La presencia de
ustedes aquí, esta noche, nos complace y nos da una primera
oportunidad de revisar juntos las medidas económicas que
hemos adoptado o propuesto, sus objetivos, su coherencia y sus
limitaciones, todo a la luz de las estrechas relaciones que deben
prevalecer entre los sectores público y privado.
Muchas veces los empresarios nos han manifestado la necesidad
de crear confianza. De ahí que le dedicáramos parte
de nuestro discurso inaugural a la definición de ese término,
resaltándolo como uno de los propósitos del Gobierno
de Concentración Nacional. Al hacer un recuento de lo que
ha sucedido en los pasados 15 días y a vislumbrar el futuro
próximo, utilizaremos la confianza como principal medida
de la evaluación de los resultados que se esperan para
satisfacer el interés específico de esta audiencia
empresarial.
En
nuestro criterio, deseamos que todos los dominicanos comprendan
el programa económico del gobierno, y que el sector privado,
convencido como está, porque así lo ha expresado
muchas veces, de la urgencia de establecer un régimen mas
equitativo y de mayor justicia social, le ofrezca su respaldo
en beneficio de la paz ciudadana y del mantenimiento del orden
democrático.
Pero,
también el sector privado tiene derecho a reclamar una
gestión administrativa eficiente, honesta y capaz, en la
que se resguarde el patrimonio nacional, fruto en gran medida
de los esfuerzos de las actividades económicas de la empresa
privada. Las disposiciones que hemos adoptado durante el inicio
del gobierno, así como los proyectos de ley sometidos al
Congreso Nacional, han estado dirigidos a satisfacer a plenitud
los señalamientos anteriores. Como tenemos tiempo todavía,
estamos evaluando algunas de estas disposiciones, como la que
ordena el congelamiento de los salarios del sector privado.
Nos
hemos impuesto un programa, estricto de austeridad, cuidando celosamente
los recursos del Estado para, de ese modo, ahorrar fondos que
serán destinados a la inversión pública en
obras reproductivas. Tenemos que disminuir prácticas viciosas
dentro de las grandes limitaciones heredadas, como los inorgánicos,
para satisfacer el gasto público corriente y dirigirlos
más bien hacia la inversión reproductiva para que
cada peso se convierta en un factor valorizante de nuestra economía.
Ese ejemplo de conducta económica lo hemos acompañado
de normas invariables de moral política, que como la no
reelección presidencial y reformas constitucionales, afianzan
y consagran las instituciones de la república.
Por
elemental equidad el programa económico ha sido diseñado
para que gravite con más peso sobre los hombros de aquellos
que disfrutan de más capacidad contributiva porque en una
sociedad como la nuestra, los que más poseemos debemos
de soportar la mayor cuota de responsabilidad. Hoy, por designios
del destino, nuestro sacrificio ha de ser doble: al mismo tiempo
en que nuestros aportes han de ser aumentados, debemos trabajar
con ahínco para mejorar la vida de nuestros semejantes
que nada tienen.
En
armonía con esa política hemos dictado ordenes para
impedir el dispendio y el gasto suntuario a todos los niveles,
incluyendo la prohibición de importaciones de una amplia
gama de productos que, o no son necesarios, o pueden se sustituidos
por productos iguales o similares de fabricación nacional.
Para citar un solo caso, el gobierno no espera un sustancial incremento
de la industria de la aguja que provea de empleo a miles de mujeres.
Este
último punto nos lleva hacia el segundo ingrediente necesario
para crear confianza, que es el de la insoslayable vinculación
que debe existir entre el gobierno y el sector privado, para llevar
a cabo programas de desarrollo que dinamicen la economía.
Esto es quizás lo mas importante y lo mas difícil
de lograr, mucho mas que la imposición de las medidas de
corte restrictivo. Su finalidad primordial es el crecimiento de
la producción, especialmente del sector agropecuario y
de bienes exportables, con la triple ventaja de no gastar en alimentos,
de reconstituir las reservas monetarias y de eliminar el déficit
global de la balanza de pagos. Si no lo logramos aumentar la producción,
inmediatamente el programa de austeridad perderá en gran
medida sus efectos y se convertirá en fuente de discordia
e intranquilidad social. Que nuestra consigna sea el trabajo y
nuestra meta la producción. Este no es el momento de perder
tiempos en pugnas estériles, sino de pensar en la suerte
del país, estableciendo prioridades para lograr la salud
económica de la Nación.
Precisamente,
en el último Consejo de Gobierno discutimos algunas ideas
con respecto a la reactivación de la economía, tales
como el programa de construcción de viviendas y la reglamentación
de la Ley de Agroindustria que anunciamos en el discurso del 16
de agosto. Al reglamento de la Ley de Agroindustria, ya le estamos
dando los toques finales. Y, además, pusimos especial atención
a las necesidades de aquellos organismos que crean infraestructura,
como la Secretaría de Estado de Obras Publicas y el INVI,
disponiendo para los mismos un tratamiento preferencial en la
asignación de los muy escasos recursos fiscales. Por primera
vez en la historia dominicana en un Consejo de Gobierno participa
y se oye al sector privado junto al gubernamental como reconocimiento
y cumplimiento al Programa de Gobierno de Concentración
Nacional y de la importancia que tiene el sector privado en la
toma de decisiones encaminadas a levantar nuestra economía
y hacer desaparecer los peligros que se ciernen sobre nuestras
finanzas y el erario.
Ahora
bien, hay un aspecto muy concreto que deseo mencionar, relacionado
con la colaboración entre los sectores públicos
y privados: la deuda vencida del Gobierno Dominicano con empresas
y casa comerciales y el crédito interno del sector público.
Reitero la promesa del Gobierno de Concentración Nacional
de cumplir cabalmente con todos los compromisos de regimenes anteriores
que se corresponden a transacciones debidamente justificadas y
aprobadas según las leyes de la materia.
En
cuanto a las obligaciones que en el futuro pueda contraer el Gobierno
de Concentración Nacional, puedo asegurarles que nunca
asumiremos más deudas de las que podamos cumplir. Estamos
implantando los controles necesarios para cumplir con este propósito.
Consecuentemente con lo expresado en los dos párrafos anteriores,
les solicito su amplio apoyo a los programas y proyectos del Gobierno
de Concentración Nacional y a su desenvolvimiento económico
general.
Por
último, el tercer requisito para crear confianza es el
diálogo o sea el consenso que resulta de consultar franca
y abiertamente los asuntos del estado con todos los sectores de
la vida nacional. El dialogo ha sido norma vida para nosotros,
y hemos dado un ejemplo continuo con ese sentido. Pero no queremos
escatimar esfuerzos en este aspecto. Y por ello hemos decidido
establecer una oficina especial en el Palacio Nacional que servirá
de enlace entre el Presidente y su Gabinete, con las instituciones
del sector privado. Esta oficina de enlace tendrá a su
cargo la canalización de los asuntos relacionados con las
asociaciones empresariales y estará a cargo del Asesor
Empresarial del Presidente de la Republica, señor José
Antonio Najiri, que sirve de enlace entre el Gobierno y los obreros
y empleados, sin prejuicio de los secretarios vinculados directamente
con las áreas empresariales de trabajo.
Estamos
poniendo en práctica toda la confianza que el gobierno
espera del sector privado y que el sector privado espera del gobierno.
Todas las noches los funcionarios vinculados íntimamente
con la aplicación y control de presupuesto, y de las divisas,
se reúnen con los asesores bajo nuestra dirección
con el propósito de discutir y analizar durante largas
horas, cada asignación presupuestaria de manera que el
presupuesto de la Nación, como decíamos en la campaña
electoral no sea instrumento de politiquería sino del desarrollo
del país. Esa Doble confianza hace posible que surjan las
soluciones y también la recuperación, aunque lenta,
de nuestro país con la ejecución de todas las medidas
propuestas aportando cada sector su cuota de sacrificio para mantener
viva la fe y también la chispa de que la republica se recuperara
plenamente.