En
Santiago, centro principal de la ubérrima región del
Cibao, se ha iniciado una campaña, de tipo nacional, destinada
a levantar fondos para el más pronto funcionamiento de la
nueva Universidad "Madre y Maestra", institución
de estudios académicos auspiciada primordialmente por la
Iglesia Católica, religión que es la que profesa la
casi universalidad del pueblo dominicano.
La creación de esa universidad en la parte
norte del país, constituía una verdadera necesidad
para la mayor difusión de los estudios superiores en todo
el territorio nacional, en razón de ser el Cibao la región
más densamente poblada de la República, y por tanto,
merecedora de poseer un centro docente de esa magnitud, donde puedan
recibir enseñanza universitaria la gran cantidad de jóvenes
que viven en dicha región.
Todos los buenos dominicanos, en la medida de sus
respectivas posibilidades, deben prestar su ayuda para la pronta
instalación de esa nueva casa de estudios que constituirá,
indudablemente, un importante centro de educación científica
y espiritual para la juventud nuestro país, el cual propiciará
la creación, no tan sólo de profesionales verdaderamente
capacitados en las diversas disciplinas académicas, sino
de honestos ciudadanos, en cuyas conciencias florezcan los sentimientos
cristianos que forman parte de nuestra idiosincrasia nacional.
En este momento crucial que vive nuestro país,
en que las pasiones desorbitadas han creado un ambiente de odio
y rencor entre los dominicanos de diversas ideologías, la
aparición de un centro docente del carácter y propósitos
de la Universidad "Madre y Maestra", constituye un signo
de aliento y esperanza para el futuro de la juventud dominicana,
ya que de ella habrán de salir los hombres que tengan en
el mañana, la responsabilidad de conducir al país
por los nuevos derroteros de otra vida mejor.
El gobierno debería conceder una sustanciosa
ayuda económica a la Universidad de Santiago, tomando en
consideración el hecho de que los alumnos de la misma pagan
un estipendio mensual por recibir enseñanza académica,
lo cual no ocurre en la Universidad Autónoma de Santo Domingo,
cuyos estudiantes disfrutan gratuitamente de todas las facilidades
que les son brindadas, y cuyos profesores perciben ahora excelentes
remuneraciones, pagadas exclusivamente con cargo al erario público.
Es pues justo que el Estado coopere, en forma apreciable,
en el sostenimiento de esa nueva casa de estudios, cuya creación
representa un tesonero esfuerzo constructivo, que debe estimularse,
para la mayor difusión de la enseñanza y la cultura.
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| La Universidad de Santiago ( 19 - 1 - 64 ) |