Editoriales | Políticas | El Destino Dominicano III ( 2 - 1 - 66 )

El dominicano como individuo es una de las personas más agradables, civilizadas y buenas del mundo, ¿por qué, entonces, sus manifestaciones colectivas suelen ser tan irracionales y destructivas? (Palabras de un diplomático extranjero).

Yo creía que los acontecimientos actuales en el país eran un hecho nuevo, resultado de nuevas situaciones en el país y en el ámbito americano. Después que leí Viña de Naboth, de Sumner Welles, me he dado cuenta que lo actual es una recurrencia de tantos acontecimientos similares de la historia dominicana. (La esposa de un embajador extranjero).

Lo que asombra es la abismal diferencia entre la actualidad y la posibilidad de esta nación. (Un embajador extranjero).

III

La historia dominicana ha sido la historia de las conspiraciones.

No ha habido procesos políticos ordenados, no ha habido progreso político porque el dominicano considera enfermedad mucho peor que la lepra: el "abajismo".

Estar "abajo", no poder hacer favores o pedir favores o cometer arbitrariedades desde el Gobierno, se les antoja a muchos algo ignominioso.

No poder llamar por teléfono para obtener un pasaporte en cinco minutos, una concesión de divisas sin llenar los trámites legales o hacer peticiones de empleos para familiares, es algo que los dominicanos han considerado como una deshonra.

Pero ha ocurrido también que los de arriba se han sentido insatisfechos de los favores que reciben o se sienten inseguros, y buscan alianza con los conspiradores de "abajo", un modo de asegurar los favores futuros.

Han dicho, a lo largo de toda la historia dominicana: "Tú sabes, estoy ahí por necesidad, por compromiso, pero me asquea todo cuanto ocurre ahí dentro. Cuenta conmigo".

De modo que la conspiración -la forma más agresiva, solapada y destructora del chisme- ha configurado casi toda la historia política nacional.

La conspiración ha estado rampante en años recientes y está rampante ahora.

Y siempre en la historia dominicana y ahora, aparecen los militares como llamados, pública o clandestinamente a las conspiraciones y como brazo armado ejecutor de los planes conspiratoriales.
Y los militares han caído constantemente en ese "gancho".

Las Fuerzas Armadas son parte de la estructura estatal. Son una institución del orden constitucional. Están siempre en el Gobierno no como los civiles que unas veces están y otras no están, aunque siempre quieren estar.

De modo que cada vez que las Fuerzas Armadas debilitan, minan o destruyen la autoridad estatal, están minando, debilitando o destruyendo su propia fortaleza y prestigio.

Cada vez que las Fuerzas Armadas desorbitan y actúan por su cuenta, se declaran en guerra contra sí mismas, contra su propia naturaleza y esencia.

Constantemente ha habido en nuestro país apelaciones de este o aquel sector político a los "elementos honestos" de las Fuerzas Armadas.

Esto ha sido casi siempre una invitación a la deshonestidad, un llamamiento contra el propio honor de los soldados.

Y lo que hemos visto es que a cada nueva y mayor intervención de las Fuerzas Armadas en las decisiones políticas que no le corresponden, lo que ha ocurrido son despidos, cancelaciones o retiros de jefes militares, casi siempre líderes de este o aquel movimiento de politización militar.

Es que esos militares destruyeron su propia inmunidad y privilegio militar en aras de la triste política de la conspiración.

El militar está por definición en el Gobierno, con una función estrictamente definida por la ley.

Cuando asume el Gobierno, bien declarada o clandestinamente, desde ese mismo momento lo cercan las conspiraciones desde dentro y desde fuera.

En vez de darle fuerza y autoridad, la toma desorbitada e ilegítima del poder, lo debilita y desprestigia.

En vez de ganar seguridad, crece su inseguridad. Entonces va destruyendo barreras y fronteras a su actuación y destruye fu propia institución, pues cuando las demás instituciones perecen o son destruidas, ya ha sido destruido el sistema que justifica, sustenta y preserva a una y a todas.

Entonces entramos en la selva.

La historia dominicana como conspiración es probablemente la causa de que los dominicanos "agradables" y buenos como individuos se manifiesta colectivamente en forma tan "irracional".
La historia dominicana como conspiración es quizás la explicación de que al cabo de un siglo los acontecimientos del pasado se manifiestan con tan penosa y aún ridícula recurrencia.

La historia dominicana como conspiración es la explicación de que nuestra actualidad sea tan triste y sombría frente a las enormes posibilidades de este país tan infortunado.

La historia dominicana como conspiración es la explicación de que este país esté sufriendo otro hecho amargo recurrente de su historia: la ocupación extranjera.

La historia dominicana como conspiración es la explicación de que todavía no forjemos la solidaridad viril y austera, sin rencores para la forja de una soberanía invulnerable.

Eh, Guardias,

Eh, Civiles,

Eh, Dominicanos todos:

Dejemos ya de ser animales feroces.

Hagamos que la historia dominicana deje de ser un capítulo de la Zoología, y hagámosla un fenómeno humano.

Cesen de aparecer en cada alborada los cadáveres de los abaleados en la nuca a medianoche.

Cesen las bombas, las granadas y los ametrallamientos.

Cesen las amenazas.

Eh Guardias,

Eh Civiles,

Eh, dominicanos todos:

Por el honor futuro o la vergüenza futura de los hijos, superemos la historia dominicana, como conspiración, muerte y lodo.

Para que los hijos respeten a sus padres.


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