Escritos
(Escritos de y sobre Diógenes Céspedes, en Texto Completo)

 

Sueños del Pasado, Diógenes Céspedes

Cuando España perdió todos sus dominios, a finales del siglo XIX, se produjo una vuelta hacia lo español, un reencuentro de aquella nación consigo misma. Aquella angustia ante la debacle se expreso a través del movimiento conocido como la Generación del 98.

En los Estados Unidos se esta produciendo hoy, con las debidas proporciones guardadas, ese mismo fenómeno. No es raro el hecho de que el cine, con toda su carga ideológica, sea utilizado por los directores y productores fílmicos, para hacerles ver a los norteamericanos el peligro que amenaza su nación. En esta dirección se inscribe el filme Sueños del Pasado (Save the Tigre), de John G. Avildsen, al igual que Serpico, de Sydney Lumet.

La película que técnicamente no presente grandes innovaciones en lo formal, se inscribe linealmente, desde el punto de vista del contenido, para contar una historia. La historia no ya de un caso partículas, sino la del funcionamiento del sistema industrial y político de los Estados Unidos, invadido por los métodos torcidos, la corrupción y la violación a la ley, desde el mas humilde obrero hasta el mas encumbrado político. Sobre todo es esa violación a la ley lo que trata de explicar Sueños del Pasado, convirtiéndose de ese modo en un filme didáctico, pedagógico. La moraleja es en cierto modo que hay que violar la ley por si no el sistema te estrangula y pareces.

Salvar al Tigre, que forma parte de una campaña como tantas realizadas a favor de los animales, es también salvar a los Estados Unidos (que es el tigre de papel) de la caída estrepitosa hacia donde se dirige. Es salvar a ese país de la corrupción de las costumbres que según el actuante A (Jack Lemmon) invade a la nación, por oposición al pasado en que todo era bueno y las gentes eran honestas. Sin embargo, la posición de A no es normativa y no se plantea si fumar “hierba” o si ultrajar a la bandera es un acto condenable. El atacante B (Jack Gilford) representa el pasado, la creencia en un realme moral por parte de los Estados Unidos, la vuelta a la moralidad y el rescate de todo lo bueno que tuvo su país. Es la posición del conservador medio, del burgués poco inteligente, que se conforma con su mansión, su yate, su televisión, la buena educación de sus hijos, su mujer, en fin una vida todavía medio puritana.

La situación del pequeño industrial norteamericano es descrita crudamente, acosado por los extorsionistas del hampa, que dominan los blancos y obligan al propietario a caer en sus manos, prestándole con intereses de hasta un 200 por ciento. Cada actitud en el filme es una cadena para explicar otra actitud. La negación a ser explotado entraña la puesta en escena del especialista de incendios provocados (Robbins) a fin de salvar de la quiebra a la pequeña industria de ropas de A y B. Pero también la misma situación encamina a la relación del propietario industrial y el comprador, de cuya clase Freddie Morell no es sino un representante.

La situación de A, podría pensarse, es un caso personal, clínicamente siquiátrica. Esa es una vertiente posible, pero hay que pensar también que el director fílmico se basa en un guión, escrito de antemano, y que en la literatura de ficción hay una lógica que solo a la ficción responde. Si se quiere mostrar, didácticamente, los problemas que acarrean la denuncia a la corrupción y a la violación de las leyes, justo es señalar y mostrar también que ese estado de descomposición se acentúa, se vuelve trauma, a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuyos efectos recurrentes son evocados por la banda de sonido, o a veces por el soliloquio de A. Evidentemente cuando A se encuentra en la playa, la evocación de la Batalla de Anzio (otro filme) en donde de acuerdo a la ficción combatió A, la intención pedagógica crece mas y justifica la conducta de A, quien se encuentra ya viejo, derrotado e impotente. El amor para él es una cuestión de imaginación y aun el producto de esa imaginación esta ausente, tanto del texto, como del film (Audry, la hija, según la ficción, se encuentra en Suiza). Y la esposa de A vive aterrada, angustiada, casi maniaca depresiva.

Sueños del Pasado es un buen filme construido sobre la linealidad, sin pretensiones formales y con colores sobrios, propios de los grandes recursos económicos que paradójicamente no son los de A y B. y que no se salve el tigre.

 
Tomado de:

Céspedes, Diógenes. Escritos críticos / Diógenes Céspedes. --
Santo Domingo : Cultural Dominicana, 1975. 302 p.