autor, ella sola, ella se abre camino, y cuantas veces intervenga su autor, le hace daño. "La obra debe, ella sola, caminar por el mundo con sus propios recursos, y establecerse sin la intervención del autor. Puede ser posible que la publicidad tenga algo que ver con eso, pero para eso están los Interesados en la obra. es decir, debe ser la propia obra la que promueva su publicidad, la que atraiga a sus admiradores, y sean los admiradores los que glorifiquen a la obra y a su autor, pero el autor debe permanecer al margen de esto".

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