PUCMM
Banco Mundial
JICA

Temas de Desarrollo Sostenible

 

<<Atrás

La Democracia Tiene Varios Sentidos

Por: Mu-kien Adriana Sang

“Creo que los que hicieron tantas cosas deben ser dueños
de todas las cosas. Y los que hacen el pan deben comer!
Y deben tener los de la mina ! (...)
Para todas las manos guantes de oro
Frutas de sol a todos los oscuros !

Pablo Neruda


La palabra DEMOCRACIA está de moda, aunque no se si en su contenido real. América Latina, se afirma, vive un proceso de desarrollo democrático. Los que así piensan justifican su posición en el hecho de que la mayoría de los países de la región han variado su estrategia de dominación política, pues las botas han sido sustituidas por trajes de perfecta confección que hoy visten aquellos que dirigen los destinos de los países.

Está tan claro como el agua (no la del acueducto ni, de aquellas llamadas “purificadas” que se expenden comercialmente) que en los discursos de nuestros políticos está presente una importante defensa de la democracia y del Estado como su representante legítimo, así como una crítica, por lo menos en el plano formal, a las prácticas tradicionales de hacer política. Me pregunto, ¿significa este cambio una verdadera convicción de lo que es la democracia ? ¿O esta modificación del discurso es sólo una forma más de adecuarse a las exigencias de los tiempos ? Me respondo, que esta defensa no trasciende la mera declaración discursiva con fines proselitistas. Que me perdonen los políticos, no niego que en los actuales momentos la forma más viable de participación política se hace a través de los partidos, pero tampoco puede olvidarse que sus estructuras, aún cuando hayan variado el contenido de sus alocuciones (incluso de las estructuras partidarias, llamadas tradicionales), siguen siendo personalistas, verticalistas, clientelistas y, sobre todo, negadoras de las decisiones de las mayorías.

La situación política que vive actualmente el país evidencia con creces todo lo que acabamos de afirmar en el punto anterior. Los aprestos de preparación de los partidos para las elecciones de mayo de 1994, muestran folklóricamente ( !y vaya que sí) que la presencia de los líderes carismáticos y todopoderosos es más fuerte que sus propios planteamientos y de las propuestas programáticas elaboradas por sus estructuras partidarias. Hagamos una referencia breve, quizás muy breve, a los cambios de interpretación y de práctica que ha sufrido la democracia a través de la historia.

La democracia clásica antiguase base en la concepción de la polis griega2, mejor conocida como la ciudad-estado. Según esta concepción, el ciudadano debe ser visto de forma total, y cuyas responsabilidades con el Estado de la polis deberá verlo como una extensión de su propia vida

La democracia existente en la polis griega era sólo de los ciudadanos, los cuales tenían que tener intereses lo suficientemente armónicos, cuyo fin último debía ser el bien común. Defendían la idea de que los ciudadanos no podían ser muy numerosos para facilitar la toma de decisiones acerca de las leyes y las medidas políticas en las asambleas. Planteaban también como un ideal a alcanzar la autonomía de las ciudades-Estados.

Así, brevísimamente planteado, la ciudad-estado griega parece ser una panacea y el modelo a imitar. Pero la realidad era otra. En la práctica la concepción democrática griega era elitista y excluyente, pues no todos los que habitaban en las ciudades eran considerados ciudadanos con plenos derechos. Estaban excluidos además, las mujeres, los “metecos” (extranjeros que vivían en Grecia) y evidentemente, los esclavos. Pero la exclusión abarcaba también a los ciudadanos e otras polis, por lo que plantear la unidad entre las polis era prácticamente imposible.

Superado el feudalismo, el concepto de Estado y Democracia quedó latente hasta finales del siglo XIX.

Dos acontecimientos marcaron el inicio de lo que se ha denominado como la “vida republicana”, por un lado la Revolución Francesa, propiciadora de los Derechos Humanos, acontecimiento lleno de contradicciones que no viene al caso tratar ahora ; y la creación de un gobierno republicano, defendía la dominación aristocrática y oligárquica, y más que nada, propiciadora de la discriminación de las minorías (aclaro no en términos numéricos) negras e indígenas.

C.B. Macpherson4 nos habla de que el concepto de Democracia ha pasado por 4 etapas, que él denomina “modelos sucesivos”, los cuales han variado su contenido de acuerdo a los acontecimientos históricos y al mismo desarrollo del pensamiento, iniciándose el primero en el siglo XIX. Al primero lo denomina La democracia como protección que se base en la preeminencia del Estado, concebido éste como el protector de los individuos y de la sociedad en sentido general, significando de hecho una opresión del gobierno contra los ciudadanos. El segundo modelo es denominado La democracia como desarrollo, que aboga por una democracia que posibilite el crecimiento individual de los ciudadanos. En respuesta a este último nace el tercero que es el que está actualmente en vigencia, la democracia como equilibrio, el cual critica severamente el anterior por considerarlo subjetivo y poco viable. Sostiene que la democracia debe permitir la competencia, pero sin romper con el necesario equilibrio que debe existir entre los grupos sociales que componen la sociedad. El último y más controversial es el de la democracia como participación la cual defiende la construcción democrática será posible siempre y cuando todos y cada uno de los individuos que componen los diferentes sectores de la sociedad tengan espacios donde expresar sus inquietudes e intereses y sobre todo en la toma de las decisiones.

Evidentemente que el concepto de democracia tiene varias acepciones. La más común es aquella que defiende la delegación de la soberanía, la democracia representativa, donde el pueblo, a través del voto, elige a sus gobernantes, representantes de grupos políticos, los cuales, una vez en el poder, serán los llamados a tomar las decisiones “que convengan a la mayoría”. Como puede verse, en esta concepción, la función del ciudadano se limita a la selección de los políticos en forma periódica. Mcpherson señala que entendida así la democracia “es un mecanismo de mercado : los votantes son los consumidores, los políticos los empresarios”5

Pregunto ¿Por qué el ciudadano debe continuar delegando su soberanía ? ¿Por qué el ciudadano no exige una mayor participación ? ¿Deberá continuar conformándose con participar... de forma esporádica, cada 4, 6 ó 7 años, según el período presidencial ?

Abogar, como lo han hecho algunos, dominicanos, incluso, por una democracia participativa es difícil, pues también quedan en el aire muchas interrogantes, en especial cuando se intenta vislumbrar su viabilización.

La democracia participativa deberá proveer mecanismos concretos de participación de los ciudadanos de forma permanente, no esporádica, como es la práctica de hoy día. Ahora bien, ¿cómo defender un modelo de participación democrática en una sociedad desigual hasta la inconsciencia ? Estoy convencida que al abogar por una mayor participación del ciudadano en la vida política trae consigo una necesaria reducción de las desigualdades sociales.

Asimismo, democracia participativa significa también una mayor apertura de las estructuras con derecho a espacios de expresión en la sociedad, pues no deben continuar limitándose a los partidos políticos sino que deberán incluirse a las demás organizaciones de la sociedad civil.

Es una verdadera democracia participativa, las minorías deberán ser parte importante en el proceso de toma de decisiones. En la actualidad se practica la partidocracia, la sindicatocracia, la empresadocracia sólo para denominar algunas de las “cracias” que están en vigencia6

El espíritu de este artículo es aprovechar la coyuntura que se vive en nuestro país de defensa a la democracia, y de rechazo al totalitarismo. Nuestra genuina preocupación es vislumbrar alguna perspectiva para crear cierta conciencia de la viabilidad de un sistema de gobierno más participativo. Es no sólo deseable, sino beneficioso, lograr una mayor participación de los ciudadanos (todos) en la toma de decisiones sobre su propio futuro, que es, en última instancia, lo que otras veces hemos expresado, un compromiso con su propia historia y la de su sociedad.