El
Doctor Segundo Armando González Tamayo y yo acabamos de
jurar que desde nuestros cargos de Vicepresidente y Presidente
de la República cumpliremos y haremos cumplir la Constitución
y las leyes que nos gobiernan; y decimos con propiedad que nos
gobiernan, por que en una democracia no debe haber más
gobierno que el de las leyes, y los hombres, cualesquiera que
sean sus posiciones están llamados a ser sólo ejecutores
de esas leyes.
Ahora
bien, al mismo tiempo que ejecutores de las leyes, nos toca ser
representantes y defensores del pueblo; y en nombre de ese pueblo
que esta aquí, frente a nosotros, y también mucho
más lejos, en ciudades y en villorios apartados, solicitamos
del Congreso Nacional las leyes indispensables para afirmar en este
país no sólo la democracia política, sino también
la democracia económica y la justicia social. De ustedes
senadores y diputados elegidos por el pueblo- sean del partido que
sean-, el gobierno que se inicia hoy espera un trabajo continuo
para darles a los dominicanos un puesto bajo el sol entre los países
avanzados de América.
América
nos observa con interés y con amor, como lo atestigua la
presencia en este acto de gobernantes del Hemisferio y de visitantes
distinguidos venidos de todos los confines americanos. Nunca antes
se habían reunido en República Dominicana tantos hombres
ilustres elegidos por sus pueblos para las mas altas funciones de
gobierno, tantos lideres de partidos populares, tantos representantes
legítimos de la cultura continental. La feliz reunión
de estos grandes señores de la política y del pensamiento,
a todos los cuales debemos gratitud por el afán que pusieron
en ayudarnos a ser libres, es sólo una muestra de ese interés
y ese amor con que están mirándonos los pueblos hermanos
del Hemisferio. Como país americano, debemos hacer uso inteligente
de nuestros recursos políticos para dar a ese interés
y a ese amor carácter oficial dentro del sistema regional
de pactos y tratados que unen a todo el Continente, si echar en
el olvido que los pueblos nuestros quieren actuar juntos en defensa
de sus libertades democráticas pero al mismo tiempo tienen
un vivo sentimiento de orgullo por el legado de soberanía
nacional que recibieron de sus fundadores.
Como
país americano nos hallamos en el centro de la gran corriente
revolucionaria que esta sacudiendo al Nuevo Mundo, y si tomamos
en cuenta que esa fuerza poderosa es más potente en países
que no pudieron desarrollarse a tiempo debido a que se lo impidieron
las tiranías u otras fuerzas sociales negadas al progreso,
debemos admitir que en República Dominicana estamos obligados
a avanzar de prisa como sea posible hacerlo sin salirnos en momento
alguno de las normas democráticas, las cuales exigen que
se respete el derecho ajeno, por que si respeto al derecho ajeno
no puede haber paz, y sin paz no puede haber bienestar para los
millones de dominicanos que reclaman una mejor vida.
Deseamos
Paz
Nosotros
deseamos la paz política y por eso ofrecimos puestos en el
gabinete a cinco partidos. Cuatro se negaron aceptar esos puestos,
y como lo que se inicia hoy es una democracia auténtica,
todos debemos respetar la voluntad de esos partidos- Unión
Cívica Nacional, Partido Nacionalista Revolucionario, Vanguardia
Revolucionaria y Alianza Social Demócrata-, pero el país
entero debe saber que nosotros no hemos querido hacer un gobierno
sólo a base del partido que ganó las elecciones el
20 de diciembre del año pasado, así como no quisimos
formar gobierno sólo a base de los que se aliaron con nosotros
antes del día 20 de diciembre. Hemos querido que los que
ayer lucharon entre sí estuvieran hoy reunidos dándole
a cada uno lo mejor de sus fuerzas al pueblo que es nuestro y es
de ellos. No deseamos el poder para gobernar con amigos contra enemigos,
sino para gobernar con dominicanos para el bien de los dominicanos.
Un
gobernante democrático debe tener oídos abiertos para
oír la verdad, ojos activos para ver lo mal hecho antes de
que se realice, mente vigilante para que nada ponga en peligro la
libertad de cada ciudadano, y un corazón libre de oídos,
dedicado día y noche sólo al servicio del pueblo.
Nosotros juramos aquí, en este día solemne, que si
nuestra corta capacidad nos impide tener oídos abiertos,
ojos activos, mente vigilante, nuestra naturaleza y nuestra historia
les asegura a los dominicanos que tenemos un corazón libre
de oídos. No espere nadie el uso del oído mientras
estamos gobernando. Nosotros estamos aquí con la decisión
de trabajar, no de odiar; dispuestos a crear, no a destruir; a defender
y a amparar, no a perseguir. Pongamos todos juntos el alma en la
tarea de acabar con el odio entre los dominicanos como se acaba
con la mala yerba en el campo que va a ser sembrado; pongamos todos
juntos el alma en la tarea de edificar un régimen que de
amparo a los que nunca lo tuvieron, que de trabajo a los que buscan
sin hallarlo, que de tierras a los campesinos que la necesitan,
que de seguridad a los que aquí nacen y a todos los que erran
por el mundo en pos de abrigo contra la miseria y la persecución.
El
mundo en que vivimos parece estar lleno de soberbia y de odios;
pero cuando entramos en el con la mirada limpia del que no tiene
amarguras, hallamos que millones y millones de personas trabajan
en silencio por un mañana mejor. Nosotros los dominicanos
debemos unirnos a esa legión de hombres y mujeres que marchan
hacia el porvenir, por que si a la criatura de Dios no le fue dada
la facultad de rehacer su pasado, le fue dada en cambio la de forjar
su porvenir. Y el delos pueblos es obra de sus hijos más
que de sus padres, de los que viven y de los que van a vivir, mas
que de aquellos que rindieron su tarea y se marcharon con los siglos.
La otra buena de los muertos, como su obra mala, es propiedad de
la historia; pero la obra buena del porvenir es el fruto de las
buenas intenciones y de la capacidad para convertirlas en hechos.
Estatua del Porvenir
Y
nosotros tenemos que convertir en hechos nuestros buenos deseos.
Los pueblos dignos, como los hombres con estatura moral, buscan
dar, no recibir; buscan ayudar, no pedir ayuda. Si debido a la desgracia
que nos abatió durante treinta y dos años hemos tenido
que ir por el mundo democrático en solicitud de ayuda, no
debemos acostumbrarnos a vivir de ella. La hemos recibido, y la
agradecemos con lealtad, como saben agradecer los bien nacidos.
Pero preparémonos a bastarnos a nosotros mismos, levantarnos
con nuestras fuerzas, a labrar la estatua de nuestro porvenir con
manos dominicanas. Así como hubo una época en que
demócratas de este país debían andar por el
mundo con la frente abatida de vergüenza, así hagamos
ahora de tal manera que los demócratas de América
levanten la cabeza asombrados para ver como en esta tierra los mismos
que antes padecieron la tiranía edifican un hogar para la
dignidad, para la libertad, para la abundancia y la cultura.
Nada
se obtiene de un día para otro; el mismo Dios según
se lee en Génesis, tardó seis días en crear
el mundo y en poblarlo de seres vivos, de árboles y de luz,
pero todo se logra con el trabajo, con la persistencia y con la
fe. Fe y persistencia tuvieron los que establecieron esta República
Dominicana en un pedazo de isla y con un pueblo tan mínimo
como un sietemesino entre las naciones; fe y persistencia tuvieron
los que se lanzaron a la guerra, hace ahora cien años, para
conquistar la soberanía perdida; fe y persistencia tuvieron
los que lograron que nuestro país volviera a ser libre en
1924; fe y persistencia tuvieron los que lucharon hasta abatir la
tiranía. Sin la persistencia y la fe de unos y otros, si
su coraje y martirio, hoy no estaríamos reunidos aquí,
por eso es justo que en estos momentos volvamos el pensamiento a
ellos y les demos gracias con la devoción de hijo por la
madre que lo llevó en el seno; pues los héroes de
la libertad son como las madres de los pueblos, y como las madres
les debemos respeto y amor.
Así
como nada se obtiene de un día para otro, nada se obtiene
de un día para otro, nada se obtiene sin luchas. Debemos
luchar contra los obstáculos que tiene la República
en su camino. Los próximos meses serán de freno para
muchos, por que estamos en el caso de evitar que las finanzas nacionales
se nos desplomen a causa de gastos sin control. Pero vivimos en
un país de grandes riquezas, que vende mas de lo que compra,
y si los dominicanos colaboran con el gobierno en el propósito
de no hacer gastos innecesarios, podemos vernos en poco tiempo si
limitaciones para el uso de divisas extranjeras. Así mismo,
si ustedes, senadores y diputados, trabajan con tesón, como
estamos seguros de que lo harán, para aprobar las medidas
que le permitan al gobierno para hacer la reforma agraria y disponer
de los medios indispensables para ampliar la producción agrícola,
estaremos en capacidad de evitar la inflación que nos amenaza.
Nuestro
país es rico y nuestro país es inteligente. Tenemos
una tierra fecunda y gente que desea trabajarla. En otros países
de América los latifundios mayores se hallan en manos privadas,
pero aquí las fincas más extensas son bienes del Estado.
Vamos a juntar al hombre con la tierra, al inteligente hombre dominicano
con la rica tierra dominicana, y estemos todos seguros de que eso
se hará o no habrá democracia en este país.
Los
dominicanos comenzamos hoy a ser actores de nuestro drama y América
entera está ahí, sobre el Continente, como espectadora
anhelante. Trabajemos por nuestro pueblo y por América. Trabajemos
con tesón y con humildad. Este día de Juan Pablo Duarte,
de Francisco del Rosario Sánchez, de Ramón Matías
Mella, a cuya memoria ofrendamos este acto es también, por
azar del destino, miércoles de ceniza, al tiempo que se les
hace la cruz en la frente, los fieles oyen las palabras eternas:
“Recuerda, hombre, que polvo eres y en polvos te convertirás”.
Todos
seremos polvo algún día; y de nosotros quedará
el recuerdo sólo si le damos a este pueblo y a la América
lo que el pueblo dominicano y la América esperan de nosotros.
Tesón
y Humildad
Tesón
para la lucha y humildad para recibir la opinión de los adversarios
y el juicio de la historia, es lo que les ofrecemos a ustedes, visitantes
ilustres que han tenido la bondad de venir a testificar que en la
República Dominicana están haciendo una democracia;
a ustedes representantes de Gobiernos amigos que nos dan el respaldo
de su presencia; a ustedes, señores senadores y diputados
traídos a esas altas funciones por la voluntad popular, a
ustedes, dominicanos de las ciudades y los campos, razón
de ser de toda nuestra lucha, objetivos de tesón y depositarios
de la humildad que estamos ofreciendo.
Además
de eso, ustedes, los visitantes, cuenten con el cariño de
este pueblo. Observen que con traje civil o con traje militar, todos
los dominicanos les miran con afecto, y recuerden que con traje
civil o militar, todos acudieron, cada uno dentro de sus funciones,
a garantizar la libertad de hombre y mujeres de esta tierra para
votar según su conciencia. Todos ellos, pues, pueblo uniformado
en las Fuerzas Armadas y pueblo con su ropa de trabajador o campesino
o clase media, dieron el ejemplo inesperado y a ellos y a ustedes
el motivo para reunirnos hoy bajo este cielo de un pedazo de América.
Don
Rómulo Betancourt, don Ramón Villeda Morales, don
Francisco Orlich, don Lyndon Johnson, don Alexander Bustamante,
don Luis Muñoz Marin; excelentísimos representantes
diplomáticos de países amigos; profesores, escritores,
poetas, periodistas, líderes políticos que nos visitan;
amigos que han venido de lejos para acompañarnos a esta solemne;
a todos ustedes, los que gobiernan pueblos, los que los representan
y los guían, los que los embellecen con sus obras, a todos
les damos la bienvenida mas cordial y a todos les pedimos que de
regreso a sus patrias lleven y difundan las palabras con que vamos
a terminar este discurso:
“Mientras
nosotros gobernemos, en República Dominicana no perecerá
la libertad”
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