El
valle, sorrie, preludia una elegía.
En
las manos verdosas de todas las palmeras
se
deshebra la brisa.
la
tierra que levanta se despierta entre espumas,
abre
hojo en el río para ver mi llegada,
hace
oído en su vientre para oír mi saludo.
El
árbol se hace sueño.
La
ronda del ocaso quiere esperar la luna,
luna
que ya dos lunas no me ve en los rosales,
luna
que a mi llegada sera un sol más suave. |