Discurso
pronunciado por el Doctor Leonel Fernández, ex presidente
de la República y precandidato del PLD, transmitido por una
cadena de radio y televisión
Pueblo
Dominicano:
Esta
noche me dirijo a Uds., no en calidad de Presidente del Partido
de la Liberación Dominicana, ni como precandidato presidencial
de esa organización política, sino como un simple
ciudadano preocupado por la situación económica por
la que en estos momentos atraviesa la República Dominicana.
Como
es de su conocimiento, en los últimos tiempos he estado visitando
diferentes comunidades del interior.
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Según
recogen los medios informativos, en la calle Padre Castellano, antigua
17, de la capital, han cerrado 70 negocios, mientras que en las
principales plazas comerciales los letreros más comunes son
"Se Vende' o "Se Alquila".
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En esas visitas hemos conversado no sólo con peledeistas,
sino también con muchas personas sin ningún compromiso
político o que son simpatizantes de otras organizaciones
políticas.
Nos
hemos reunido con amas de casa, comerciantes e industriales, pequeños
y grandes empresarios, pobres y ricos, moradores de barrios y campesinos,
productores agropecuarios e industriales, es decir, con todos los
que hemos podido, y en todas esas reuniones hemos oído sus
reclamos, sus necesidades y sus preocupaciones.
Ahora
bien, en esos recorridos, lo que más me ha impresionado fue
la pregunta que me hiciera una señora entrada en edad en
Rancho Arriba, de la Provincia de San José de Ocoa.
En
momentos en que conversábamos sobre la situación del
país, la señora se me acercó al oído
y de manera muy preocupada, me preguntó: ¿Y cuál
será el destino de este país? ¿Qué será
de mis nietos?.
Esas
preguntas me conmovieron, porque en la voz de esa señora
se estaban reflejando interrogantes e inquietudes que laten en el
alma de la gran mayoría de los dominicanos. ¿Hacia
donde vamos?, ¿Qué va a pasar con nuestros hijos?.
¿Qué va a pasar con el futuro de la República
Dominicana?.
Y
todas esas preguntas surgen porque en la actualidad la República
Dominicana está viviendo uno de los períodos más
calamitosos de los últimos años.
En
la medida en que vamos visitando pueblos y comunidades del interior
son cada vez más alarmantes las noticias que recibimos. En
Samaná, por ejemplo, nos hablan del cierre de varios hoteles,
entre los cuales se encuentran el Hotel Cayacoa, el Hotel Cayo Levantado
y el Hotel Kiko.
En
Nagua, San Francisco de Macorís y Cotuí, los productores
de arroz nos explican su situación, informándonos
que pierden más de 300 pesos por tarea, como resultado de
que producen 3 fanegas de arroz por tarea y cuando pueden vender
a mejor precio esa fanega, el precio no pasa de 670 pesos, es decir,
reciben 2 mil 10 pesos por tarea producida, pero los costos se le
han subido a casi 2,400 pesos.
Ese
incremento de los costos del quintal de arroz es producto entre
otras cosas de que al mes de abril, el quintal de urea, que es el
abono que se utiliza para el cultivo del arroz, pasó de 165
pesos en enero a 490 pesos en abril.
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Los
precios de los productos de primera necesidad se han incrementado
de manera significativa. Ha incrementado la leche, el jabón,
el bacalao, las sardinas, los calditos de pollos, los pañales,
las pastas alimenticias, la salsa de tomate, el agua de beber, el
queso y el salchichón, así como también el
transporte, el pan, el gas de cocinar y la energía eléctrica.
En fin, todos los bienes y servicios de la canasta familiar.
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El abono triple 15 subió de 155 pesos el quintal a 360 pesos,
mientras que el abono 12, 24,12 pasó de 200 a 366 pesos y
el sulfato de amonio de 132 a 231 pesos.
El
Banco Agrícola no está financiando a muchos agricultores,
habiéndose reducido el área financiada en más
de un 50%, y aquellos productores que son financiados por el Banco
Agrícola no se les entrega dinero, sino sólo una carta
orden para comprar los insumos, la cual, además, generalmente
es recibida con un cierto descuento por los proveedores de insumos
agrícolas.
Otra
de las quejas de los productores de arroz es que dada la escasez
de circulante y las altas tasas de interés en la banca comercial
privada es muy difícil obtener financiamiento. De igual forma,
hay una gran queja en el sector porque el Gobierno le adeuda unos
435 millones de pesos por la pignoración de años anteriores.
En
Nagua, un grupo de productores de arroz nos informaba que hasta
hace unos años se les entregaba de manera gratuita el material
de siembra y hoy, sin embargo, están obligados a comprarlos.
Y que todos esos elementos unidos están produciendo la quiebra
de muchos productores, afectando a ellos y a sus familias.
Todo
eso ha originado que el año pasado la producción del
arroz en cáscara haya descendido en casi mil toneladas métricas.
Esa
quiebra de los campesinos que siembran arroz también ha estado
llegando a muchos molineros que se han visto obligados a cerrar
sus molinos debido a que no resisten los costos con los que están
trabajando.
Pero
si vamos a Constanza nos encontramos productores de ajo que se quejan
de la ausencia de suministro de semillas a los pequeños productores,
de las importaciones y del contrabando, y de que a los empresarios
que el año pasado pignoraron el ajo no le han pagado, por
lo que se niegan a realizar la misma operación este año.
Para
que se vea la magnitud del problema de los productores de ajo debemos
decir que hace una semana un quintal de ajo se estaba vendiendo
a 800 pesos, mientras que hace un año ese mismo quintal se
vendía entre mil ochocientos y dos mil pesos, y como se sabe,
los costos de producción de hace un año eran mucho
menos que los de ahora.
La
situación de los productores de habichuela de San Juan de
la Maguana no es distinta, pues existe en esta producción
una enfermedad llamada afección por virosis, que ha reducido
la rentabilidad, a lo que se le añade el hecho de que nadie
quiere comprarles las habichuelas, porque hace casi dos años
a las personas que pignoraron sus habichuelas, les deben 80 millones
de pesos.
Los
productores de caña también andan mal porque ellos
tienen que vender la libra de azúcar a los mismos precios
de hace dos años, a pesar de que los costos han subido.
La
situación de los productores de coco de Sánchez, Samaná
y Miches no es mejor que la de otros agricultores. La presencia
del de amarillo letal y el descuido de las plantaciones ha diezmado
considerablemente este cultivo, lo que ha venido acompañado
con una caída en los precios.
En
nuestro recorrido por Azua, Villa Vásquez y Guayubín,
nos hemos encontrado con la crisis de los productores de tomate
afectados entre otras enfermedades por la plaga llamada "el
dorado del tomate".
La
situación con la producción del tomate ha sido tal,
que según informa el Banco Central el año pasado se
dejaron de producir 65 mil toneladas métricas, es decir,
una caída de casi un 21% de la producción del año
pasado.
En
nuestro recorrido por San José de Ocoa y por Constanza también
hemos oído la queja de los productores de papa por la falta
de mercado, por los altos costos y por la presencia de la plaga
llamada "el puerto". Y es por eso que la producción
de papa el año pasado cayó en casi un 25%.
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La
tasa de interés, que es el dinero que los bancos cobran por
prestar, ha subido en más de un 40%, elevando así
los costos de producción y comercialización de todos
los bienes y servicios en el país, y como ustedes saben,
también se ha operado un comportamiento desastroso en el
régimen cambiario, pues se ha producido un incremento del
valor del dólar con respecto al peso dominicano en más
de un 80%.
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Los productores de café y cacao de Padre las Casas, Peralta,
Barahona, Enriquillo, Pimentel, Cayetano Germosén, Gaspar
Hernández, San Francisco de Macorís, Villa Rivas,
Miches y Salcedo, así como los productores de tabaco de Puerto
Plata, Altamira, Navarrete, Villa González y Santiago Rodríguez
también han mostrado su preocupación por el incremento
de los costos de los insumos para producir estos dos productos,
así como por los altos intereses que tienen que pagar para
financiar sus cosechas.
Cuando
fuimos a Moca, La Vega, Salcedo, Barahona, Vicente Noble y Tamayo,
los productores de plátanos con los que conversamos nos expresaron
la misma preocupación, esto es, costos elevados y la presencia
de la sigatoca negra, todo lo cual está originando un desinterés
por la producción de ese bien.
Para
que se entienda la problemática de éste musáceo,
debemos decir que el año pasado se produjeron casi 50 millones
de plátanos menos que en el año 2001. Óigase
bien, 50 millones de plátanos menos. Que barbaridad!
La
situación de los productores de piña, así como
los de maíz en grano es muy difícil. La falta de semillas,
la destrucción de los caminos vecinales y el incremento también
de los costos, originaron que el año pasado la producción
de maíz en grano haya descendido en 17% y la de piña
en casi un 21% con respecto al año 2001.
Los
productores de casabe de Monción atraviesan por una situación
sumamente precaria, y es que han tenido que volver a usar hornos
de leña en lugar de gas, lo cual le reduce la producción
y la calidad del bien que ellos producen.
En
Higuey y San Francisco de Macorís unos productores de leche
y de ganado de engorde nos informaban que están vendiendo
sus animales porque no pueden soportar los costos, con el agravante
de que les deben 100 millones de pesos a los suplidores de leche
del desayuno escolar, lo que puede originar una caída dramática
en la producción de leche y de carne de res en el corto plazo.
El
conversar con los productores avícolas, porcinos y de huevos
de Licey y de Moca es, como dice el pueblo, para ponerse a llorar.
El 30% de estos productores han quebrado. Producir una libra de
pollo costaba 10.25, y los productores lo están vendiendo
a 8 pesos. Producir un kilo de cerdo cuesta 27.45 y se vende perdiendo
casi 8 pesos por kilo.
Según
un comunicado de los principales productores de pollos, puercos
y huevos, en los últimos tiempos sus costos se han incrementado,
entre otras razones, por el alza del maíz en un 111%, de
la soya en un 94% y de la grasa vegetal en un 134%.
Pero
la situación de los productores de pollos no es sólo
por el incremento de los costos, sino por el hecho de que la población,
dada la situación económica nacional ha dejado de
consumir la carne de pollo, descendiendo el consumo de esta carne
de 12 millones de libras al mes a 8.5 millones de libras.
Por
supuesto, la situación que se vive en las grandes ciudades
tampoco es distinta de la que se vive en el interior.
Sólo
en Santo Domingo, hay más de 120 proyectos de construcción
de apartamentos paralizados, originado por el incremento en más
de un 100% de los precios de la mayoría de los productos
que se usan en esa actividad, tales como el acero, el cemento, el
zinc, la madera, los alambres eléctricos, así como
materiales y equipos para baño.
También
ha afectado de manera muy significativa en la actividad de construcción
los intereses bancarios, y ya no sólo a los constructores,
sino también a muchos adquirientes de viviendas a los cuales
los pagos mensuales que deben hacer les ha subido tanto que en muchas
ocasiones han tenido que vender sus apartamentos o entregarlos por
no poder cumplir con el pago.
Al
sector automovilístico del país, las ventas se le
han reducido en casi un 80%. Para que se tenga una idea de la situación
de ese sector, nada más debemos decirle que en el período
enero abril del año pasado, se importaron unos 27,719 vehículos
y en este año las importaciones sólo fueron de 9,149,
de los cuales unos 1,100 fueron importados por el Gobierno.
Al
igual de lo que está pasando con la compra de apartamentos,
los compradores de vehículos que habían planificado
pagar mensualmente, por ejemplo 10 mil pesos, en la actualidad tienen
que pagar 13 mil pesos, lo que naturalmente afecta su presupuesto
familiar.
Las
principales arterias comerciales, antes repletas de personas, hoy
se encuentran con poca afluencia de compradores. En las famosas
avenidas Duarte, Mella y Conde de la Capital son muchos los negocios
que han cerrado.
Según
recogen los medios informativos, en la calle Padre Castellano, antigua
17, de la capital, han cerrado 70 negocios, mientras que en las
principales plazas comerciales los letreros más comunes son
"Se Vende' o "Se Alquila".
En
Plaza Central, en la capital, hay unos 15 espacios vacíos.
En las demás plazas las ventas se han caído en un
50% y los periódicos recogen el cierre de, entre otros, los
siguientes negocios: Anafe, Back Street, Vía Roma, Moda Italiana,
Kados Beauy Center y The Season Shop.
En
Unicentro Plaza nueve negocios han cerrado en los últimos
días, incluyendo salones y tiendas por departamentos.
En
Plaza Naco otros más han cerrado, incluyendo Yuppy, el Mundo
del Tenis y la tienda Mary.
En
Diamond Mall, han cerrado entre otros: Attitude Fashion, Punto,
Pizza y Pasta y Tacos y Fajitas.
Muchos
negocios de comida rápida han disminuido sus ventas, como
Pizarelli, y otros sencillamente han cerrado, como es el caso de
Churchs Chicken que cerró sus dos restaurantes.
Burger
King ha anunciado que ha despedido 150 de sus 600 empleados y otros
establecimientos amenazan con cerrar, como es el caso del famoso
Palacio del Yaniqueque, en Villa Juana, de la Capital.
Los
vendedores de electrodomésticos y muebles han señalado
que sus ventas han caído en un 50%, mientras que al mes de
febrero los panaderos informaban que habían 130 de las 1,200
panaderías que operaban en esa fecha cerradas, por quiebra.
Muchos
otros negocios han clausurado también, como es el caso de
PriceSmart en la Zona Oriental y Pollos Rey de la Winston Churchill,
en la Capital, donde se puso un letrero muy llamativo, digno de
nuestros tiempos, el cual dice así:"Cerramos porque
el horno no está para galletitas".
Y
ciertamente, señoras y señores, en estos tiempos,
en la República Dominicana, el horno no está para
galletitas, y no lo está porque en los últimos años
la situación del país se ha deteriorado. En agosto
del año 2000, por ejemplo, sólo 138 de cada mil dominicanos
en edad de trabajar estaba desempleado; en la actualidad esa cantidad
se ha incrementado a 170 por cada mil, habiéndose aumentado
a casi 400 mil dominicanos el número de desempleado.
Las
estadísticas del comportamiento de muchas de las variables
económicas estimulan el nivel de desesperanza. La inflación
del año pasado fue de 10.51%, la más alta de los últimos
8 años, y la segunda más alta desde 1990, y lo que
es más grave aun, es que el año 2003, este año
que está transcurriendo, se inicia con la misma tendencia
del año pasado, pues sólo en los primeros cinco meses,
los precios se han incrementado en un porcentaje mayor que el crecimiento
de todo el año 2002.
Los
precios de los productos de primera necesidad se han incrementado
de manera significativa. Ha incrementado la leche, el jabón,
el bacalao, las sardinas, los calditos de pollos, los pañales,
las pastas alimenticias, la salsa de tomate, el agua de beber, el
queso y el salchichón, así como también el
transporte, el pan, el gas de cocinar y la energía eléctrica.
En fin, todos los bienes y servicios de la canasta familiar.
La
tasa de interés, que es el dinero que los bancos cobran por
prestar, ha subido en más de un 40%, elevando así
los costos de producción y comercialización de todos
los bienes y servicios en el país, y como ustedes saben,
también se ha operado un comportamiento desastroso en el
régimen cambiario, pues se ha producido un incremento del
valor del dólar con respecto al peso dominicano en más
de un 80%.
Todos
estos datos e informaciones que les he brindado es para compartir
con ustedes una apreciación sobre la situación económica
y social del país, y es la de que ésta no sólo
es mala, sino muy mala.
Ahora
bien, de lo que se trata en estos momentos de angustia y desesperación
que está viviendo la República no es de levantar el
índice acusador y hacer que caigan rayos y centellas sobre
las cabezas de unos opacos e incompetentes funcionarios de gobierno.
Ya,
tal vez, el venidero certamen electoral proporcionará el
escenario de lugar para una práctica deportiva de esa naturaleza.
Ahora,
sin embargo, de lo que se trata es de aunar esfuerzos como Nación,
para entre todos juntos enfrentar este sombrío panorama,
y restituirle la confianza al pueblo dominicano de un mejor futuro.
En
esta hora crucial de la República, en que la actual crisis
económica puede convertirse en una crisis de gobernabilidad,
como ha ocurrido en otras naciones del continente, me permito, de
manera humilde y respetuosa, hacerle un llamado al actual Presidente
de la República, Ingeniero Hipólito Mejía,
a los fines de que convoque a una cumbre de los principales líderes
del país, del sector político, empresarial, laboral,
eclesiástico y de la sociedad civil, para, de manera consensuada,
contribuir a la búsqueda de una solución a los males
que en la actualidad nos aquejan.
Creo,
señoras y señores, que el país no comienza
ni termina con un gobierno. Que el país es imperecedero y
que pertenece a todos y cada uno de los dominicanos.
Creo,
además, firmemente, que a pesar de lo tenebroso y lúgubre
en que se encuentra el panorama actual, el pueblo dominicano tiene
suficientes energías, recursos y talentos, para que entre
todos, volvamos a reorientar la dirección y el rumbo de nuestra
sociedad.
No
será ni con intransigencia oficial ni con radicalismos ni
desplantes de la oposición como podremos remontarnos sobre
la actual situación que nos agobia.
El
momento actual requiere de la madurez de las cabezas más
esclarecidas del país, y es por eso que al terminar mis palabras
le pido al Presidente de la República, que por el bien de
la nación y una adecuada culminación de su mandato,
acoja nuestro llamado.
MUCHAS
GRACIAS.
BUENAS
NOCHES.
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