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Comunicado
de prensa No. 2006/ 8 de Junio/RD ALC
Contactos:
En Santo Domingo: Alejandra de la Paz (809) 566-6815, ext.
256, adelapaz@worldbank.org
En Washington: Alejandro Cedeño, (202) 473-3477, acedeno@worldbank.org
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República Dominicana:
Banco Mundial y BID proponen un plan de acción para asegurar
que el crecimiento beneficie a los pobres
Crisis
financiera sumerge a 1,5 millones de dominicanos en la pobreza.
Años de alto crecimiento económico no fueron suficientes
para ayudar a los pobres.
SANTO DOMINGO,
8 de Junio de 2006 – Un millón y medio de dominicanos
cayeron en la pobreza como resultado de la crisis financiera de
2003-2004 y 700,000 de ellos se vieron forzados a reducir su consumo
de productos alimenticios básicos por debajo de los niveles
mínimos de subsistencia, de acuerdo con un nuevo estudio
divulgado hoy en el país.
Hacia la primera mitad del
2004, 42 de cada 100 dominicanos eran pobres y 16 de ellos se
encontraban viviendo en una situación de pobreza extrema
según el Informe sobre la Pobreza en la República
Dominicana: Logrando un crecimiento económico que beneficie
a los pobres, preparado por el Banco Mundial y el Banco Interamericano
de Desarrollo, en colaboración con personal del Secretariado
Técnico de la Presidencia, la Oficina Nacional de Planificación
y el Banco Central.
“La República
Dominicana no ha logrado traducir su crecimiento estelar en un
progreso social más equitativo, y el país no ha
alcanzado los resultados esperados en sus esfuerzos para combatir
la pobreza y mejorar los indicadores de desarrollo humano”,
señaló Caroline Anstey, directora del Banco Mundial
para la región del Caribe. “Este informe propone
recomendaciones específicas para asegurar que el crecimiento
económico se pueda traducir efectivamente en una mayor
reducción de la pobreza, igualdad de oportunidades y el
desarrollo social en la República Dominicana, con reformas
que aumenten el empleo y la productividad de los pobres y a su
vez mejoren la calidad y el impacto de las inversiones en los
pobres”, continuó Anstey.
"Este informe presenta
una serie de opciones de políticas con potencial para acelerar
la reducción de la pobreza y lograr una mayor equidad en
el marco de un crecimiento económico sostenido y estabilidad
macroeconómica", expresó Máximo Jeria,
Gerente del Departamento Regional de Operaciones para Belice,
Centroamérica, Haití, México, Panamá
y República Dominicana del Banco Interamericano de Desarrollo.
"Dichas opciones pretenden promover las oportunidades económicas
para los pobres y aumentar el acceso a mejores empleos, fortalecer
la prestación de servicios básicos de calidad, por
ejemplo en el segundo ciclo de educación primaria y en
secundaria, y mejorar la equidad del gasto dirigido a los más
vulnerables ", añadió Jeria.
El país ha alcanzado
algunas mejoras en educación, salud y otros indicadores
relacionados con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM),
pero estos indicadores siguieron por debajo de los niveles esperados
para el nivel de desarrollo económico del país,
mientras que el acceso a servicios básicos confiables y
de calidad continuó siendo deficiente. El informe señala
cinco razones por las cuales el país no logró reducir
la pobreza y mejorar la equidad social:
I. El crecimiento durante
el período 1997-2002 fue desigual y benefició mayoritariamente
a las regiones de mayor riqueza y a los trabajadores con educación
universitaria. En contraste, los trabajadores agrícolas
y aquellos en servicios de baja productividad o en pequeñas
empresas se beneficiaron muy poco. Las remesas solamente tuvieron
un pequeño impacto en la pobreza, ya que los pobres perciben
montos menores que los más acaudalados (cerca del 80% va
a las áreas urbanas, 40% a las familias más ricas).
II. La crisis del 2003-2004 redujo el poder de compra de los dominicanos
alrededor de un tercio debido a un alza de 86% en los precios
de la comida y otros productos de consumo, con un impacto proporcionalmente
mayor en el poder adquisitivo de las familias de medianos y altos
ingresos.
III. Los bajos ingresos de
los pobres en gran parte se deben a la baja productividad laboral,
y no a barreras en el mercado de trabajo que les impidan utilizar
sus habilidades para conseguir trabajos mejor pagados. El elevado
empleo informal no es una causa principal directa de los ingresos
bajos, sino el resultado de la baja calificación de la
fuerza laboral y la baja productividad de muchas pequeñas
empresas en el país. El desempleo afecta mayoritariamente
a los jóvenes y a las mujeres que entran a la fuerza laboral
sin haber terminado la educación secundaria. La migración
interna y los empleos no agrícolas han permitido que muchos
dominicanos consigan trabajos mejor remunerados para sus habilidades,
pero muchos agricultores permanecen atrapados en la pobreza debido
a su bajo nivel educativo y niveles inadecuados de infraestructura.
IV. La baja productividad laboral de los pobres obedece principalmente
a que carecen de las destrezas mínimas que demanda el mercado
laboral (como mínimo la educación secundaria completa
en áreas urbanas y la primaria completa en áreas
rurales) como resultado de un sistema educativo con un alto déficit
de financiamiento, cuellos de botella en la oferta de escuelas
secundarias y grandes ineficiencias de gestión. El sistema
educativo dominicano tiene un desempeño muy exitoso en
cuanto a la matriculación de los estudiantes, pero esto
no se corresponde con los años de escolaridad y calificación
que alcanza la fuerza laboral. La falta de documentación
apropiada limita de manera significativa el progreso escolar normal
de cientos de miles de niños dominicanos pobres.
V. La República Dominicana
también muestra resultados inferiores en sus políticas
fiscales en apoyo a la acumulación de capital humano y
a los ingresos de los pobres en el corto plazo. Un legado de centralización
de la administración y distribución del gasto público,
la duplicación de programas, la débil focalización,
un monitoreo inadecuado del gasto público y prácticas
de contrataciones del sector público desactualizadas, ha
reducido enormemente el impacto del gasto social y en particular
de los programas de transferencias y subsidios. Por ejemplo, con
una mejor focalización del Programa de Alimentación
Escolar (PAE) y del programa de Incentivo a la Asistencia Escolar
(ILAE) se podría ahorrar hasta un 20% de su presupuesto
obteniendo el mismo impacto y beneficiando más a las familias
pobres. Los subsidios universales al consumo de electricidad y
gas propano se estiman en un 2.5 por ciento del PIB en el 2005
(más de dos terceras partes del gasto público combinado
en educación y salud). Finalmente, el sistema tributario
del país mantiene varias disposiciones que favorecen más
a los ricos que a los pobres. Por ejemplo, más de la mitad
de las exenciones del ITBIS van a los más acaudalados,
y las exenciones tributarias sobre las propiedades e intereses
al ahorro también favorecen más a los grupos de
mayor riqueza.
El informe concluye con una
serie de recomendaciones para acelerar la reducción de
la pobreza y lograr una mayor equidad. Además del mantenimiento
de un crecimiento económico sostenido con políticas
macroeconómicas prudentes, las 10 recomendaciones principales
son:
i. Un aumento sostenible del
gasto público en educación dirigido a mejorar el
acceso de los pobres a una mayor calidad educativa, y la eliminación
de cuellos de botella en el nivel preescolar, el segundo ciclo
de la primaria y en el nivel secundario en zonas rurales y urbanas
marginales, junto al apoyo con becas universitarias para estudiantes
meritorios de bajos ingresos.
ii. Avanzar con la reforma
del sector salud y de la seguridad social para asegurar el acceso
sostenible de los pobres y grupos más vulnerables al régimen
de seguro de salud subsidiado.
iii. Implementar mecanismos efectivos para aumentar la productividad
de las microempresas, pequeñas y medianas empresas, y programas
de capacitación para jóvenes que han abandonado
la escuela, servicios de intermediación laboral y mejoras
en el transporte público.
iv. Expandir el acceso a los
activos y servicios básicos mediante programas con enfoque
territorial focalizados en las zonas rurales y barrios marginales
urbanos, mejorando el impacto del gasto de los gobiernos municipales
y reorientando la inversión rural hacia la infraestructura
básica.
v. Consolidar el Sistema de
Identificación de Beneficiarios Sociales (SIUBEN), asegurando
que las familias dominicanas pobres no sean excluidas debido a
la falta de documentación apropiada.
vi. Reorientar la asistencia
social hacia programas de transferencias “inteligentes”
mejor focalizados que condicionen las transferencias a que las
familias pobres se comprometan a enviar a sus niños a la
escuela y a obtener asistencia de salud preventiva para embarazadas
e infantes. Esto debe estar acompañado de la racionalización
de los programas de asistencia social existentes y acorde con
las necesidades de inversión para mejorar el acceso y calidad
de la oferta de los servicios de educación y salud.
vii. Llevar a cabo una reforma
del subsidio del gas propano, por ejemplo, fijando un tope al
monto de transferencias por familia y excluyendo a las de mayores
ingresos a través del SIUBEN; e implementando mecanismos
para focalizar el subsidio a la energía eléctrica
en los pobres y aumentar la cobranza entre los más acaudalados.
viii. Reformar de manera más
profunda el ITBIS para expandir su base y eliminar las exenciones
que benefician mayormente a las familias más acomodadas,
manteniendo excluidos o con una tasa impositiva menor a los alimentos
básicos; así como establecer reformas para aumentar
los ingresos tributarios provenientes de la propiedad e intereses
financieros de las familias de mayores recursos. Es vital que
futuros esfuerzos adopten una visión amplia de reforma
fiscal que comprenda tanto distintas fuentes de recaudación
como el nivel y calidad del gasto social.
ix. Adaptar la legislación
laboral al nuevo contexto de comercio internacional, y estudiar
el impacto de la migración haitiana con el fin de regularizarla
de acuerdo a la capacidad de absorción de mediano-largo
plazo del mercado de trabajo.
x. Dedicar la debida atención
al fortalecimiento del sistema nacional de estadística
a fin de hacer uso rutinario del monitoreo y la evaluación
de impacto en el diseño de las políticas públicas
y la asignación de recursos presupuestarios.
El Banco Mundial y el Banco
Interamericano de Desarrollo se encuentran listos para apoyar
al gobierno dominicano en la implementación de estas reformas
y programas.