| Doctor 
              Guillermo LinaresComisionado de la Oficina para Asuntos del
 Inmigrante de la Alcaldía de Nueva York
 Distinguido Rector Monseñor Agripino Núñez 
              Collado;
 Autoridades de la Pontificia Universidad Católica Madre y 
              Maestra;
 Estudiantes de la Clase 2005; Familiares y Distinguidos Amigos:
 Cuando 
              el Rector de esta prestigiosa universidad me pidió que participara 
              en este acto tan significativo, me sentí muy honrado. Es 
              un privilegio estar ante ustedes para celebrar el triunfo de una 
              generación mas de dominicanos que hoy se gradúa y 
              se presta a enfrentar los desafíos de la patria.  Uno 
              de los aspectos que mas llaman la atención acerca de esta 
              institución educativa es su misión:” el compromiso 
              con la búsqueda científica de soluciones a los retos 
              que enfrenta el pueblo dominicano.”  Creo 
              incondicionalmente en esta misión. Mientras existan dominicanos 
              en sufrimiento, tenemos la responsabilidad, no la opción, 
              de identificar las soluciones a largo plazo que contribuyan al bienestar 
              de la nación. Ustedes 
              son la continuación de una travesía, la travesía 
              de nuestra nación. Nuestros antepasados pusieron los cimientos 
              para liberarnos del colonialismo; nuestras familias han fortificado 
              nuestros pueblos y construido puentes para el progreso; y las futuras 
              generaciones seguirán nuestro ejemplo legado.  Me 
              siento orgulloso de ser dominicano latinoamericano y ciudadano de 
              los Estados Unidos.  Nací 
              en Cabrera. Mi madre era costurera y mi padre sastre. En aquellos 
              tiempos predominaba un ambiente rural y familiar. Eran tiempos cuando 
              solíamos sembrar frutos, cocinar con carbón y lavar 
              en el rió. Durante 
              la década de los 60s el país enfrento una crisis económica, 
              social y política. Fue un tiempo de mucha turbulencia. Esta 
              situación motivo a mi familia y a otros dominicanos a inmigrar 
              a la cuidad de Nueva York en busca de estabilidad económica 
              y política. Pero 
              la recepción en este tiempo no era siempre acogedora. El 
              racismo de los anglosajones o el prejuicio de otros grupos étnicos, 
              incluyendo los latinos, constituyeron barreras no sólo difíciles, 
              sino también desmoralizantes. El trato a nuestra comunidad 
              era una gran contradicción considerando que esta era una 
              nación moderna y desarrollada. Sus habitantes vinculan a 
              los latinos que hablaban poco inglés con deficiencia mental. 
              Mientras el trabajo manual estaba disponible, los empleadores se 
              aprovechaban con frecuencia de los inmigrantes. Le demandaban jornadas 
              largas de trabajo a cambio de salarios bajos y sin beneficios.  En 
              medio de crudos inviernos, discriminación y explotación, 
              tuvimos que luchar por nuestra sobre vivencia. Fueron esta circunstancias 
              las que nos llevaron a organizar eventos que nos permitieran rescatar 
              nuestra cultura y mantener nuestras tradiciones patrias vivas. Establecimos 
              grupos sin fines de lucro que brindaran servicios sociales a nuestras 
              comunidades. Establecimos red de negocios tales como bodegas, supermercados, 
              restaurantes, salones de belleza, agencias de pasajes y penetramos 
              a la industria del transporte guiando taxis “gitanos” 
              como se les llamaba en aquellos tiempos. En mi caso particular, 
              siendo el mayor de 9 hijos, me tocó trabajar en bodega, supermercado 
              y guiando un taxi gitano y luego amarillo para completar el ingreso 
              de la familia y pagar mis estudios universitarios. Con 
              nosotros se encuentra una delegación de empresarios que forman 
              parte de la Asociación Nacional de Supermercados. Ellos representan 
              los pioneros y los héroes anónimos de nuestra comunidad. 
               Luchamos 
              por darnos a respetar, exigimos y logramos que se establecieran 
              cursos de historia y literatura Dominicana a nivel universitario 
              y que se integrara en el currículo de las escuelas publicas 
              de la ciudad la celebración de la herencia Dominicana. Mas 
              reciente establecimos el Instituto de Estudios Dominicanos del sistema 
              universitario de la cuidad de Nueva York. Cabe destacar que el sistema 
              universitario de la cuidad cuenta con 40,000 estudiantes dominicanos. En 
              Washington Heigths, epicentro de la comunidad dominicana en Nueva 
              York, fundamos organizaciones de servicios sociales como la Asociación 
              Comunal de dominicanos Progresistas, el Centro para el Desarrollo 
              de la Mujer Dominicana y la Asociación Audubon para el Desarrollo 
              Económico, entre otras.  Trabajamos 
              para establecer una relación de confianza entre los residentes 
              y la policía local. Obtuvimos un nuevo cuartel de policía 
              y gracias a la cooperación continua entre ambas partes, el 
              vecindario experimento el mayor descenso de criminalidad en la ciudad. En 
              el área de educación, luchamos por mayor participación 
              de los padres en la educación de sus hijos. Con la llegada 
              de familias Dominicanas, el distrito escolar se convirtió 
              en el mas sobre poblado de la ciudad. En respuesta a este reto, 
              los padres y la comunidad se movilizaron y lograron que la comunidad 
              construyera 10 escuelas nuevas a un costo de mas de 300 millones 
              de dólares. En 
              el ámbito de la justicia social, formamos alianzas con los 
              puertorriqueños, afroamericanos y otras comunidades minoritarias 
              en la ciudad. A través de un diálogo continuo con 
              estos grupos étnicos, pudimos comprobar que compartíamos 
              experiencias y que teníamos mas similitudes que diferencias. Por 
              generaciones los dominicanos, como otros inmigrantes, se han establecido 
              en la Cuidad de Nueva York para trabajar arduamente. Con nuestro 
              trabajo las industrias de esta cuidad continúan funcionado 
              y por tanto, hemos contribuido a que la Cuidad de Nueva York sea 
              el líder global que es actualmente. Luchamos 
              arduamente por lanzar candidaturas para ocupar cargos electivos, 
              a tal grado que hoy contamos con 22 funcionarios electos en varios 
              estados a nivel local y estatal. Y a estos sumamos seis jueces electos 
              en la cuidad de Nueva York, incluyendo al primer juez en la corte. 
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