C.T.M.- ¿Cómo se siente mejor don Pedro Mir. interpretando sus poemas,
o escucharlos interpretados por otros?

P.M.- "Escribiéndolos. porque esa poesía no fue necesariamente escrita para ser representada".

C.T.M.- ¿Cuando Usted escucha que ha llegado -y tiene que haberlo escuchado sabrá Dios en cuántas oportunidades- alguien a interpretar "Hay un país en el mundo", ¿qué siente el poeta Pedro Mir?

P.M.- "Bueno, sí, yo he tenido esa experiencia. Recuerdo -me viene así de golpe a la memoria como si fuera una inspiración. como dicen ustedes- que la primera vez que yo oí "Hay un pais en el mundo"..,

C.T.M.- ¿En la voz de quien lo escuchó?

P.M.- "Maricusa Ornes. Se lo oí recitar a ella por primera vez en 1949; Maricusa era una niña: el que era ya un hombre hecho y derecho era yo. Entonces, en un bello lugar que había en La Habana, un lugar público que tenía la forma de un teatro griego y ahí se realizaban actos culturales de todo tipo. Un anfiteatro con una escalinata, igual que el teatro griego, al aire libre. Ella apareció allí. con un traje blanco que le venía prodigiosamente bien a su estatura alta. de porte distinguido. La gente que andaba por el parque no sabía de que se trataba: vieron aquello Iluminado y una actriz actuando allí y se llenó eso. Entre el público estaba yo.

Nadie sabía que yo era el autor: y entonces ella dijo el nombre: una sorpresa para los presentes, no necesariamente para mí, porque yo estaba advertido, pero me dediqué a oír los comentarios de la gente que había a mí lado.

Alguna gente pensaba que el poema se refería a Cuba, encontraba algún elemento común y pensaba que se refería a Cuba. pero algunas personas decían, "no, eso no es Cuba". "Hay un momento en que en el poema se dice "el picador de caña", pero en Cuba no se le dice "picador" al "cortador" de caña. "Picador" se le llama a la persona que pide cigarrillos. Entonces, ya el que oyó esa expresión supo que no era de Cuba que se estaba hablando.

Ese tipo de experiencia, pero es un instante de reflexionar, de darse cuenta como que yo no era un autor, un poda. sino un ser humano, como todos los demás seres humanos que estaban allí viviendo una particular experiencia.

Para mi el asunto no era si Maricusa estaba interpretando o no mi poesía; eso no era para mí el problema: el problema era si el auditorio estaba recibiendo el mensaje del poema".

C.T.M.- ¿Y qué sintió Usted en ese instante?, ¿percibió lo que estaba recibiendo el público cubano?

P.M.- "Bueno, yo veo en tu pregunta siempre, como el oculto interés de que yo te exprese un juicio acerca de mi poesía..,"

C.T.M.- No necesariamente...

P.M.- "... y tú tienes que considerarme a mí como una de las personas que
estaban allí oyendo eso, a diferencia de que cualquiera que fuese el resultado
de esa experiencia iba a tener efecto sobre mi producción poética posterior: es
decir, si mi mensaje llegaba, si mi vocabulario era el adecuado, si el poema era
el justo, si lo que yo quería decir se percibía, no yo, porque si yo lo escribí
yo sabia lo que quería decir; yo quería saber si lo que yo decía era percibido
por el auditorio".

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