Editoriales | Educativas | La Universidad de Santiago ( 19 - 1 - 64 )

En Santiago, centro principal de la ubérrima región del Cibao, se ha iniciado una campaña, de tipo nacional, destinada a levantar fondos para el más pronto funcionamiento de la nueva Universidad "Madre y Maestra", institución de estudios académicos auspiciada primordialmente por la Iglesia Católica, religión que es la que profesa la casi universalidad del pueblo dominicano.

La creación de esa universidad en la parte norte del país, constituía una verdadera necesidad para la mayor difusión de los estudios superiores en todo el territorio nacional, en razón de ser el Cibao la región más densamente poblada de la República, y por tanto, merecedora de poseer un centro docente de esa magnitud, donde puedan recibir enseñanza universitaria la gran cantidad de jóvenes que viven en dicha región.

Todos los buenos dominicanos, en la medida de sus respectivas posibilidades, deben prestar su ayuda para la pronta instalación de esa nueva casa de estudios que constituirá, indudablemente, un importante centro de educación científica y espiritual para la juventud nuestro país, el cual propiciará la creación, no tan sólo de profesionales verdaderamente capacitados en las diversas disciplinas académicas, sino de honestos ciudadanos, en cuyas conciencias florezcan los sentimientos cristianos que forman parte de nuestra idiosincrasia nacional.

En este momento crucial que vive nuestro país, en que las pasiones desorbitadas han creado un ambiente de odio y rencor entre los dominicanos de diversas ideologías, la aparición de un centro docente del carácter y propósitos de la Universidad "Madre y Maestra", constituye un signo de aliento y esperanza para el futuro de la juventud dominicana, ya que de ella habrán de salir los hombres que tengan en el mañana, la responsabilidad de conducir al país por los nuevos derroteros de otra vida mejor.

El gobierno debería conceder una sustanciosa ayuda económica a la Universidad de Santiago, tomando en consideración el hecho de que los alumnos de la misma pagan un estipendio mensual por recibir enseñanza académica, lo cual no ocurre en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, cuyos estudiantes disfrutan gratuitamente de todas las facilidades que les son brindadas, y cuyos profesores perciben ahora excelentes remuneraciones, pagadas exclusivamente con cargo al erario público.

Es pues justo que el Estado coopere, en forma apreciable, en el sostenimiento de esa nueva casa de estudios, cuya creación representa un tesonero esfuerzo constructivo, que debe estimularse, para la mayor difusión de la enseñanza y la cultura.


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