Márgenes/Bordes/Limites/Fronteras,
Diógenes Céspedes.
Más que un tratamiento anecdótico
la preocupación de JAA por estructurar una escritura de
equilibrio coherente reclama un análisis más fino
en cuanto se refiere a los conceptos teóricos puestos en
práctica a través de sus textos.
Se
ha acusado a JAA de “falta de dramatismo”, de que
las historias que cuenta carecen de interés, etc. Esas
acusaciones enaltecen, por que si hay hoy en día un aporte
que vale en la escritura moderna es el de la muerte del relato,
el de la
muerte de toda historia profunda, exaltante, sorprendente, dramática,
en donde las intrigas, las pasiones, peripecias están
al servicio de una aventura, y no como actuantes más al
servicio de la técnica de la escritura. Ahí radica
una de las oposiciones entre escritura tradicional y escritura
moderna.
Si
hay una carencia de interés por la anécdota,
por la historia, el lector debe comenzar a sospechar que otros
niveles
del texto reclaman ese interés. Se producen desplazamientos
y conceptos operatorios como los de “personaje”, “forma”, “tiempo
de la narración/tiempo de la ficción”, “discursos”, “estructuras
escripturales” (entre las que se incluyen los pronombres
personales, los tiempos verbales, el uso del léxico, la
sintaxis, etc.) que acaparan la atención del escritor
en cuanto a la aplicación de teorías de la escritura
a una práctica textual.
En
los textos mas tradicionales de “Callejón sin salida” el
lector que busca una densidad de la anécdota saldrá ampliamente
complacido porque este constreñimiento entraña
la petrificación de una forma muerta: por ejemplo en “La
sorpresa”, ya el titulo lo indica y mas que indicarlo el
apela (dicho texto) a ciertas estructuras cónsonas con
ese tipo de escritura: abrir el relato con el pretérito
perfecto es un gesto de escritura tradicional que crea la inmediata
servidumbre
de la cronología y por fuerza mayor la del narrador omnisciente
y a la del empleo de la no persona como actuante principal del
relato. Este mismo constreñimiento obliga al escritor
a privilegiar la descripción en desmedro del discurso
y cuando tal discurso se presenta es generalmente bajo el modo
directo,
lo que permite al escritor un dominio del relato, en fin su manipulación,
puesto que el discurso directo entraña descripción
teatral de ese mismo discurso. Todo, en el fondo, va la metafísica, ¿pues
que es en ultimo termino un narrador omnisciente, un tener yo
solo la palabra sino situarse como Dios?
Sin
embargo, estos rasgos tradicionales casi desaparecen cuando el
texto se plantea como flujo discursivo en “Callejón
sin salida”. En otro texto “El fracaso”, que
se quiere borde entre dos escrituras, los polos de la comunicación
no se satisfacen: no hay replica, pero el discurso directo genera
una pequeña descronología del relato, un uso mínimo
de tiempo presente. Otro texto que muestra ese limite entre dos
escrituras es historia a manera de pastiche”. Aquí es
la frontera la que prohíbe a JAA acceder a un tipo de escritura
maestra: el mecanismo de esa escritura es desmontado, mostrado
al lector, el escritor es visto en su actividad de trabajo pero
las teorías que ilustrarían esa práctica no
permiten una superación del relato. Aunque con sus limitaciones,
hay ya en JAA una conciencia de que una escritura puede exponer
sus mecanismos de funcionamiento. Que cualquier tratamiento temático
estereotipado, (como el dolor, la muerte, la vida, el amor, el
sufrimiento humano), si no es dialectizado, transformado en y por
el lenguaje, elevado a la categoría si no de revolución
por lo menos de subversión, se quedará siempre en
estado de proyecto en un decir tradicional.
Tomado
de:
Céspedes,
Diógenes. Escritos críticos /
Diógenes Céspedes. --
Santo Domingo : Cultural Dominicana, 1975. 302 p. |