Escritos
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La Eucaristía

Apacienta, Dios mío, mi corazón Sáciame de Ti, que preparada esta tu mesa para mi regalo.

Crece en mi, Señor, y que yo en Ti me empequeñezca, que en Ti me pierda hasta quedar desgastada en la inmensidad de tu amor.

Crece en mi, Señor, y que tu fuerza todo lo avasalle.

Se Tu el jardinero de tu propio jardín, para que estas pobres rosas, alimentadas con el abono de tu amor, se fortalezcan multiplicándose para tu recreo.

Entra en tu huerto. Entra como Señor, posee como dueño, reina como rey, vence y aniquila nuestra voluntad para todo lo que no sea amarte.

Haz que este mismo amor que hoy es martirio, so torne en delicia y gozo para quien te ama sin saber amarte, para quien te desea sin poderte conocer cumplidamente.

Mis ojos te piden, mis oídos te reclaman, mi boca esta sedienta de Ti, y mi alma en Ti quiere abismarse. No tardes, Señor, tu unión será el desvío de lo terreno; tu recuerdo el olvido de lo transitorio; tu presencia el vacío de todo lo que no eres Tú.