A
continuación
la entrevista:
Ana
Mitila Lora: ¿Qué idea tenía sobre
cuál era la función de una Primera Dama?
Respuesta: Realmente no tuve
ninguna ilustración hasta
que escogieron al profesor Juan Bosch como Presidente. Su esposa,
Carmen Quidiello, hizo una gran labor, por poco tiempo, pero
fue una gran labor. Doña Renée también hizo
un buen trabajo.
Ya venía ese cambio de lo que era una Primera Dama. Porque
antes ellas eran unas figuras muy a la sombra del Presidente,
pero de ahí en adelante la labor de las primeras damas
es primordial para todo Gobierno, no sólo aquí sino
en todo el mundo.
La Primera Dama tiene el desafío de realizar una labor
que beneficie a las personas necesitadas y todos aquellos que
requieran de una ayuda gubernamental, la consiguen a través
de la Primera Dama.
¿Contaba con una oficina o trabajaba en su propia casa? ¿Cómo
era aquello en su tiempo?
Desde que me casé con Salvador me convertí en
su secretaria particular. Estaba junto a él todo el tiempo
en su ejercicio profesional, ya sea en su oficina o en los tribunales.
Así cuando él ocupó la primera magistratura
fui su secretaria particular. Su despacho y el mío estaban
uno al lado del otro en la tercera planta del Palacio Nacional.
Nunca utilizamos el que ocupaban Trujillo y Balaguer, en esa
oficina lo que estuvo fue la secretaría administrativa
de la Presidencia. Mi trabajo consistía en acompañarlo
en todas las visitas que él hacía como Presidente
de la República. Ayudaba y servía de enlace con
todas esas instituciones de servicio voluntario que existían
en esos momentos. Ayudamos de acuerdo a las disponibilidades
porque fueron momentos muy precarios en nuestra nación
por la mala situación en que Salvador recibió el
Gobierno. Había pocas entradas, no se podía disponer
de todo lo que uno quisiera, fueron momentos muy difíciles,
pero ayudamos a todas esas instituciones en la medida de lo posible.
¿Fue
idea suya colocar el despacho presidencial en la tercera
planta?
Sí, si, y de las personas encargadas de la decoración
y todo eso.
¿Esas ayudas se daban a través de la Presidencia
o usted disponía de algún fondo?
Era una situación muy distinta a la actualidad. En aquellos
momentos el Gobierno no tenía la cantidad de dinero que
ahora se maneja por como se recibió de las administraciones
anteriores, pero cuando una de esas instituciones solicitaba
una ayuda especial para sus necesidades a favor de niños
y ancianos, en la medida de lo posible se les ayudaba, pero sin
suma fija ni nada de eso.
¿Cómo
Primera Dama estaba atrapada por sus labores como secretaria
del Presidente?
Teníamos una serie de secretarias. Mi función
era muy particular. Le ayudaba en las cosas muy especiales, y
recibía a los representantes de todas esas instituciones
que nos visitaban y a las personas del interior que querían
saludarnos.
¿Cómo lidiaba con la gente que buscaba empleos,
un consulado, una contrata, o un pago del Gobierno a través
de la Primera Dama?
Habían muchas peticiones, personas necesitadas que abundan
en un pueblo pobre como el nuestro, pero las ayudas que se podían
dar eran limitadas, pero hubo algo muy importante y es que en
el gobierno de Salvador se crearon las Audiencias Populares.
Los jueves Salvador recibía a todo el que quisiera ir
a verle y pedirle. Eso fue de gran ayuda, porque muchas veces
las personas no pueden hablar con el Presidente para exponer
sus necesidades. Recibíamos muchas personas semanalmente
y ayudábamos en la medida de las posibilidades.
¿Qué tipo
de ayuda?
Que el techo de la casa se le
cayó, que vino una brisa
y no tenía con qué reponerlo. Eran problemas sencillos,
pero si no había comunicación, nunca te hubieras
enterado.
¿Las
Audiencias Populares fueron idea suya?
La idea surgió entre los dos. Veíamos cuando visitábamos
a algún pueblo o lugar, que las personas querían
decirte algo, pero dentro de la multitud, entre la prisa y una
cosa u otra, no teníamos la oportunidad de escucharlos.
El Presidente convocaba a su gabinete y se habilitaba el primer
piso del Palacio. Entonces se encargaba al titular de la secretaría
correspondiente de atender la petición que se hiciera.
En
esas audiencias, ¿participaba
usted en su rol de primera dama?
Pues claro. Habían asuntos que estaba en mis manos resolverlas
y las resolvía.
¿A qué llama
los trabajos especiales que su esposo le encargaba?
Recibía a todas esas personas que dirigían instituciones
de servicio voluntario que era casi a diario que iban, una tras
otra, a solicitar ayuda para esto o para aquello y yo era la
encargada de recibirlas, después de haber escuchado sus
necesidades, si era necesario, pasábamos al despacho de
Salvador. Yo era como el cedazo. Pasábamos a través
de una puerta que conectaba ambos despachos.
A
las primeras damas se les atribuye mucho poder, ¿era
así?
Yo no le llamaría poder. Pero sí tenemos el sentido
de ver algunas cosas que el hombre, por tener un cúmulo
mayor de responsabilidades, no las percibe o no las ve. Nosotras
sí tenemos la capacidad de decirle, de explicarle, que
tal vez debería hacer más énfasis en tal
o cual cosa, o que se fije en tal detalle.
Si
percibía peligro de una situación o de una
persona, ¿le advertía?
Sí, porque el bienestar del esposo conlleva el bienestar
de la familia. Traté por lo menos de protegerlo, porque
a veces no conseguía uno lo que uno quería, pero
trataba, ese era uno de mis papeles…
Doña Renée Klang de Guzmán abominaba de
la política, ¿a usted si le gustaba?
Me gustaba, y me gusta, porque
eso no deja. (Orlando interviene y comenta, “ella me llama a preguntarme que cómo
está la cosa, que cómo te fue en la reunión,
que qué ha pasado”…)
¿Cómo se tradujo en su quehacer esa fascinación
suya por la política?
A mí si me gusta la política, porque actuando
en política puedes lograr, no siempre, que tal necesidad
se resuelva para ayudar a tal sector, a todo el pueblo. Eso es
lo que a mi me gusta, cuando sé que hay una necesidad
poder hacer y esa fue una de mis labores. Hacer que a muchas
personas se les hiciera posible recibir esas ayudas a través
de la política.
¿Cómo impactó la política
a su vida familiar?
Nosotros pasamos 9 años sin tener hijos. Eso nos unió mucho,
todo lo que hacía uno lo hacía el otro. Ibamos
a todo juntos. Eso fue una cosa que nos unió, después
que nacieron los hijos continuamos lo mismo, porque ya era una
costumbre. En el curso de la campaña me alejé un
poco más de la casa, a veces pasábamos tres y cuatro
días fuera, pero tuve la suerte de tener dos personas
en mi casa que los cuidaban muy bien, y tenía a mi mamá y
a la mamá de Salvador que les deban vueltas, iban todos
los días, porque vivíamos cerca, cuando residíamos
en Santiago.
¿Por qué no aceptó el
cargo de presidenta de Conani?
Pensé que una primera dama no podía dedicarse
a una sola labor. Tu tienes que ayudar, como lo hicimos con todas
las instituciones de servicio voluntario, si me dedicaba a Conani
no hubiera podido participar en otras iniciativas. Impulsé la
creación de la Dirección de la Promoción
de la Mujer, le di mucho apoyo. Martha Olga García fue
su directora durante los cuatro años. También se
creó la Dirección General de la Juventud, y el
Instraw, el órgano de Naciones Unidas para la Mujer, se
consiguió que República Dominicana fuera su sede.
Consideró que esas instituciones fueron parte de mis aportes,
o por lo menos, influí para que se crearan.
¿Tenía un círculo
de amigas en quienes apoyarse?
Mi vida y mi tiempo giraban en
torno a Salvador y mi familia. No puedo decir que tuviera un
círculo de amiga. Estudié en
el colegio Sagrado Corazón de Jesús, en Santiago,
y allí habían muchachas de todo el país,
por lo que se dificultaba mantener esas a amistades.
¿Cómo se convirtió en
candidata a senadora por el Distrito Nacional?
Esto se presentó así, sin estarlo esperando, por
mi afición a la política. Resultó que hubo
complicaciones en el proceso de búsqueda de candidato
a esa senaduría. Hubo un tranque. En esa época
entre (José Francisco) Peña Gómez y (Jacobo)
Majluta se presentaron ciertas diferencias en cuanto a la candidatura
y a última hora Peña Gómez rechazó la
candidatura a senador. Al presentarse eso a última hora,
había que buscar a alguien que reuniera las condiciones
para postularse para ocupar esa posición pero ya faltaban
unas horas, entonces Salvador aceptó que fuera la candidata.
¿Quién la propuso? ¿A quién le surgió la
idea de que usted fuera la candidata?
Ahora no lo recuerdo, pero creo
que fue la directiva del partido, no se…
¿Sus
relaciones con el partido eran buenas?
Muy buenas. Tenía contacto
directo con toda la gente del partido, con todos. (El escritorio
del presidente Salvador
Jorge Blanco en el Palacio estaba flanqueado por dos banderas:
la dominicana y la del PRD).
¿Los recibía
en el Palacio?
Sí. Siempre celebrábamos reuniones con la directiva.
Salvador tenía reuniones y yo asistía.
¿Cómo cayó su candidatura de última
hora en el PRD? ¿Cómo se sintió?
Fue una experiencia buena (ríe), había que hacerlo,
había que salvar al partido, sin candidato a última
hora, había que salvar al PRD.
¿Hizo campaña? ¿Cómo
fue aquello?
Hice campaña y todavía lo recordamos. Fue una
campaña corta, día por día, apenas fue de
60 días. La senadora era arrastrada por el candidato presidencial
que era Majluta, pero la candidata también hacía
su campaña aparte. Fello (Suberví) era el candidato
a síndico.
¿Qué recuerda de esa experiencia? ¿Valió la
pena?
No me arrepiento. Valió la pena. Fue una satisfacción
inmensa visitar una comunidad, tener un recibimiento con la gente
volcada hacia mi, y todo el mundo en la calle. Eso no tiene precio.
¿Cuántos
votos obtuvo?
Hubo un problema con las alianza,
pero esa senaduría
la gané, (su opositor era el reformista Jacinto Peynado),
pero producto de las divergencias que existían en ese
momento el Partido de La Estructura no apoyó en término
de alianzas las candidaturas congresuales del PRD, por lo tanto
esos votos en término de nivel congresual no se computaron
y hubo una decisión de la JCE sobre ese caso.
¿Fue eso una traición de último
momento?
La Estructura era un partido
muy vinculado a Majluta, producto de toda esa situación, si bien es verdad que hubo diferencias
en esos momentos ya todo eso es historia del pasado. (Orlando
comenta que su mamá y doña Renée, “por
diversas razones tenían tiempo, que las familias Guzmán
y Jorge Blanco, no conversaban y producto de una relación
que hice con Sonia Guzmán hace varios años ya esa
es una situación superada felizmente, y con la familia
Majluta, el tiempo se ha ido encargando de ir resolviendo muchas
cosas y lo de (Andrés) Vanderhorst.
¿Qué provocó su alejamiento con los Guzmán?
Bueno, cuando la muerte de don
Antonio y que Salvador era el candidato presidencial, eso trajo
ciertas divergencias….
pero eso se ha superado completamente y con el mismo Van Der
Horst también. (Estuve el pasado 4 de julio en la misa
de don Antonio, fui a la casa de doña Renée y pasamos
un rato muy bueno allá, en lo personal para mí era
muy importante ese reencuentro, comenta Orlando). Para mí también.
Somos personas que venimos de Santiago, que nos tratábamos
muy bien, fue una gran satisfacción que eso volviera….También
con el doctor Ramón Tapia Espinal, con quien hubo divergencias, él
formó parte del equipo acusador, pero antes de esos episodios
teníamos relaciones muy cordiales, pero como un año
antes de él morir las relaciones se normalizaron. También
con (Miguel Angel) Velásquez Mainardi, antes de él
morir llamó a Orlando y dijo que quería un encuentro
con Salvador y conmigo, y fuimos hasta su lecho, en la clínica….Nos
pidieron perdón y los perdonamos. Balaguer también,
pero no directamente…
Llegó el año 1986, llegaron las acusaciones y
sometimientos. El tránsito del aplauso a la soledad del
poder, ¿qué reflexiones le provoca?
Tu reflexionas y ves algunos
comportamientos que en unos momentos de su vida tuvo el doctor
Joaquín Balaguer y al pasarnos
la situación que pasamos dolorosa, yo te diría
que fue muy dolorosa, terriblemente dolorosa, para nosotros,
para nuestros hijos, para toda la familia fue muy dolorosa, pero
después de todo, de todo ese dolor, al tu ver que un juez
o varios jueces que fueron los que decidieron emitieron su último
veredicto sobre toda esta persecución, como realmente
lo fue, una persona que se comporta de esa manera al último
momento hay que perdonarla y eso fue lo que hicimos…
¿Perdonaron
a Balaguer?
Sí.
¿Tuvieron algún contacto con Balaguer, similar
al gesto de Velásquez Mainardi?
No lo tuvimos, pero aún así, nosotros lo perdonamos.
No tuvimos contacto directamente pero nos consta que tanto al
ex presidente Hipólito Mejía como al licenciado
Hatuey De Camps les reveló su arrepentimiento de haber
permitido que otros influyeran en lo que fue ese proceso…
¿Cómo se sintió cuándo usted asumió la
defensa de su esposo en el tribunal estando en sillas de ruedas?
Fue una situación en la que no tuve más remedio
que disponerme a defender a Salvador en ese momento porque el
juez dijo que continuaba la audiencia en ausencia de nuestros
abogados (Juan Manuel Pellerano Gómez, Virgilio Bello
Rosa, Manolín Jiménez). Esa fue mi decisión.
Solamente actué en una sola sesión cuando en protesta
por la conducta del juez (Juan María Severino) los miembros
de nuestra barra de defensa abandonaron el tribunal.
¿Qué aprendió de su tránsito como
Primera Dama? ¿Un consejo para las futuras?
Espero y pido que Dios nunca
permita que ningún Presidente
tenga que pasar una situación igual que la de Salvador
y su familia pasamos. Eso es lo que le pido a Dios para los Presidentes
y sus Primeras Damas.
Cuando
todo marcha bien se recibe el aplauso de la gente, cuando
se cae en desgracia esos mismos
abandonan la escena, ¿Cuál
fue su experiencia?
Aquí en nuestro país generalmente pasa cuando
una persona que ha sido Presidente de la República va
a dejar esa alta magistratura, pues los que son (amigos) por
conveniencia y algunas veces los que son amigos y lo demuestran,
se alejan de esas personas y es una experiencia que la tenemos
aquí en muchos casos. Lo que yo si le pediría a
esas personas que actúan en esa forma es que lo piensen
bien y que no echen a perder su forma de ser por una actuación
momentánea, de pura conveniencia…
¿Y a las Primeras Damas que les diría?
A las Primeras Damas, no a las
que hemos sido, a las porvenir, que cuando tengan esa posición que traten de darle apoyo
a las actuaciones de sus esposos y que traten de ser en la medida
de lo posible orientadoras en sus actuaciones porque como decíamos
hace un rato, no es que tu seas el poder detrás del trono,
sino que cuando esté a su alcance poder expresarle a tu
esposo cuál sería la mejor forma de tomar decisiones
que van a afectar a algún sector de la población,
o van a afectar a familias y a cualquier personas, que lo piensen
bien antes de actuar.
|