Razones
para Diógenes CéspedesJuego del tiempo en
la constancia, cuando la palabra
diferente no era posible, Carlos
Francisco Elías.
Yo
diría que Diógenes Céspedes
siempre, y ahora con su premio, nos dio la oportunidad, no para
una manida e hipócrita textualidad oficialista --atrapada
en tiempo del reconocimiento, con retórica que la propia
crítica del homenajeado hubiese puesto bajo la lupa (pero
que la diplomacia del momento obligaba)— sino para el disfrute
de la buena crítica.
A
veces, las circuntancias de un reconocimiento obligan a personeros
maquinadores, a leer discursos de aparente armonía con las
circunstancias, pero nada: el alma de un texto siempre revela sus
antecedentes, sus simulaciones, loza de una responsabilidad oficial
que otorga y al mismo tiempo hace el teatro del reconocimiento.
En fin, solo olvidemos de aquel acto, la lectura cansada y decadante,
nacida en la obligación del deber y el oscuro cansancio:
texto gélido, monocorde en su monserga, distante, cachibache
de salón, que en la espina dorsal de su decir, no puede
ocultar la justificación de ocasión: que daría
lo mismo si fuera para designar el premio o si fuese panegírico.
Hoy será muy fácil alabar al pionero de la nueva
crítica, inventar la cacofonía del término "corpus",
que se supone compendia el conjunto de una obra en una dirección
determinada por al autor, pero la floritura oficial, pierde sabor,
se desgasta en un elogio forzado, propio de las circunstancias,
porque quien lo hace, ha ejercido justamente el lado contrario
de la crítica literaria con decoro: la complacencia sin
rigor, acento o acentón propio de la crítica literaria
lineal, mezquina y sin horizontes progresivos... Entonces, evitemos
los bostezos e imaginemos mejores escenarios, para esta celebración
justa y repentina, porque es un tiempo para celebrar a Diógenes
Céspedes, es un tiempo de sinceridad y recuento solidario
de un tiempo en que el oportunismo político no soñaba
con regalar Secretarías de Estado, de Cultura mucho menos.
Este es un tiempo para viajar, entre rostros y calles, entre sonidos
y añoranzas, esa 19 de Marzo entre Luperón y Salomé Ureña,
es decir: los predios del viejo Listín Diario y del desaparecido
Ultima Hora, vecindario por el que algunos suspiran, recordando
esos grandes tiempos del diarismo nacional... Tratemos de hacer
ese viaje hacia Diógenes Céspedes, en la capacidad
de lo lúdico y lo intrépido, en el arco de la amistad
sincera, que en la Logia del Pavo, cada Diciembre, se ha ido
renovando sin cesar.
1
/ Una ciudad oscura en la búsqueda del
conocimiento sin la chichigua del señor Julio Sauri.
Noctívagos sin poder reparar el sueño, cada noche
Humberto Frías (+) y quien este texto suscribe, despuntábamos
la noche de la pequeña Ciudad Colonial, la ansiedad de esos
tiempos: desaparecidos en titulares de periódicos, la guardia
lee como quiera! y Balaguer supremo. Justo en esos tiempos, regresaba
Diógenes Céspedes de Francia, Soledad Álvarez
le hablaría a Joaquín Basanta de un gran lingüista,
imaginativo, que usaba un pañuelito al cuello y que tenía
ideas novedosas. (*) Maravillado, Basanta se extasiaba mientras
escuchaba a Diógenes explicar cómo su linterna y
método lingüístico podían acabar con
la mediocridad artística que encontró. Era la misma
casa de los cuadros, cuyo ventanal miraba al mar y donde las esculturas
de Gaspar Mario Cruz, dominaban la escena, una en especial: aquella
en la que el escultor de la Ciudad del Jaya hacía en la
cabeza de un Ho Chin Ming de madera, un bosque de pájaros
y árboles mágicos y tiernos. Fue allí donde
Joaquín Basanta hizo un culto de los análisis de
Diógenes Céspedes: justo cuando era más difícil,
porque todos y casi todas desconfiaban de este nuevo " brujo
de las letras ", venido de fuera, que podía con profundidad
moverle el piso a cualquiera.Se trataba entonces, de que en un
país que tenía y tiene serios problemas con la visión
franca del conocimiento y la libertad de pensamiento, debía
afrontar el reto de un intelectual que proponía en sus textos,
a veces una ortodoxia más pasional que doctrinal, las ideas
estructurales de un nuevo ismo francés, de revolucionaria
post modernidad. El oscurantismo de esos días, cuando se
nos decía que el fluido eléctrico desaparecía
porque una chichigua se había enamorado de unos alambres,
no era casual. En su persistencia, hoy, la diferencia es que sabemos
que ese oscurantismo que dificultaba la tarea intelectual, tiene
raíces en el autoritarismo dominicano, cuya misión,
atravesando los siglos, ha sido la negación del conocimiento
y las ideas liberales, entonces: cuando la ciudad estaba oscura
vivíamos una metáfora de espanto: averno inconsolable
de aquel gobernante, escultor de galimatías helénicos
que en su final, casi terminó como Edipo Rey, pero sin Cornelia
alguna que mostrara piedad.
Estas
alusiones equivalentes entre contexto, época
e ideas, son de obligación indispensables, para poder destacar
en qué momento esas ideas publicitadas por Diógenes
llegaban a un espacio cuya voluntad de castigo al conocimiento
nuevo era cimentado con el sagrado látigo de la ignorancia
y la ignominia. En medio de aquella oscuridad, Diógenes
Céspedes comenzó a buscar amigos afines a rupturas,
que escribían en la prensa textos irreverentes para la mentalidad
de la época, porque en el fragor de aquella neodictadura,
que odiaba a los intelectuales que aspiraban a la organicidad Gramsciana,
nadie sabía a ciencia cierta, si un texto mal interpretado
(texto, contexto y sub texto) podía ser tu destino final
en manos de un sicario, por demás iletrado, que pudiese
interpretar que insultabas al "padre" de la "democracia".
Es lo que recuerdo. Entonces, la ciudad siempre estaba oscura,
en largos diálogos, kilométricos, Humberto Frías
(+) y quien escribe advertíamos que los textos de Diógenes
Céspedes en pleno corazón de los años 70,
del siglo XX, vendrían a reforzar con creces y fundamentos
las irreverencias urgentes y necesarias en un país que sigue
siendo mojigato, que persigue el conocimiento, en apariencia, pero
pretende su frivolización rápida y acomodaticia,
para restarle la esencia de su profundidad discursiva, crítica,
eficaz.Así se inició una amistad de grandes preocupaciones
por las ideas, por las lecturas: sabíamos que estábamos
en la mira, especialmente porque nuestras ideas se publicaban en
periódicos conservadores, valga la paradoja propia de nuestra
República Dominicana en relación con el resto de
América Latina; volveré luego el desarrollo de esta
idea.Oscuras eran las noches, como oscuros eran los pensamientos
que en las sombras fraguaban el aniquilamiento de todo pensamiento
libre, oscuras eran las noches, cuando apenas en la pequeña
luz repentina, las ideas tenían la esperanzas de tiempos
mejores, que aún esperan...
2
/ Rahintel, doña Olga,
el cine en la radio y Diógenes
Céspedes.
Desde
Rahintel, hacia 1968, había conocido a Diógenes
Céspedes, me había inventado un programa de radio
de cine que se llamaba "El cine en la radio", que era
el vocero público del desaparecido Cine Club Estudiantil
cuyo último presidente había sido Pedro Pablo Paredes,
reputado médico del área de la salud mental.
"El cine en la radio" fue el primer
programa de radio que se dedicó a orientar sobre temas cinematográficos
en la República Dominicana, se hizo gracias a que doña
Olga Bonilla viuda Catrain (+), había adoptado con entrañable
afecto a todo el grupo, que incluía a Sonia Silvestre, Jocelyn
Caminero, Miriam Cambier, Danilo Ubrí y quien estas líneas
escribe, luego vendría Antonio Mártires, Tony, hoy
médico. En este contexto, Diógenes Céspedes,
Aníbal de Castro, Juan Bolívar Díaz, Miriam
Germán, Guarionex Rosa, Angel Lavandero, Federico Astwood
y Luis Minier Montero, entre otros, fueron testigos de estas hazañas
realizadas por nosotros, los jóvenes inquietos de entonces.Si
al cabo del tiempo se hace una lista de todas las personas que
cruzaron por Rahintel, se verá que todo lo que fue potencial
desde el punto de vista humano, había cruzado por ahí en
un ambiente de ideas, curiosidad y búsqueda. Si bien no
todo era color de rosa, hombres y mujeres de ideas tuvieron acogida
en aquel ambiente en el que nosotros adolescentes de entonces,
lo que encontramos fue estímulo, admiración, cariño
y orientación en cierta manera. Me parece que llegará un
día en que alguien asuma la tarea de hacer ese libro sobre
el tránsito por Rahintel y quienes cruzamos por allí,
como testimonio de un tiempo y la visión de doña
Olga Bonilla viuda Catrain (+).
3
/Última hora, auditórium, Marianne
Tolentino, María
Ugarte, tormentas de ideas y Diógenes Céspedes
Ya
hacia 1969 José Luis Sáez lanzaba
sus cursos de iniciación
cinematográfica, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en
el cine de la facultad de Arquitectura, donde luego con Humberto Frías
fundaríamos el Cine Club Universitario, Diógenes estaba a punto
de regresar de Francia, mientras tanto entre 1969 y 1973 el espacio editorial
dominicano se ampliaría: en 1970 aparece el hermanito vespertino del Listín
diario, llamado Última Hora (**) bajo la dirección de Virgilio
Alcántara. Doña María Ugarte, desde otro periódico
conservador, El Caribe, con una libre independencia de criterios aportaría
su zapata fundamental en todo este proceso junto al inolvidable doctor Freddy
Gatón Arce, pionero junto a ella, de los suplementos culturales... En
mayo de 1973, Diógenes Céspedes entra a Última Hora, ya
Doña Marianne Tolentino había logrado el visto bueno de Don Rafael
Herrera ( para el Auditorium-suplemento literario-) quien sabía que
Doña Carmen Bosch, estaba asociada al proyecto. Las memorias mezquinas
son siempre viles, negar en este texto que la aparición de ese suplemento
fue importante para las ideas intelectuales de entonces, sería faltar
a la realidad de los hechos y la historia misma. El Listín Diario había
entrado en una transición cultural, de ser vocero a ultranza de visiones
culturales adocenadas, elitistas, se preparaba para un salto, como medio impreso
conservador, que estamparía en su historia contradicciones interesantes,
dignas de ser estudiadas ahora; el eje de esa transición fue Don Rafael
Herrera, que había entendido, con agudeza, olfato social y adaptabilidad,
que esa década era una década de transformaciones de los patrones
culturales e hizo posible que el periódico que dirigía, las asumiera.
En el Listín terminaba la época de Don Pedro René Contin
Aybar, cuyos modelos y conceptos críticos de la generación del
60 (con Arnulfo Soto a la cabeza) había puesto en solfa, demostrando
que para mirar la cultura hacia los años 70, el ambiente intelectual
necesitaba otras fórmulas, más oxígeno y sobre todo: ideas
nuevas como signos de los tiempos que vendrían, que hoy son. Moría
el esteticismo clasista, que adjudicaba al talento o a las inclinaciones artísticas
un linaje hereditario, que no ocultaba los criterios de exclusión social
para la vocación ante el arte.El tiempo y la diversidad mixta de nuestros
jóvenes artistas, venidos de sectores poblacionales muy humildes, rompió aquellos
maleficios prejuiciados e inexactos. Marianne Tolentino influyó notablemente
para que la política cultural del Listín, sin que se conociera
como tal, fuera más proclive al pensamiento liberal que al conservador
en materia de visión cultural, digo más: llegó un momento
en que las ideas culturales propagadas por el periódico, contrastaban
con el resto del contenido del mismo y con el propio régimen que el
periódico defendía con el equilibrio típico de que es
capaz el conservadurismo camaleónico: navegar con elegancia y brillantez,
según las tensiones del drama. La transición de Auditorium hacia
Artes & Letras otro suplemento (1973), concebido por Marianne Tolentino,
permitió una gran diversidad de colaboradores y una vez más Diógenes
Céspedes estaba allí con sus textos y la nueva metodología
para la crítica de cine.
(Que
aparece en su libro Escritos Críticos,
1976) . Pero es importante establecer algo muy paradójico
apenas esbozado en el apartado anterior de este artículo:
mientras en América Latina el conservadurismo militar violentaba
el poder civil y las publicaciones de la izquierda intelectual
eran cerradas a cal y canto, de modo simultáneo en la República
Dominicana, viviendo el esperpento, a lo Valle Inclán, de
un régimen cuyo disfraz de democracia estaba raído,el
pensamiento intelectual irreverente, las nuevas ideas, el avance
del cine de vanguardia, la creación literaria nueva (el
intrépido capitán de letras y su nave descarriada,
Pedro Conde, ya se había lanzado a la gratísima tarea
de poner en evidencia la crasa ignorancia de aquella generación
cuya polémica esencial era el adjetivo de si "poesía
nueva" o vieja, así les pasó el tiempo, ese
verdugo moral de antaño como en hogaño, visionario
Conde señaló destinos y como buen orfebre: separó fiambres
de cobre de escasas pepitas de oro literario, si las había)
no conservadora, tenía que expresarse de modo alguno en
publicaciones de profundo talante conservador, como eran los casos
del Listín Diario, Última Hora y el propio El Caribe.
En cierta medida, esta es mi opinión personal: el sentimiento
de que nuestras ideas eran toleradas en aquellos medios era muy
evidente, porque además no habría que ahorrar a los
juicios de rechazo intelectual, los prejuicios y las descalificaciones
sociales de ayer que hoy siguen siendo las mismas, más atenuadas
porque los que hemos sido coherentes (Diógenes Céspedes
en especial) con lo que pensamos, no hemos cedido ni un ápice
en el terreno a la maledicencia, la maldita chismografía
y las malas artes, refugio de gente que no sabe pelear sus ideas
con propiedad y gallardía: si a la lectora o al lector avispado
le pasa por la cabeza el actual Impasse-Cinemateca-Affaire, no
se equivocan.
De
Virgilio Alcántara como director de Última
Hora, como de Don Rafael Herrera egregio y divertido director del
Listín Diario, se podría decir que ambos mantenían
criterios conservadores en sus ideas y al mismo tiempo, mantenían
una cierta tolerancia a las ideas nuevas que sus respectivas publicaciones
dieron a conocer en la República Dominicana. En ese contexto
los artículos de Diógenes Céspedes, Humberto
Frías y Efraim Castillo dieron aÚltima Hora una actualidad
intelectual polémica y diversa. Tan importante fue que aquella
crítica de Diógenes Céspedes a la novela del
Doctor Prestol Castillo, El Masacre se pasa a pie, publicada el
6 y 7 de Enero, del 1974, bajo el título de La Masa Acre
de Prestol, que fue respondida con furor por un editorial de Don
Rafael Herrera, publicado días después bajo el título
de "Los No". Vivíamos con la sensación
de que " la palabra diferente ", el pensamiento diferente,
no tenía por qué esconderse, en más de una
ocasión las llamadas al orden sutiles o directas, las sufrimos,
porque entonces los "Arrecifes", desde el Listín
Diario eran otra tribuna con vocación de defensa a esas
mismas ideas: la búsqueda encendida de una visión
de la cultura más acorde con un pensamiento más abierto,
sino libertario, al menos respetuoso de la diversidad de las ideas
y las acciones de gestoría cultural. Cuando la mirada se
pierde en aquellos momentos, cuando evocar es un largo suspiro
sin rencor ni dolor, puede uno darse cuenta de en qué país
vivíamos y cómo construimos parte de las libertades
que hoy intelectualmente podemos disfrutar, porque afortunadamente,
aquel país del miedo y la oscuridad no es más.Obviamente,
persisten las secuelas que no cesan, porque tampoco vivimos en un
país donde el pensamiento liberal
haya construido instituciones sólidas, que permitan reivindicar
ese pensamiento como paradigma a seguir. Pero al menos, en las
ideas de hoy, en las que se debate la representavidad intelectual
de aquellos tiempos, las raíces están presentes e
impiden que los viejos dogmas, como caricaturas del pasado, traten
de venir ahora con disfraces que ya fueron detectados e identificados:
porque el pensamiento libre es una garantía de rebelión
moral permanente, contra los que parapetados en la sombra del oportunismo
político en nombre "de la cultura", pretenden,
todavía, abusar confiados en círculos de poderes
temporales. El premio de literatura a Diógenes Céspedes,
más que un acto de justicia, sin tiempo que recriminar,
es la constatación de que es posible ser coherente en las
ideas obligando a las instituciones a ponerse al día con
sus yerros, aún en nombre de lo instituido: porque al pensamiento
independiente, los premios ni lo arroban ni lo detienen, he dicho.
(Cfe)...
(*)
Entre Joaquin Basanta y Soledad Alvarez con cariño,habían
bautizado a Diógenes como Monsieur Pompidou, debido al uso
del foulard (el pañuelito aludido más arriba)...
(**)
:Yo colaboré regularmente en Ultima Hora, con artículos
de música y otros temas culturales.
Hoy
Digital. [Consultado:20 febrero 2007]
http://www.hoy.com.do/article.aspx?&id=14780
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