LAS RAICES DOMINICANAS DE LA DOCTRINA DE MONROE4 Mientras tanto, el pueblo dominicano libraba su propia batalla. Un rumor echado a rodar sin duda desde las representaciones extranjeras sostenía que los Estados Unidos se proponía el restablecimiento de la Esclavitud en toda la Isla. Como resultado de ello es comprensible que los elementos de color en el país hiciesen la más enconada resistencia al proyecto de Tratado. Entre ellos figuraba un hombre del Gabinete de Santana, el General Merced Marcano, quien descendió de su posición para el ostracismo acusado de ser el caudillo de esa corriente. Pero la verdad es que la protesta sacudía a toda la nacionalidad, toda vez que Santo Domingo, históricamente, ha habido una unidad racial en términos nacionales que no coincide ciertamente con sus manifestaciones somáticas. Un periódico de aquellos ardientes días, "El Porvenir", apareció sorpresivamente con la demanda de que se llamara a los Generales Mella y Alfau para "la realización del pensamiento de reformas" y, a continuación, hacía una dramática relación de las necesidades del (12). Ver Relaciones, Tansill, Manning. 42 país que constituían una clan referencia a la situación. El periódico juzgaba, y estas son sus palabras textuales: "de vital importancia para la seguridad, el honor y el progreso material, intelectual y moral de la República, el sostenimiento a todo trance de la independencia y soberanía dominicanas, la formación de un gobierno republicano moderado, el mantenimiento de una paz de hecho con Haití; la amistad con todas las naciones, el reconocimiento de la independencia por las Repúblicas hispanoamericanas, In elevación de la inteligencia y del patriotismo, la perfecta igualdad de todos ante la Ley, el desarrollo de la Libertad de palabra y de prensa, la tolerancia de cultos, la solicitación de un Concordato, la erección de un obispado en el Cibao, la amnistía para todos los dominicanos que no hubieren traicionado la causa nacional, la instrucción popular gratuita, la organización de hospitales y cárceles penitenciarias, la completa reforma de la hacienda, el establecimiento de un tribunal de cuentas, la mejora del sistema monetario, la organización de una milicia nacional y de la marina de guerra, el establecimiento del telégrafo, el arreglo del sistema judicial, la inmigración protegida por el Gobierno y la reorganización del sistema municipal, "(13) Para un régimen de fuerza como el de Santana, que consumía todos sus recursos en el despotismo, tales demandas democráticas que ponían de relieve su inoperancia, eran realmente una prueba para su serenidad y bien pronto comenzó a dar síntomas de desasosiego. Como consecuencia inmediata, clausuró el periódico. Entonces comenzó a crecer la conspiración que fue, no obstante, rápidamente debelada. Como ocurre en tales casos, un Consejo de Guerra que actuó a verdad sabida y buena fe guardada", condenó a la pena de muerte a algunos, al destierro a otros y a confinamiento dentro del país a un buen número de ciudadanos. De manera, pues, que el conjunto de acciones que tuvo que enfrentar Cazneau pan llevar a su fin las gestiones que le fueron encomendadas, era realmente impresionante y, prácticamente, decisivo. (13). José G. García, ob. cit. 43 Pero nuestro aventurero no estaba menos provisto de recursos. Se había ganado la simpatía de Santana y cuando menos de dos miembros conspicuos de su Gabinete amén de otras amistades en las Cámaras legislativas. Había sacado a la luz un periódico, que dirigía un habanero nacionalizado norteamericano y también nacionalizado dominicano, Alejandro Angulo Guridi, que era realmente un Agente de Estados Unidos, movilizado a todo vapor en aquellas circunstancias. Su periódico hacía propaganda en favor del Tratado y combatía a sus enemigos. Las gestiones de Cazneau empezaron a dar sus frutos y, efectivamente, el Tratado fue firmado el 5 de octubre de 1854, listo para su ratificación par el Congreso dominicano. En las Instrucciones del Secretario Marcy, al negociador Cazneau se le había establecido con toda claridad que no retornara a Estados Unidos sin haberse asegurado la ratificación del Congreso dominicano, toda vez que, sin esa condición, difícilmente habría sido aprobado por el Congreso de los Estados Unidos. Ocurre que estas diligencias formales requieren a veces más tiempo que el que las personas sensibles pueden soportar. Cazneau era una de éstas y. viendo que la actividad de los agentes europeos era incansable y que la ratificación del Tratado encontraba demoras con el "quorum" cameral, perdió los estribos y le dirigió una comunicaci6n al Ministro de Relaciones Exteriores, en términos tan vehementes, que lo obligó a elevar una queja a su colega norteamericano por los términos "injuriosos a impropios" del Comisionado, considerando que "no podrían ser el resultado de una autorización oficial ". La verdad es que Cazneau quería presionar a las autoridades dominicanas y someterlas por miedo. . . Pero los europeos habían encontrado una salida más eficaz. El propio Cazneau acusaba en uno de sus despachos a su Gobierno a un ciudadano británico, Teodoro Stanley Henmeken, quien según él residía en la propia residencia del Cónsul pero que, habiéndose nacionalizado dominicano, tenía un puesto en el Congreso, y amparado en esa posición, había introducido una enmienda terrible al artículo 111 del proyecto de Tratado... Otros opinan que el autor de la estratagema fue Raybaud, el cónsul francés en Haití, en combinación con Faustino I el Emperador haitiano. Sea como fuere, la susodicha enmienda se hacia eco de un rumor propalado en el seno 44 de las masas populares, en el sentido de que los Estados Unidos trataban de introducir en el país su propio sistema esclavista, por medio de un tratado de cesión territorial, lo que constituía una amenaza terrible para los dominicanos. La enmienda que el Congreso finalmente aprobó para ser propuesta al Congreso de los Estados Unidos, entre otras, decía textualmente: "Que en los términos del Artículo III del Tratado los dominicanos deben someterse a las Leyes vigentes en varios Estados de la Unión y que, siendo estas leyes tantas y tan variadas en diferentes Estados, es necesario para que haya perfecta reciprocidad, que dicho Artículo sea concebido en estos términos: -que todos los dominicanos, sin distinción de raza o de color, gozarán en todos los Estados de la Unión americana, los mismos derechos a Iguales prerrogativas que los ciudadanos de esos Estados gozan en la República Dominicana. Y a continuación daba el puntillazo decisivo: "Entre otras razones que el Congreso tiene para esta enmienda -decía-, una es, que hay Estados en la Unión americana donde todos los ciudadanos son iguales ante la Ley y gozan de los mismos derechos, pero que también hay otros Estados donde no solamente no son iguales, sino que hay en ellos una raza y ramales de la misma, que son eternamente exceptuados..(14) Esta enmienda era la derrota aplastante de Cazneau, quien sabía que una semejante cláusula seria automáticamente rechazada por el Congreso norteamericano dado el peso de los votos del Sur. Y, desde luego, su cólera no tuvo límites por lo que Perkins, su historiador, dice de él que no era uno de los más "sazonados" diplomáticos de los Estados Unidos. Sin embargo, este es precisamente su gran momento histórico que vamos a describir a continuación y, por lo que más de un estudioso de hoy y de mañana hurgará en los secretos de su vida privada y mantendrá frescos para la posteridad, sus bíblicos amores con Cora Montgomery, en el "edén invernal" de la República Dominicana. . . (14) William R. Manning, Editor, Diplomatic Correspondence of the United States, Inter American Affairs, 1831-1860, Wash,, 1935, pág 152 (Nota). 45
Cazneau, probablemente con el concurso estilístico y dialéctico de su tormentosa consorte, dirigió una carta circular a los cónsules de Inglaterra y de Francia, las dos potencias más respetables del mundo en aquel entonces, en la cual y en nombre de su Gobierno, inspirado además en el recuerdo de Polk y sus antecedentes tejanos, invocó los principios que más tarde se denominarían Doctrina de Monroe. Esa carta que iba a conservar su nombre en los anales norteamericanos y de paso el de su compañera, a pesar de ser la historia de un fracaso diplomático de los Estados Unidos, estaba concebida en los siguientes términos: "Señores: El que suscribe, Comisionado Plenipotenciario de los Estados Unidos ante este Gobierno, teniendo buenas razones para saber que por varios medios -ayudados con el amenazador despliegue de una fuerza armada ante esta capital- han entorpecido y controlado la libre acción de la República Dominicana en sus relaciones con los Estados Unidos, protesta en nombre de su país por esta ruptura de la honorable fe hacia su Gobierno y contra esta usurpación ilícita de los derechos soberanos de una nación americana independiente. " Todo Gobierno ilustrado y en relaciones de amistad con los Estados
Unidos está perfectamente informado de su determinante propósito
como nación de oponerse, cual- "Los Estados Unidos no establecen diferencia en la aplicación de esta regla entre las fuertes y las débiles de las Repúblicas hermanas y ellas tienen el legítimo derecho de esperar que las poderosas y magnánimas naciones de Europa seguirán su ejemplo. 46 "Siendo bien conocidos estos hechos debo llamarle la atención, señor, a esta desconsiderada violación de las relaciones de Amistad y Comercio que hoy subsisten entre nuestras respectivas naciones en la confianza de que Ud., como la representación responsable de su Gobierno en esta Capital, tomara en cuenta las precauciones necesarias para impedir que estas relaciones sean perturbadas. "Si este debido cuidado fuera omitido, el Gobierno y el pueblo de los Estados Unidos pueden concebir que tienen justos motivos para desconfiar de la sinceridad y la buena fe de cualquier Gobierno cuyos agentes en estas aguas son así autorizados a interferir en los asuntos y negociaciones pertenecientes entera y exclusivamente a los intereses de los Estados Unidos y de la República Dominicana. "Confío en que Ud., señor, lamentará igualmente que yo las consecuencias que puedan resultar de esta intromisión desautorizada en la santidad y en la libertad de las relaciones interamericanas. 'De Ud. respetuosamente, WILLIAM L.CAZNEAU Los cónsules Schomhurgk y Darasse quedaron estupefactos al recibir esta comunicación tan altanera. Después de una breve deliberación, decidieron no prestarle atención a Cazneau y limitarse a un simple aviso de recibo que, no obstante, trasluce su indignación. El cónsul francés contestó con una simple esquela en estos términos: "El propósito, que ha tenido Ud. a bien asignarle a la presencia de esta rada de tres naves pertenecientes a la estación naval de las Antillas; las conjeturas que usted aventura y el tono que adopta no me permiten contestar su carta de ayer. Me limitaré a trasmitírsela a mi Gobierno. "(16) El cónsul inglés contesto con la misma brevedad: "He recibido su carta del 17 corriente. El tono con que (15) En Manning, ob. cit., y en Perk¡ns:
La Cuestión de Santo Domingo
"Trasmitiré ese documento al Secretario de Estado de Asuntos Extranjeros de Su Majestad, a lo cual me siento más inclinado en cuanta que soy de opinión que al Gobierno de S.M, le compete exclusivamente formar juicio sobre esos principios internacionales que su nota presume establecer (17) El Gobierno inglés, que se sepa, prolongó la actitud de inhibición elegante de su Cónsul en Santo Domingo, sin prestar atención ni a la carta de Cazneau ni a los ' principios internacionales que su nota presume establecer". Era pues un doble rechazo. El de la actitud del cónsul americano y el de la Doctrina de Monroe. En cambio el Gobierno francés se dirigió al Secretario de Estado norteamericano y le formuló una protesta par la acción de Cazncau que, desgraciadamente, no hemos tenido a mano al redactar estas notas pero que Perkins, en su obra fundamental sobre la historia de la Doctrina de Monroe que hemos mencionado, describe como "la primera protesta diplomática basada en los postulados de la Doctrina de Monroe". Un hito importante en la historia de esta Doctrina que, desde 1823, había tratado de obtener alguna forma de reconocimiento par parte de las potencias europeas, sin éxito. 6 Pero la vida tiene sus caprichos. Esta primera aventura de la Doctrina de Monroe implicaba un fracaso que debió tener amargas consecuencias para su autor, el fabuloso Cazneau, E1 público norteamericano no se enteró del percance debido a que el Departamento de Estado no tenia interés alguno en divulgar el fracaso. Así fue que, a pesar de que Cazneau fue destituido y se le ordenó el regreso inmediato a Washington, el tunante permaneció en Santo Domingo sin revelar su situación. Algunos días después, se le invitó a una fiesta oficial y contestó diciendo que asistiría pero sólo en su condición de simple ciudadano. Esta contestación (17) Tansill, ob. cit., pag. 216 y sig. 48
El caso es que Cazneau, no sólo permaneció en el país sino que siguió firmemente sus concepciones tejanas y apeló a un nuevo recurso. Se trataba de aquel otro proyecto que había traído en la cabeza, cubierto presumiblemente por un fastuoso sombrero tejano, al desembarcar en los primeros días de 1854 en Santo Domingo. Después del fracaso, Cazneau comenzó a darle forma en los términos de especulación de tierras en gran escala. Para 1860 ya estaba completamente delineado y en marcha. En 1862 constituyó una compañía, la American West India Company, con un capital de un millón de dólares, dividido en diez mil acciones de a cien dólares cada una. El Secretario de esta compañía era otro colonialista feroz, el Coronel Joseph Warren Fabens que desplegó una actividad enorme en éste y otros proyectos. Fabens leyó un entusiasta trabajo acerca de los "Recursos de Santo Domingo" en la American Geographical and Statistical Society, al que siguió un folleto titulado "In the Tropics", exaltando los encantos de este edén antillano. (18) Nosotros los dominicanos -y este es un párrafo sentimental no dejamos de leer estos documentos, los que escribió Cora y el propio Cazneau así como sus despachos al Departamento de Estado, sin alguna dosis de reconocimiento afectuoso. Sabemos bien que sus palabras estaban inspiradas en el más abyecto de los intereses y que, si estos aventureros hubieran temido mejor fortuna, Santo Domingo estaría hoy sumido en las más oscuras sombras del sistema colonial y probablemente esclavista. en sus variantes contemporáneas. Pero hay un calor en las expresiones de esta gente respecto al país, reflejan una pasión tan ardiente por sus bellezas naturales, la rodeaban de tal fantasía que uno piensa a veces que, como siempre, el amor y el interés andan juntos. Y esta vez es el amor el que salía favorecido. Uno de los propagandistas que se sumaron en aquellos días, el misionero Dr. W. L. Judd, que a lo mejor era el mismísimo W. L. Cazneau, decía (18) Idem. 49 "tono y en el orden más que científico de sus pasajes por terceras y quintas, que van con la mayor seguridad sobre varias octavas en una sola melodía y finalmente vibran una nota baja que harían estremecer cada nervio del cuerpo de un músico con tal deleite, que cualquier buen músico o persona de gusto musical estará ampliamente recompensado de lo que le cueste un viaje a través del Atlántico simplemente para escuchar su canción por espacio de quince minutos. . ."(19) No hay duda que las personas que fingen el amor acaban enamoradas, según se lee por ahí en algunas novelas. Y uno piensa que la pasión colonial en esta gente acabó por convertirse en pasión amorosa hacía Santo Domingo. Quiso el destino que no fuera un amor correspondido. . . El caso es que este tipo de propaganda surtió sus efectos y un cierto número de incautos armó sus bártulos y se trasladó a Santo Domingo para iniciar el proceso que llevó a Tejas, convertida en estrella, al pabellón de los Estados Unidos. La propaganda para atraer a los colonos potenciales, hacía énfasis, según refiere Knight,(20) en el hecho de que la temperatura de Santo Domingo rara vez pasa de los 30° centígrados lo que resulta moderada para la temperatura extrema de muchas ciudades norteamericanas. Pero lo que no decía la propaganda es que esta temperatura experimenta pocos cambios durante todo el año, de manera que pare los colonos, habituados a temperaturas muy frías en invierno aunque altas en verano, aquella constancia del calor equivalía a una cocción lenta, capaz de acabar como efectivamente acabó, por enfermar a los que se establecieron en Santo Domingo. Además del calor había, según los documentos, la "fiebre amarilla" aunque (19) Ob. Cit 50 nosotros los dominicanos no sabemos de esta fiebre sino en literatura. Pero sea como fuere, el caso es que la fiebre abatió a unos cuantos. Los restantes fueron abatidos en 1861--1865 por los españoles, que ocuparon entonces el país y que desde hacía varios años se encontraban preocupados, por la posibilidad de que los norteamericanos fomentaran una colonización en Santo Domingo con éxito y pasaran más tarde a Cuba. Desde 1852, los Gobernadores de Cuba y Puerto Rico inundaban a las autoridades españolas de Ultramar con informes acerca de planes de los ' filibusteros", como se llamaba entonces a las tentativas colonizadoras americanas inspiradas en el plan de Tejas. De manera que, cuando los españoles ocuparon el país, persiguieron a estos colonos con saña tal, que la misma casa de los Cazneau en San Carlos, en las afueras de la Capital, fue totalmente destruida pare no dejar siquiera el rastro de aquellas tentativas (21) En Julio de 1863, el Agente comercial de los Estados Unidos informaba a sus superiores que del último lote de inmigrantes que había venido al país, bajo los auspicios de la American West India Company, compuesto por 14 personas, 9 habían muerto ya, dos regresaron a Estados Unidos, el resto, con los que vinieron anteriormente, estaban todos en cama con fiebres y no se esperaba que sobrevivieran...'(22) Después de esta desgraciada aventura, Cazneau no volvió a aparecer en persona aunque sí en espíritu en Santo Domingo. Pero volverá a aparecer en estas páginas, porque es uno de esos personajes que nacen y renacen y nunca mueren definitivamente. Por eso los españoles le destruyeron su case. Y dicen algunas personas que en las noches de luna más apacibles, se ve pasear un par de enamorados por los alrededores del edén invernal de los Cazneau. A estas personas se les eriza toda la piel cuando se les ve disipar en dirección al Norte. Pero esto es pura leyenda y no puede tener acogida en los lectores de una narración académica como la presente. (21) Relaciones. 51
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