C.T.M.- En la República Dominicana, dice Víctor Víctor, un cantante, que para ser poeta y para ser buen cantante, hay que beber mucha aguardiente; él lo dice en una forma jocosa, ¿es verdad eso, don Pedro? P.M.- "¿Dice Víctor Víctor?... No, no veo por qué. Rubén Darío bebía mucho, pero no todos los artistas beben; una cosa que yo comprobé en los primeros momentos en que comencé a escribir es que yo no podía escribir bajo los efectos del alcohol..." C.T.M.- ¿Por qué? P.M.- "Porque me inhibía. Mi mente no se ponía en eso; cuando yo bebía, mi mente -pienso yo-, mi espíritu, se ponía en ánimo de fiesta, de frivolidad, de risa, no de la cosa seria que era para mí la creación artística, Yo no podía nunca subordinar mi trabajo literario a la ingestión de bebidas alcohólicas". C.T.M.- Le hago esta pregunta porque el difunto poeta Juan Sánchez Lamouth se destacaba mucho por el exceso de alcohol que ingería; y en un momento determinado yo conversaba con él y Pedro A. Báez, un colega mío, y Juan Sánchez Lamouth nos decía a nosotros, un poquito borracho: "Alguna gente me critica, algunos creen que yo soy un poeta, otros, empero, creen que soy un borracho; yo me considero poeta, pero ¿dónde crees tú que voy a parar?, ¿qué voy a correr?, ¿los que me llaman borracho o los que me llaman poeta?" P.M.- "Bueno, los borrachos nunca se consideran que están borrachos. Ahora, lo que yo creo, porque fui amigo, también, de Héctor Díaz cuando yo era un adolescente. El era un poeta y un bebedor, un bohemio. Entonces, yo creo he pensado siempre, que el hecho de ser un bohemio y ser poeta son dos manifestaciones de algo que hay detrás. Da la casualidad que una causa puede ser común para la necesidad de tomar tragos y para la necesidad de escribir, pero en otros casos, esa causa determina que una beba tragos o escriba, y son dos cosas separadas en unos casos, pero en otros son simultáneas; así es que,no es que para ser poeta haya que beber, ni que los que beben son poetas, ¿no?".
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