EL
HURACÁN NERUDA
Corregido el 8 de septiembre de 1975 y finalmente ( al menos
en apariencia) el 2 de noviembre del mismo año por tercera
vez.
El estruendo bolívar sobre el volcán Bolívar.
PABLO NERUDA
Canto a Bolívar
A
Mariano Carrera y a Laura, su esposa, porque apremiaban estos
versos.
Con un clavel.
Han pasado las horas sobre el volcán neruda y el delirio y la
fiebre sobre el temblor neruda y la dormida lava de la erupción
neruda sobre el fragor de la imponente situación neruda.
Todo descansa. Padre. Sobre los marfiles de los mas viejos pianos el
terciopelo duerme.
Hay una señora que se llama Luisa desde los ojos pardos hasta
el rumos de su pelo, desde su voz de aguja hasta el final del hilo en
cuyo extremo nudo, un pequeñuelo duerme. La delicada aurora se
balancea en su mirada y se desliza en su mano, rueda sangrando, se dirige
al suelo y nos sucede de pronto que se levanta el huracán neruda,
la ráfaga neruda y el vortice neruda y neruda el vendaval, reconstruido
por le grave estallido de la infernal consternación neruda.
Que ha sucedido, Padre? Súbitamente nos agravia todo.
Todo, hasta el agua misma se ha vuelto insoportable.
Los flotantes del acueducto de la cuidad, que no hace mucho se llevaban
las nubes a las sienes y pensaban reposadamente en tubérculos y
esponjas, de pronto se han tornado irreflexivos.
Se sabe ahora de no pocos torrentes que han dormido en los bosques.
De aguas adolescentes que han trasnochado desnudas en las calles.
Y de turbinas de vapor que han vuelto y devuelto el agua a sus antiguas
nubes.
Y lo mismo de sabanas recién lavadas que se han secado antes de
tiempo.
Y decididamente la misma suerte se sabe de sudores, de naranjas y de espejos...
Que ha sucedido , Padre? Todo ha muerto. Todo se ha dislocado. Se ha
sumergido todo. El caracol neruda en las inmensidades de los mares neruda.
El capitán neruda en los rompientes del archipiélago neruda.
Y todo neruda ardiendo en la esencial madera de aquella noche iluminada
en la emoción neruda:
" Quiero escribir los versos mas tristes esta noche"...
Y de pronto el celestial estruendo en la bóveda neruda.
Neruda entre los astros de la infernal dislocación neruda.
Que ha sucedido, verdadero Padre del huracán y del volcán
y la moderna lava? Que ha sucedido en el marfil y el terciopelo de los
viejos pianos y en los rompientes de los archipiélagos?
La historia es muy sencilla.
El hallazgo neruda en las laderas de los montes y a veces en la arena
de los ríos.
Los vestigios neruda en las mas altas capas de la atmósfera y en
las vértebras de algunos individuos insaciables, ha revelado el
nexo terminante del pueblo con las riendas de la aurora.
Feliz descubrimiento que es capaz de emancipar regiones infinitas de
los océanos y de los desiertos y sobre todo eliminar la noche y
los eclipses de las amapolas.
Y eso es todo. Y ha sido suficiente para todo. Después se ha sumergido
todo. Negado y anegado todo.
Porque ha sido la aurora y no el metal que despedaza al pueblo en sus
molinos.
Sino que el pueblo mismo en situación neruda. O si se quiere el
mismo pueblo en situación aurora.
Y así lo cuentan numerosas baladas de los pueblos y aparece en
las rondas infantiles:
La aurora tiene en su falda
Varios luceros bravíos.
Uno le canta y otro le baila.
Uno en Lisboa le toca el pifano.
Le toca el triangulo.
Le toca el tímpano.
Otro le canta y uno le toca un tamborín indochino.
Otro un timbal de Cambodia.
Y hay uno que esta dormido
en los mismos párpados abiertos de los Estados Unidos.
No es Cuba, naturalmente.
Ni un Panamá ni un México herido
Con todo lo que en sus respectivas aguas hay de canal y de rio.
Ni es Perú rescatándose.
Ni esta Argentina en peligro.
Y
menos
Santo Domingo
que tiene roto un lucero
en el centro del ombligo.
Ni siquiera esta lámpara huérfana
de luz que se llama Puerto Rico,
que ya se sabe que alumbra nuevos
huevos de sombra en su viejo nido.
Ni siquiera son los negros
de los Estados Unidos.
Sino la nación entera
de Thomas Payne y de Lincoln,
de las costas atlánticas
hasta el búfalo extinguido,
desde el resuello del jazz
hasta el pullman del Pacifico,
la que tiene entre sus párpados
abiertos los luceros dormidos.
Y uno le canta y otro le baila.
Y otro le brilla en el pueblo mismo.
Y otro le salta y otro le toca
la sinfonía medio dormido,
el toca el triangulo,
le rompe el tímpano,
en los mismos párpados abiertos
de los Estados Unidos.
Y esto nos explica la situación neruda.
Dicen que Salvador Allende era de color de rosa con algunas tonalidades
aborígenes y suaves matices amarillos sobre ondulaciones negras...
Y cuentan que tenia ascendencia británica de obreros y también
de campesinos celtas y labriegos esclavos en las que fueron sus venas.
Y que corrían en su sangre antecesores monegascos y raíces
indostánicas mezcladas con italianas, en el lívido intervalo
que media en primavera, entre una cepa escandinava y los mineros araucanos
mas trabajados en el cobre.
Y además todo envuelto en un contorno delicado de velamen español,
muy nuevo mundo y lusitano, en un pleno y desencadenadamente lucido contenido
chileno totalmente por la bandera de Chile.
Eso dicen...
Y quieren decir que era un orgullo de la humanidad entera y que tenían
toda su sangre comprometida y que en ella se hallaba comprometida la humanidad
entera.
Y entonces hubo que arrancar a Salvador Allende de las entrañas
de la humanidad entera.
La aurora tenia en su falda
varios luceros en Chile
y unos cuantos cantaban en le salitre.
Y entonces hubo que desprender a Salvador Allende de las entrañas
de la humanidad entera.
Y eso es todo.
Y cuentan que en ciertas noches de perfecta oscuridad se escucha una
canción desesperada:
En Chile! No hay un minuto que perder en Chile! Que hay una rosa en el
vergel peruano con toda una arrogancia de canal panameño que nunca
debe florecer
en Chile! No hay un instante que perder en Chile! Antes que empiecen
las misas de Camilo Torres y los poemas del Cardenal Ernesto o Ernesto
Cardenal
en Chile! Hay que incendiar a Chile! Antes de que en Chile el presidente
rojo o el presidente amarillo o el presidente negro decidan amanecer en
Chile!
(Arminda, ábreme la puerta
que todo es nuevo
que ahora nace una espiga
llamada el pueblo)
en Chile! Que esos muchachos ponían claveles en los fusiles del
Pentágono en la precisa ciudad de Washington como nos cuenta TIME
no deberán crecer
(Ay doña Arminda madame
Arminda señora Arminda
con los luceros que hay en tus ojos
podría la aurora acarrear disturbios)
en Chile! Ni en una calle ni en una esquina ni en las escuelas que hay
en los parques
(Ay, Arminda, ábreme la puerta
que no es que le tema al cuartel
ni le tema a los pueblos
que luchan junto a el
sino que Arminda ábreme la puerta
que estoy sufriendo
Que una verde cotorra se fue para Portugal:
Dame la patita, la cotorrita viene de Portugal
Arminda ábreme la puerta
que en su pico trae un clavel
y un incendio colonial)
En Chile, en Chile, en Chile no hay un solo minuto que perder.
Y así avanzan en Chile con esta canción desesperada.
Y así derramaron toda la sangre de Salvador Allende por las calles
de Santiago de Chile.
Derramaron sangre chilena en su mas pura cepa andaluza y berebere con
latidos keniatas y pulsaciones bretonas de glóbulos egipcios e
iraquíes.
Corrieron por la acera y se mezclaron en el polvo con la palpitaciones
de sangre japonesa, turquestana y hebrea, húngara y moscovita.
Formaban pequeños pozos donde palpitaba toda la América
incluyendo fragantes borbotones de Oregon, del " black belt"
y de Nebraska con diluidos pulsos canadienses.
De aztecas y de mayas, de culies hindúes, de zingaros y gitanos
montenegrinos y coronarias martíniqueñas.
Y claveles purpúreos de Nigeria y rosas de Francia y de Cayena
se unieron en todas las esquinas y formaron una sola corriente de sangre
de toda la humanidad, vertida del torrente chileno de Salvador Allende...
Y aunque la sangre derramada era amarilla y naturalmente blanca y desde
luego cobriza e inevitablemente negra, la ciudad se hizo mas roja que
nunca. Mas carmesí que nuca. Mas colorada y bermellón que
nunca.
Y nunca la rosa fue tan roja como en Santiago entonces.
Ninguna boca de trapecista inglesa fue mas enrojecida para el espectáculo.
Ninguna espada de torero andaluz ni la lámpara de guardavía.
Mas purpúreo que nunca, como Santiago es esos días lo fue,
jamás, el clavel en su etapa sangrienta.
La sangre universal de Salvador Allende inundo a todo Chile y siguió
creciendo en le recuerdo humano y en la estirpe vegetal y en el intestino
de todos los seres inanimados.
Y no habrá ningún nivel que soporte esa creciente.
Ni un corazón que le impida latir ese recuerdo. Ni que se aparte
de el.
Y cuando ardiendo la fruta se prodiga copiosamente en el tonel y brota
la muchacha sonriente y en la espiga
de los cañaverales, gota a gota se destila el sudor, de la garganta
del pueblo sale su mas limpia nota
que llega a América Latina y canta.
Y de repente el huracán neruda del vortice neruda se levanta.
Y en el sudeste asiático la aguda contradicción despedaza
la historia y en la noche neruda el sol neruda:
Triunfo en la vida y en la muerte gloria.
Y en Europa una siembra de fusiles
con un clavel neruda en la victoria.
Mi corazon y en el corazon de miles
de corazones creen en tu poesía.
Padre nuestro que estas mirando Chiles
Presentes y futuros. La poesía,
Tu poesía, anuncio que el capitán
Bolívar capitán del pueblo, volvería
cada cien años con el huracán
neruda envuelto en la cabeza y cien
años de Chile y de tu muerte van.
Otros dos siglos pasaran también.
Si no es porque esta noche el mundo entero
Torna y retorna de tu muerte, amen.
Del mas remoto punto del acero,
de la cuenca del cobre y de la nata
del hierro en el crisol y del primero
de los metales y después la plata,
pasando el manganeso y la bauxita,
un cinturón de manso se dilata
y en tu exacta violencia se da cita,
y traspasa en los términos humanos
la diplomacia de la dinamita.
Y en todos los caminos brotan manos
tuyas y abiertas a un mundo mejor.
Y entre la espiga y los futuros granos
y las manos que sudan y el sudor,
hay un Chile que torna al cataclismo
y un Chile que retorna al resplandor.
Un Chile mas neruda en el abismo,
mas chileno en la fiebre y mas neruda
y universal que el universo mismo.
Bajo la gris consternación neruda.
Y de repente el sólido huracán
Neruda, emprende el vértigo neruda
y regresa cantando el capitán.
Entonces podemos anunciar que hemos entrado
Estrepitosamente en ese gran sistema de estupor y sacrificio que denominamos
Una aurora
Para todos los hombres.
Para todos los países,
Para todos los tiempos
Y desde luego las palomas,
Para todos los gavilanes
Y para todas sus aventuras
Y temperaturas genitales.
Precisamente en estas paginas inaugurales de los grandes libros donde
las generaciones inscriben sus violencias natales. Y donde las civilizaciones
inventan sus sistemas de calculo:
Cincuenta y algas
Sesenta y látigos
Setenta y vísceras
Ochenta y sincopas
Y en lugar de noventa y uno:
Noventa y razas, noventa y rosas, noventa y risas y fracciones de muerte
fina, divisiones de escape y ecuaciones de júbilo; elevadas a la
indómita potencia que multiplica el tronco de los pueblos, pasadas
las tormentas y las conflagraciones.
Porque la aurora no es necesariamente un circulo absoluto.
Reflexionando sobre acontecimientos y pasadas noches se ve como una esfera
de circunstancias y de mariposas colocada en el tiempo se convierte en
indómita conducta.
De manera que lo que impone él transito brusco de un sistema hacia
una calidad inesperada y venturosa no siempre indica la dirección
de las bibliotecas o el canal de los circuitos electrónicos.
Porque sucede que no siempre se sube a la colina subiendo la colina.
Los pequeños sonrojos del crepúsculo, las manos que prefieren
agua fresca, el arroyuelo mismo y el ansia de retorno, son un componente
de la altura.
La marcha de la aurora es torno y retorno en las colinas.
Y el mismo caracol es un ejemplo: torna y retorna en espiral y de improvisto
desemboca en la vida. Y el ejemplo mas puro es la propia vida.
Y ella impone reemplazar la esfera del reloj con la imperante esfera
de la aurora.
Imprimir al redondo vals de sus agujas el despavorido galope del tiempo
con su polvareda de cambio que se suceden sorpresivamente mordiéndole
las horas ondulantes, ni un minuto antes ni un minuto después,
en Europa, en Australia, en Oceanía, como si se tratara de un tropel
de caballos, en América, en sus praderas desbocadas, mordidos en
la cola con violencia de cambio por un chispazo flagelante de la aurora.
Y por la serpiente o corriente del petróleo y de la gasolina.
Y por la muchedumbre de pavorosas fieras metálicas, el cromo, el
aluminio, el molibdeno, y el tungsteno y el acero y el iridio.
Y por un inexacto infinito de billetes de banco en estado de ventolina
en los desfiladeros del mercado.
Y por la explosión de la natalidad que multiplica los fantasmas.
Y por millones de automóviles pasando por el ojo del camello, y
autobuses atestados de colegiales y colegialas y de obreros y también
de locomotoras atestadas de militares, de sacerdotes y de camareros uniformados,
que tornan y retornan formando en espiral la catástrofe que tarde
o temprano desemboca en la vida.
Y cuando toda esta turbamulta alucinante crece en todas las raíces
y las ramas del mundo, inopinadamente crece también el pavor y
crece la desesperación y crispan el odio y la furia sus garras
y caen sobre el Palacio de la Moneda de Chile, y los cañones disparan
al revés, en dirección de la aurora, con la noche a la espalda
y estalla de repente la infernal consternación neruda y la desarticulación
neruda, en todos los ejes dislocados del mecanismo celeste.
Y cuando el poeta desciende de una manera o de la otra. Y es enterrado
y desenterrado y enterrado de nuevo no se sabe dónde, y arropado
en las sombras de la infamia no se sabe cuando, no se sabe como, y sobre
su recinto solitario se sobrepone un tacón de hierro y sobre el
recinto solitario de Salvador Allende, su lector favorito, se sobrepone
un tacón de hierro que recibe en su pecho la humanidad entera,
y cuando se descubre que la vida torna y retorna en espiral y que todos
estos descensos son un componente de la altura y cuando el caracol neruda
es un ejemplo en las inmensidades de los mares neruda. Y Salvador Allende
es un ejemplo en los archipiélagos neruda. Y cuando el ejemplo
mas puro es la propia vida...
Entonces podemos anunciar que hemos entrado estrepitosamente en ese gran
sistema de escalofrío que denominamos una infancia
Una inminencia
Una consagración
En las aguas ardientes y tormentosas de una indómita aurora
Para todos los hombres
Para todos los países,
Para todas las épocas
Y desde luego implicando en ello a todo el sistema planetario y a todas
las instituciones desconocidas del universo cósmico.
Y eso es todo. Han pasado las horas y han caído abatidas por la
espalda a los pies del calendario.
Las naranjas reanudan su bohemia amarilla, después de una estación
acidulada en los confines de una implacable disciplina verde. Las sabanas
recién lavadas, que han dado a luz antes de tiempo, retornan a
la brisa todavía manchadas de estupor.
Y lo mismo sucede a las banderas y a las lavanderas.
Y eso es todo. En Managua, en Wisconsin, en llo-lloulula el viento, cargado
de frecuencias telegráficas e instintos masculinos. En Santo Domingo
de Guzmán las palmeras cogidas de la mano recorren las nuevas avenidas,
que se sumergen debajo de otras avenidas para alcanzar los puentes, mientras
los suburbios urbanizan sus bucles, cambian el estilo de los surtidores,
y tu dices
"merde"porque mi corazón no puede mas
porque nuestros corazones no pueden mas
en un mundo que deja morir solos a sus héroes.
Y tus versos golpean la pared de la aurora. Y el eco parece morir cien
veces detrás de esa pared y detrás de las metrópolis
y detrás de las naciones subdesarrolladas y detrás de las
zonas turísticas.
Cierto.
Cierto.
Y los héroes, con los ojos abiertos, siguen muriendo solos en
Chile.
En Chile y otras partes. Cierto.
Poro todo ha cambiado, Padre.
La muerte misma ha cambiado de soledad.
La vida misma se nutre de la misma muerte.
Y en los grandes silencios y en las grandes soledades nacen denodadamente
nuevos héroes de los muertos solos, multitudes de nuevos héroes
más robustos y menos solos, en Chile y otras partes. Cierto.
Y sus corazones ahora pueden mas y nuestros corazones ahora pueden mas
en un mundo completamente iluminado por sus heroes.
Y no valdrán, para decirlo parodiando a Rioja, las puntas de las
armas y la púrpura hermosa a detener un punto la ejecución
del alba presurosa.
Vendrán otros poetas y una joven poesía jamás escrita
o escuchada, completamente insólita, íntegramente desencadenada
en maderas sonoras y piedras desconocidas en cristales inéditos
y transparencias únicas, de celulosa y derivados del petróleo,
construida por la nueva juventud y la nueva ancianidad que mira hacia
el futuro.
Desde ti, de tu madera de nave descubridora.
Vendrán otros poemas de amor y de alegría de un ruego inesperado
y esperanza absoluta que tejerán las manos y serán muchas
manos que la alzaran al pueblo y serán muchos pueblos.
Y el idioma del mundo serán esos poemas que las doncellas bravas
llevaran al mercado para comprar con ellos metales inauditos y goces increíbles
y pájaros de fuego.
Y tu descansa, Padre, que todos los hombres y las mujeres del mundo bebemos
tu palabra en tu copa de esperanza y alzamos tu indomable profecía.
Y
Para dejar constancia y para que no quede la más mínima
duda, consagramos y firmamos y sellamos esta época muda por los
años de gracia y de desgracia de mil novecientos Neruda.
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