Poemas de Héctor Santiago Incháustegui Cabral

 

PETICION DE LA FLOR

Dame la flor con sus verdades primas,

en traje de nieve o de duro bermellón vestida,

en dulce amarillo de crepúsculo arropada,

en sangre de clavel tintas las manos,

pero dámelas sin razón, sin ciencia ufana,

que discursos y cálculos enojan

a los ángeles que refinan sus colores,

a los ángeles que hacen de su olor delicia plena.

 

Para gozarla tengo los ojos de la cara

y un mar de recuerdos que bate en mis entrañas,

resonancias de palabras con hilo de oro y sugerencias amarradas,

vasos vacíos que la resplandeciente flor llega

no llena, el hueco de la fenecida rosa deshojada

se colma nada más con lo que fui, que apenas soy,

con la sombra que de mi sombra, sin prisa, se separa.

 

Me das la razón, me das la ciencia,

Me das, temblando, al pobre misterio sin amparo,

la llave del secreto, la experiencia

que acendra los años ya vividos,

y desde mi trono de nubes e ilusiones yo me niego.

 

Soy hijo de Dios, nieto de Su palabra incomprensible,

hermano del relámpago y de la llaga de Job,

amigo, sincero, amigo acorralado,

de Juan el Revelador, de Pedro el Torpe,

y amo el espíritu sutil del hombre que cayo en el camino de Damasco.

 

¿Qué tengo yo de común con ese engendro

de tornillos y ruedas y manómetros atentos

que me da mas lápices por hora?